Concierto en el Falla 25 años

Tú nos sigues camelando, Niña Pastori

  • La artista de San Fernando inaugura sus bodas de plata en la escena discográfica con un concierto de dos horas en el Falla que quiso dedicar a las víctimas de la pandemia en nuestro país

Una imagen de Niña Pastori, durante su concierto en el Gran Teatro Falla con el que inaugura la gira 25 años.

Una imagen de Niña Pastori, durante su concierto en el Gran Teatro Falla con el que inaugura la gira 25 años. / Lourdes de Vicente

Aunque inexplicablemente no nos dijiste aquello de Tú me camelas, tú nos sigues camelando. Con esa contención exquisita, con ese deje camaronero, con ese rajo doliente, con ese flamenco tuyo que no lo es y que sí lo es y que da igual que lo sea o no porque es tan tuyo. Tú nos sigues camelando, Niña Pastori, por más que pasen 25 años desde que navegaras Entre dos puertos, o unos pocos más desde que te lanzaste en el Concurso por alegrías de La Tacita. Tú nos sigues camelando, Niña Pastori, porque dices que eres “más vieja que el hilo negro”, porque la madre que te parió te lo riñe desde un palco, porque te acuerdas de los maestros (“he tenido la suerte de escuchar de primera mano a Juan Villar, a Rancapino, a Pansequito”), y porque dices “qué ganas tenía de estar con ustedes”, y en ese ustedes (que no es el vosotros cualquiera de otros hablares) se encierra todo el sentir de un pueblo, ese sentir que es más que un acento, por mucho que nos machaquen las campañas de publicidad. Tú nos sigue camelando, Niña Pastori, porque decides cogernos de la mano en el Gran Teatro Falla para iniciar el camino de tu última gira y arroparnos con tu cancionero.

Un cancionero que repasas de forma un tanto desordenada, con los habituales cierres en falso que adoramos, sí, pero con una onda energética que, quizás, se pudiera encauzar de otra manera. Sin embargo, eso no resta ni un tanto de calidad a las dos horas en las que deleitas a tu público con las joyas de tu corona desde el Eres tan pequeña con el que inauguras el primero de los conciertos de esta gira de 25 años de tu carrera discográfica en el coliseo gaditano, al Yo tengo una cosa con el que lo cierras, como diciéndonos entre líneas, Ámame como soy. ¡Y no sabes ya que tú nos camelas!

Ay que nos dejas con la pena de no escuchar el Tú me camelas, primer éxito, de hecho, de ese disco con el que celebras tu gira, (y sin el Échame una mano prima, también) pero a cambio nos recuerdas el color de ese vestío morao, morao, morao moraíto, nos exiges (inconmensurable) Acariciame la cara y nos regalas ese Amor de San Juan.

Se suceden las canciones como se suceden los recortes de prensa que se proyectan en la pantalla sobre el escenario para abrir el concierto. Como se sucede la vida. Tu vida. Tus momentos. Tus éxitos. “Y todo pasa tan rápido. Este ritmo de vida nuestro... Piensas que te va a dar tiempo de hacer muchas cosas...”, vas reflexionando como queriendo agarrarte a cada una de tus canciones para poder mantenerte en pie en los tiempos duros. “La música es mi desahogo”, llegas a decir contando que habéis estado muy encerrados pero celebrando que estáis sanos y dedicando esta gira a todos los españoles que se quedaron en el camino. “Porque es nuestra familia, porque somos nosotros, porque es nuestro país”, decides.

Niña Pastori, en el Gran Teatro Falla. Niña Pastori, en el Gran Teatro Falla.

Niña Pastori, en el Gran Teatro Falla. / Lourdes de Vicente

Haces patria. Patria grande y patria chica. Suena Cai.

El equipazo de músicos –Chaboli (en la percu, en las guitarras, en el ánimo y en el corazón, en un roto y en un descosío), Manuel Urbina, Johnny Losada, Antonia Nogaredo, Sandra y Estefanía Zarzana, Yuri y Luis Guerra– te dejan a solas con el pianista. Guerra posa las manos en una melodía conocida, se aparece Cuando nadie me ve, otra de las canciones de Sanz que se viene arriba en la garanta de su amiga. Pero el río de notas continúa y vira, y vira, hasta la creación más hermosa que el Hijo Adoptivo de Cádiz parió para la tierra y para la cantaora, Cai. Estruendo de aplausos que sigue al silencio absoluto... Qué belleza.

Tu versión de Contigo de Joaquín Sabina (ya saben, “yo no quiero un amor civilizado...”) remata este tú a tú con el músico cubano tras el que vuelve la tremenda banda para mecer una cuna “de aquí pallá” (Como tú ninguna).

Cuando te beso (con el público en pie, a tu orden) acerca al respetable a la primera despedida, antecedida por los agradecimientos a tu familia, a tus músicos, a tus seguidores (“gracias por la fidelidad, sois imprescindibles para mí”) y estirada con La orilla de mi pelo y Para qué (entremetiendo ese mensaje de “¡Camarón eterno!”, que gritas en medio del tema).

Batir de palmas, salida de rigor y vuelta. Te quedas entre las cuerdas (las de Chaboli, Losada y Urbina) para esa delicia de Ya no quiero ser donde te dejas el alma (“qué ganas tenía de esto”, suspiras al final). De esto, y de lo otro... porque el fin de fiesta se hizo por bulerías. Suben Claudia Cruz y Anabel Rivera. Y se canta, y se baila. Y nos camelas, nos sigues camelando, 25 años después, Niña Pastori.

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