Miguel Oyarzun e Isla Aguilar | Directores del XXXV Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz

"El FIT se ha convertido en una especie de símbolo de resistencia"

  • Los gestores que revolucionaron el Conde Duque repasan su trabajo en el festival que han dirigido en medio de una pandemia

  • El próximo año presentarán su proyecto a concurso

Miguel Oyarzun e Isla Aguilar, directores del XXXV Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT)

Miguel Oyarzun e Isla Aguilar, directores del XXXV Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT) / Lourdes de Vicente

Como quien escala una montaña de hielo. “Clavando el piolet cada día, subiendo un peldaño más, ascendiendo con mucha calma, porque cada paso en falso tiene consecuencias muy graves, pero a la vez avanzando con paso seguro con la paciencia de encontrar los puntos de apoyo necesarios para seguir subiendo con tranquilidad”. Así, con esta actitud de ávidos escaladores, han enfrentado Miguel Oyarzun e Isla Aguilar (dueña de la evocadora imagen) la XXXV edición del Festival Iberoamericano de Teatro. La primera que dirigen, pandemia coronavírica mediante, que no ha sido poco. “Pero no hemos estado solos, el equipo, las instituciones que componen el Patronato del Festival, compañeros de profesión de fuera, artistas y público han sido esos imprescindibles puntos de apoyo para seguir adelante”, reconocen los directores del FIT durante esta entrevista realizada el viernes de un festival que culmina este domingo su contenido presencial.

–Un balance en líneas generales

Isla Aguilar: Estoy contentísima, sobre todo, porque haya podido pasar, que era lo más importante, porque lo hemos armado con muy poquito tiempo, porque ha habido momentos de incertidumbre y porque nos enfrentábamos a una situación coyuntural (la pandemia) que no era nada favorable. Así que haber podido abrir el teatro, que vinieran todas las compañías desde distintos lugares, programadores y público, me parece maravilloso. Y, además, creo que la programación está funcionando estupendamente y que ha habido un espíritu de generosidad por parte de todas las personas que han formado parte del festival que se ha creado un momento mágico de si nos ponemos, lo podemos hacer siempre que se faciliten los medios para que la cultura sea segura. Por eso creemos que el festival se ha convertido en una especie de símbolo de resistencia, de que se pueden hacer festivales y actividades culturales de manera segura.

Miguel Oyarzun: Hemos recibido mucho apoyo. Nos están llegando muchos mensajes, llamadas, de compañeros de profesión y espectadores que celebran el hecho de que esté sucediendo el festival pues lo ven como un logro para todo el sector porque, verdaderamente, da esperanza el que a pesar de la coyuntura se demuestre que se pueden realizar eventos y con proyectos ambiciosos. Realizar Atlas, por ejemplo, en una situación de pandemia, requería de una infraestructura y una logística muy importantes, y se ha podido hacer poniendo todos los medios de seguridad, realizando los test pertinentes al comienzo del proyecto y antes de la representación. Dio una persona positivo antes de los ensayos pero, afortundamente, como se hizo todo bien, pues no sucedió nada. Y eso demuestra que poniendo los medios necesarios, la institución pública puede garantizar que se realicen los eventos artísticos. Así que mi balance también es muy positivo porque una de las cosas importantes era garantizar la continuidad del FIT, que se ha conseguido, y apoyar al sector en un momento tan complicado no sólo ofreciendo espacios de exhibición sino también producción porque hemos producido en este Festival seis trabajos, el del gaditano Emilio Rivas, por ejemplo, que nunca había mostrado nada en su ciudad y hacer que eso ocurra me parece un logro fantástico.

–¿Temieron en algún momento que se cayera algún espectáculo?

–M. O.: Sí, sí, bueno, a la compañía argentina La Columna Durruti que cogían el vuelo el miércoles, pues hasta cinco minutos antes de que cerraran la facturación, no les dejaban pasar. Isla estuvo dos horas al teléfono hablando con fronteras, explicando que teníamos los permisos desde hacía 15 días, pero te encuentras con una persona que no quiere remar a favor...

