Cultura

Nacho Vegas estrena disco y banda en el Aulario La Bomba

  • El cantautor gijonés ofrece un extenso y brillante concierto en el que presentó su último trabajo, 'La zona sucia,' ante un gran número de incondicionales

El escenario del Aulario La Bomba se convirtió la noche del martes en una especie de salón íntimo tras el que se vislumbraba la esquina de una gran ciudad en penumbra. Varias alfombras de estilo persa tapizando el suelo, un pequeño ejército de velas enjauladas sugiriendo un ambiente y hasta una mesita muy mona sobre la que disponer las cervezas y el agua.

Nacho Vegas y su banda se tomaron muy a pecho la ambientación de un concierto que empezó con media hora de retraso y que congregó a un buen número de incondicionales en el que fue el primer concierto del gijonés en solitario en la ciudad.

Parece extraño que un tipo que ha grabado tropecientas veces con Paco Loco en El Puerto de Santa María no hubiese tocado aún en Cádiz, pero así son los caminos del Señor Vegas: inescrutables.

Por otra parte, tal año como éste se cumple una década desde que el artista abúlico por excelencia decidiese emprender una carrera en solitario que lo ha llevado a convertirse en el autor independiente más importante de este país. Ahora bien, ¿qué se ha dejado Nacho Vegas por el camino?

Yo hacía siete años que no lo veía en directo, y lo cierto es que me sorprendió hasta qué punto ha madurado el artista asturiano. Ya no se olvida de las letras, ni tartamudea cuando se dirige al público, ni siquiera se equivoca con la guitarra y abandona el concierto a la mitad. Nacho Vegas se ha convertido en la mejor versión de sí mismo y es un músico profesional que clava las interpretaciones, los tiempos y los arpegios.

Puede ser que muchos echen en falta la absoluta originalidad de aquel chico enfermo que vivía al norte del norte, pero hay que admitir que se lo ha montado muy bien.

El concierto arrancó con Cuando te canses de mí, primer corte de su nuevo y exitoso trabajo, 'La zona sucia', y siguió con Cosas que no hay que contar, perteneciente al mismo trabajo.

Las formas y el contenido no han variado sustancialmente en las composiciones de Nacho Vegas, aunque tal vez se noten las influencias de su trabajo con Enrique Bunbury en cierto regusto a ranchera que acompaña a la mayor parte de sus nuevas temas.

Tampoco ha variado mucho el directo del gijonés con el cambio de banda. Puede ser que Las esferas invisibles transmitiesen más pasión, pero nada se puede reprochar a la profesionalidad de Abraham Boba y compañía.

La que sigue intacta es la capacidad de Nacho Vegas para generar suspense como narrador. El de Gijón es un bardo postmoderno y decadente que narra el perfil más patético de la existencia por puro vicio, con una genio y una austeridad que recuerda a Leonard Cohen y justifica diez años de carrera.

Ejemplo de este brillante patetismo fueron Hablando de Marlén y Maldición (del irrepetible 'Cajas de música difíciles de parar'), que arrancaron las ovaciones más tumultuosas de la noche.

También hubo tiempo para recordar a Christina Rosenvinge con Me he perdido y de recuperar su primer trabajo con Que te vaya bien Miss Carrusel (de Townes Van Zandt) tras casi dos horas de magnífico concierto.

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