Jeff Nichols pone el broche de oro al Festival de Cannes con 'Mud'

Jeff Nichols cerró ayer la competición oficial de Cannes con un sobresaliente filme, Mud, un acertado retrato del profundo sur estadounidense en el que destaca el magnífico trabajo de los actores, en especial Matthew McConaughey y los niños Tye Sheridan y Jacob Lofland.

La historia fue recibida con una fuerte ovación en Cannes, en una edición en la que no ha habido ninguna película que suscitara unanimidad. Mud es una historia sobre el amor visto a través de los ojos de un niño que tiene una enorme necesidad de entender el mundo que le rodea, que busca "desesperadamente una versión del amor que funcione" porque no tiene ejemplos positivos a su alrededor, explicó Nichols en rueda de prensa.

"Hay una línea roja que cruza esta película, el amor romántico, el amor no correspondido", que se sostiene sobre el personaje de Ellis (Sheridan) y que lanza un mensaje: "Con el amor sufrimos, hay dolor, pero sin lamentos".

La película repasa una serie de relaciones muy diferentes: familiares, de amistad, de vecindad, de pareja, de odio o de búsqueda. Entre ellas, la que mantiene McConaughey con su novia desde la infancia, a la que interpreta con un gran realismo Reese Whiterspoon, en un estupendo papel secundario que es el origen de toda la historia. Y también la de McConaughey con dos niños a los que encuentra de casualidad y que se prestan a ayudarle para escapar de todos los que le buscan por haber matado a un hombre.

El ejemplo de Mud le hace ver a Ellis que en el amor "no es necesario ser razonable" y hay que "persistir". Ellis y Neckbone son dos niños que se lanzan a explorar la vida y que están interpretados de una forma emocionantemente cercana por Sheridan y Lofland, que dotan a la historia de una naturalidad desarmante, totalmente exenta de dramatismos. A través de ellos vemos la crisis matrimonial de los padres de Ellis, la relación entre Neck y su tío; Mud y su novia, Juniper, o Mud y el hombre que lo crió, un papel para el lucimiento de Sam Sephard.

Un entramado de vidas que tienen el Misisipi como escenario y, también, como protagonista: Nichols le otorga un gran énfasis a la naturaleza como elemento para transmitir emociones y para romper el ritmo del film. Una naturaleza y una historia que el director reconoció debe mucho a Mark Twain y a Huckleberry Finn. "Si vas a robar a alguien hay que hacerlo a gente inteligente", explicó Nichols.

La competición oficial del Festival dejó ayer también espacio para la participación del coreano Im Sang-soo, que regresó al certamen con la película Do-nui mat (La borrachera del dinero), en la que repite el esquema tanto formal como de contenido de su anterior trabajo, The Housemaid. Hace dos años, Sang-soo presentó en Cannes este ilm, un frío retrato del mundo de los ricos muy cuidado en su estética pero poco original en su planteamiento: algo que también puede decirse de su propuesta de este año. En Do-nui mat, una muy poderosa familia coreana se mueve en el filo de la legalidad ante los ojos de las personas a su servicio. Y mientras el cabeza de familia tiene una relación con una de las sirvientas, inmigrante filipina, y trata de alejarse de ese mundo, su esposa hace todo lo posible porque todo quede como está.

Nichols y Sang-soo pusieron con sus producciones el punto final a la edición de este año del Festival de Cannes. Una cita en la que las quinielas están muy abiertas, ya que si algo se puede decir de esta 65 edición es que las historias propuestas han gustado pero no impresionado. A la fuerte entrada de la jornada de ayer de Jeff Nichols y su Mud, se suman entre los favoritos los trabajos de Michael Haneke, Amour - cinta que cuenta con dos tremendas interpretaciones, las de Jean-Louis Trintignat y Emmanuelle Riva- y de Leos Carax, Holy Motors: una producción que ha sido tan criticada como adorada y que fue abucheada en su primer pase.