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Cine

Martín Cuenca: "Lupe le ha puesto el corazón a Andrea"

Manuel Martin Cuenca y los actores de 'El amor de Andrea' en Valladolid.

Manuel Martin Cuenca y los actores de 'El amor de Andrea' en Valladolid. / Efe

De Cádiz, del proceso artesanal con el que Manuel Martín Cuenca (El Ejido, Almería, 1964) enfrenta el cine y del trabajo de los jóvenes gaditanos protagonistas de su último filme se ha hablado esta mañana en la presentación de El amor de Andrea, la película rodada en Cádiz que este lunes ha tenido su estreno absoluto en la Sección Oficial de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).

"Lupe (Mateo Barredo) no es Andrea pero le ha puesto el corazón a Andrea; al igual que Fidel (Sierra) y Cayetano (Rodríguez Anglada) no son Fidel y Tomás, pero también les han dado su corazón y hemos jugado juntos. Lo mismo con Agustín (Domínguez), que encarna a Abel y  que también es una pieza importante en esta familia escogida, esta familia que forman los cuatro en El amor de Andrea", ha explicado, y agradecido, el director, guionista y productor de la cinta donde una joven de 15 años emprende la búsqueda del padre que desapareció de su vida cuando se separó de su madre.

Una película que no sólo se rodó en Cádiz sino que "se fue construyendo", como han certificado Martín Cuenca y su coguionista, Lola Mayo, en el proceso de escritura de guion, la búsqueda de localizaciones y la realización de un casting en el que vieron "a casi 5.000 personas". Así lo han contado durante la rueda de prensa de presentación del filme a la que han asistido el director de La hija o La flaqueza del Bolchevique, Lola Mayo, el productor Gonzalo Salazar-Simpson, el músico Guille Galván (Vetusta Morla) y la joven protagonista de la película, la gaditana Lupe Mateo Barredo. Una reunión en Valladolid que ha podido ser seguida a través de la propia web de la Seminci.

"También Jesús, Irka, Inés, José Manuel... Para mí todos ellos fueron los actores perfectos para este película. Me enamoré de ellos, entré en un juego de complicidad con todos ellos, me lo pasé muy bien con ellos y creo que ellos también se lo han pasado bien. Y espero que la película, contando un drama, en el fondo sea una huella de la felicidad de la vida", ha proseguido el realizador que con El amor de Andrea se ha enfrentado a dirigir a un reparto, prácticamente, novel en un rodaje realizado de forma cronológica y donde los actores no conocían el destino de sus personajes.

"Es que esa idea abstracta, intelectual, de un cine de escuadra y cartabón, de que el director lo tiene todo en la cabeza, a mí no me funciona, me parece una idea vacía. Para mí el cine es muy físico, el cine está hecho de piel y por tanto lo que busco es la encarnación de cada uno de los elementos de la película a través de los actores. Yo voy a la búsqueda de dos niños maravillosos y una chica estupenda que me conmuevan, me enamoren personalmente y yo sienta que tengo que adaptar el guion a lo que ellos me dan y a partir de ahí descubrir con ellos cómo son los personajes. Evidentemente hay un guion, un faro, un algo que queremos contar pero creo que hay que buscar con libertad para poder encontrar. Y esto no sólo lo hago con ellos, que son debutantes en el cine, sino que lo hago con todos los actores en todas mis películas", ha querido aclarar Martín Cuenca, interrogado sobre qué es lo que buscaba en el largo y duro proceso de casting para los papeles protagónicos que se alargó durante todo un año, "de septiembre de 021 a septiembre de 2022", precisa.

Un periodo de cuya duración fueron conscientes "desde el principio" tanto el almeriense como Lola Mayo que perseguían trabajar juntos "desde que coincidimos en el documental de Carrillo comunista en 2002. "Curiosamente, también trabajaba ahí como documentalista Guille (Galván), por lo que esa película, de alguna forma, nos unió", reconocía Martín Cuenca que cuando 11 años después fue a buscar a Mayo para poner en pie El amor de Andrea también tenía otra idea clara, "si esta historia se contaba tenía que ser en Cádiz".

"Yo comparto con Manolo esa preocupación por la familia y por lo que son los niños. Así que nos apetecía contar una historia donde los niños tuviesen papel preponderante y donde fuesen mirados de una manera horizontal, que fueran tomados en cuenta, no como futuros ciudadanos, sino como actuales personas, preocuparnos por lo que son hoy. Recuerdo esas conversaciones que teníamos cuando estábamos trabajando en Carrillo y cómo hablábamos de hasta qué punto los niños tienen esa autonomía y esa belleza para recordarnos a los adultos qué somos y qué deberíamos ser", ha narrado la guionista.

"Es que a mí me molestó mucho, y en parte a lo mejor la idea de la película viene también de ahí -ha continuado el director de Caníbal- una campaña que hizo el ministerio de Sanidad en la que pandemia donde criminalizaba socialmente a los jóvenes de los contagios de la covid. A mí eso me indignó mucho, y me pareció que la película tenía que tener esa mirada que reflejara cómo Lola y yo vemos a los jóvenes, más allá de las pantallas, de los móviles, más allá de que un día se vayan de marcha y se emborrachen, como hemos hecho todos, por cierto". "Porque hay una cosa fundamental en los jóvenes que tiene que ver con la herida del afecto, con la herida y la búsqueda del amor en su familia y en la familia que escogen que no es biológica, y creo que si los adultos fuéramos capaces de verlos más allá de los móviles los veríamos como a los niños de esta película", ha defendido.

Niños que se mueven en un Cádiz "de invierno, hacia dentro, lejos de esa imagen que tenemos los madrileños de Cádiz, que es el Cádiz de verano", ha desgranado el autor de la banda sonora sobre una ciudad "inspiradora" que también, junto a los miembros de Vetusta Morla, recorrió para materializar el tema principal de El amor de Andrea del que, descubrió, "se desgrana todo el resto de la banda sonora". "Una canción (que la formación interpreta con Valeria Castro) que fue lo primero que compusimos pero a Manuel no se lo dijimos hasta el final porque él no quería canción, de hecho", reía Galván.

Una canción que, sin embargo, "completa" la historia, completa "la mirada de Andrea", en "una película tierna, muy sincera, con una honestidad que nos conquistó desde el principio y que plantea la encrucijada de ser una hija en un retrato familiar muy despojado", tal y como han comentado desde la organización de la Seminci en la presentación.

Un filme, "un drama sin lágrimas", que la tarde de este lunes se verá en la 68 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid y que llegará a las salas comerciales el próximo 24 de noviembre bajo la premisa de que "el drama nunca gana, ganan las ganas de vivir". Porque esta película es "un canto a la vida", ha resumido su autor.

 

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