–I. A.: Ya, pero hay que comprender que hay países y fronteras que están paralizadas... Y aun teniendo todos los permisos con el Ministerio de Cultura, con el Ministerio de Exteriores, con el Ministerio de Interior y Fronteras, pues te puedes encontrar con algún obstáculo. Es que todo esto ha requerido de una arquitectura administrativa y una serie gestiones tres veces más complicada que normalmente. Entonces, pues sí, aparecen los nervios, tienes que estar todo el rato pendiente del teléfono y hasta que no llegan todos los artistas, que ya han llegado todos, no hemos podido respirar, pero todo ha salido bien, hasta los cambios por el toque de queda...

–¿Les afectó mucho?

–M. O.: Sí, mucho. El primer fin de semana, por ejemplo, los coloquios tenían el aforo completo, y después se ha notado un bajón. Ahora termina la función y la gente se va a casa, aunque hayamos adelantado las funciones.

–I. A.: Y personas que, al cambiarse la hora de la función, pues ya no pueden venir porque no les viene bien la nueva hora... Es todo de un grado de complejidad importante porque no se trata de tomar una decisión en un momento concreto, sino que ésta implica una serie de consecuencias que hay que prever...

–M. O.: Sí, por ejemplo, una persona que iba a participar en un coloquio dio positivo con lo que no pudo viajar y se decidió hacer la conversación por zoom y se cuelga on line; o la conversación con los directores históricos del FIT que hablamos de personas de riesgo con lo que lógicamente decidimos hacerla por zoom y aplazarla y será lo que cierre definitivamente el festival...

–I. A.: Realmente tiene algo de poético... Cerrar de forma virtual un festival que comenzó de forma presencial y bueno generar ese debate entre Margallo, Sánchez Sinisterra y con Pepe (Bablé) y Fernando Cerón aquí pero abriéndolo a todo el mundo y que lo puedan ver todas las personas que han formado parte del FIT durante 34 años... Es un broche muy bonito.

–Hacer de la necesidad virtud, decían en la presentación

–I. A.: Sí y realmente ha sido así. Obviamente ha habido momentos internos de nervios pero yo decía todos los días: un día ganado.

–M. O.: Y, fíjate, ya en la recta final... Bueno, ahora queda ese epílogo virtual que también está muy bien.

–¿Qué relación creen que tiene el FIT con la ciudad? ¿Es una marca implantada?

–M. O.: Nosotros, desafortunadamente, no habíamos tenido la oportunidad de vivir el FIT antes porque hemos vivido en Inglaterra entonces toda nuestra relación con el FIT ha sido este año y sólo podemos decir que ha sido una respuesta muy positiva. Y por lo que nos hablan desde el equipo y el público proyectos como Atlas o como Covid han sido muy importantes en cuanto a que implican a la ciudadanía de forma muy positiva. Fomentar esa relación del FIT con el territorio era uno de nuestros objetivos aunque sabíamos que ya se habían hecho cosas antes fuera de las salas peroqueríamos ampliar ese camino. Y, también, recuperar espacios como los Depósitos de Tabaco pues, por lo que nos llega del público, también parece que ha sido algo muy celebrado.

–I. A.: Está claro que imbricar el FIT en el territorio no es algo nuevo que estamos haciendo nosotros, el hecho de sacar a la calle el festival y que la gente participe es algo que ya se ha hecho en ediciones anteriores, pero es verdad que este año realizar todo eso era muy delicado por el control de aforos y público. Pero es que también es un denominador común de nuestra manera de hacer las cosas.

–Han nombrado los Depósitos. Con su mirada experta...¿Qué harían con ellos?

–M. O.: Tienen mucho potencial, utilizarlo desde espacio de exhibición a creación, como lugar de encuentro... Sería un gran lugar para hacer residencias artísticas de distintas disciplinas...

–I. A.: Un buen lugar para el acompañamiento de artistas, de generar tejido, de generar puntos de encuentro con artistas de fuera...

Miguel Oyarzun e Isla Aguilar, en el ECCO. Miguel Oyarzun e Isla Aguilar, en el ECCO.

Miguel Oyarzun e Isla Aguilar, en el ECCO. / Lourdes de Vicente

–¿Éste es el FIT que hubieran querido hacer sin pandemia?

–I. A.: No lo sé... Es que cuando empezamos en junio estábamos totalmente atravesados por la situación en la que estábamos, y seguimos estando. Es que viendo un pocoel trabajo de otros colegas que han tenido que ir adaptando cosas que ya tenían planificadas de antes, pues ahora piensas que quizás eso ha dificultado todavía más su trabajo. Nosotros, dentro de toda la complejidad que ha tenido, sí que hemos planificiado desde el primer momento sabiendo en la realidad en la que estamos.

–M. O.: Es que hemos creado un proyecto para esta realidad concreta, para el momento contemporáneo en el que estamos. Desde la logística hasta las temáticas, todo ha sido para este momento concreto. No podría pensar en que hubiera sido de otra manera. No sé... Es el FIT que responde a lo que este año está sucediendo... Un ejemplo es la pieza de Sergio Blanco (que cierra esta noche el FIT en el Falla), Covid 451, habla de la pandemia pero desde un lugar que sales del teatro, de verdad, con esperanza.

–I. A.: Quiero aprovechar para decirle al público que vengan, de hecho, a este cierre. Que vengan al Falla a aplaudir a sus sanitarios, que van a estar sobre escena. Los sanitarios que nos están cuidando. Se lo merecen.

–¿Cuál es ha sido el gran éxito, hablo de espectáculos, de este FIT?

–M. O.: Por supuesto Shock funcionó muy bien. La verdad es que es una obra extraordinaria. El trabajo de Andrés (Lima), los actores, el texto... Es una obra redonda. Luego ha habido piezas muy emocionantes como Atlas y que como apertura de festival era toda una declaración de intenciones de que se pueden hacer este tipo de trabajos hoy. Y se entendió muy bien. Luego funcionaron extraordinariamente bien dos piezas de La Tía Norica que eran un poco más arriesgadas en sus formas como Tierras del Sud y Y los huesos hablaron y también nos sigue llegando un feedback fantástico de la inauguración de los Depósitos de Tabacalera, con ese doble programa de La noche justo antes de los bosques y el concierto de Music Komite. Y veremos este fin de semana (la entrevista se realizó el viernes) que también hay muy buenas propuestas...

–El Partido Popular alzó una queja al Pleno por el Encuentor de Mujeres Creadoras que no se ha celebrado este año. ¿Qué ha ocurrido?

I. A.: Cuando llegamos, una de las primeras cosas que hicimos fue hablar con Pepe (Bablé) para ver qué cosas pasaban en el FIT y cuáles había que darles continuidad en estas circunstancias y, obviamente, el encuentro de mujeres nos parecía una cosa interesantísima, hablamos con Mariana Roberts, la persona que los últimos años estaba al frente, y en un primer momento le contamos un poco cuáles iban a ser nuestras líneas y cómo podíamos colaborar porque queríamos incorporar ese trabajo que estaba haciendo ella en ediciones anteriores pues que estuviera en esta edición de una forma más transversal y más imbricada en toda la programación...

M. O.: ...Y que justo eso era una reivindicación que habían tenido desde siempre, que no sólo estuviese el encuentro de una manera aislada y que todas las mujeres estuviesen concentradas allí, sino que su presencia estuviera de manera transversal en los encuentros.

I. A.: Así que todo iba bien, íbamos a trabajar juntos pero al cabo de unos diez días nos llamó porque le acababan de ofrecer un trabajo bastante estable y con las circuntancias en las que estamos pues no podía rechazar, claro.

M. O.: Pero establecimos con ella un diálogo muy fructífero que creo que se ha plasmado en toda la programación.

–¿Les gustaría dirigir la próxima edición?

–M. O.: Sí, nos encantaría pero ahora se trata, primero, de terminar el festival y poner la energía ahí y, después, darle el valor al concurso público y que sea el jurado el que decida cuál es el mejor proyecto para la ciudad y para el festival. Y nosotros,evidentemente, nos presentaremos y nos postularemos como cualquier otro equipo de dirección.

–I. A.: Nosotros tenemos también que hacer ahora el proceso de evaluación de cómo ha funcionado todo y llevar todo ese proceso a un proyecto que ya sí que esté pensado no para una pandemia sino para un recorrido a medio plazo.

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