Alfredo Sanzol es un joven autor y director del panorama teatral actual. Esta noche presenta a las 23.00 horas Sí, pero no lo soy en la vigésima edición muestra del Festival de Teatro de Comedias de El Puerto en el patio porticado del colegio San Luis. Esta obra cuenta con cinco actores que durante la función representarán una suma de 50 personajes con esporádicas apariciones. Todo transcurrirá en el interior de una discoteca donde se reflexionará sobre la identidad y la vida a través de las breves historias sin parar de reír en ningún momento. En palabras del propio Sanzol, esta obra es "el conjunto de muchas pequeñas historias de distintos personajes que juntas dan la sensación de ser una sola unidad, intentando así que todas tengan un carácter vivo como pieza conjunta". Junto a Risas y Destrucción y Días estupendos, esta cierra el ciclo que componen la trilogía de Sanzol.
-Sí, pero no lo soy, ¿Por qué ese título?
- Sí, pero no lo soy era la respuesta que daba uno de los personajes de mi obra 'Risas y destrucción'. En la última escena un personaje le decía a otro "qué feliz serías si fueras un perro" y el otro contestaba, "sí, pero no lo soy". La ambigüedad del verbo ser unido a que el hilo conductor de esta trilogía de obras es la identidad de las personas a lo largo de la vida, fue algo que me hizo pensar. Es una frase que me llamó la atención y que además resume o condensa la idea base de mi trabajo.
-Esta obra es la segunda de la serie, sin embargo, las otras dos ya se representaron. ¿Hay que verlas todas para entenderlas o son independientes?
-No es necesario haber visto las tres porque cada una tiene su propio argumento y sus personajes. Sí es cierto que el tema que ha ido marcándolo todo es el de la identidad de las personas, el quiénes somos, quiénes nos gustaría ser o por qué somos de esta forma y no de otra en este determinado momento.
-La historia transcurre en el interior de una discoteca con sofás cubiertos por satén rojo. ¿Por qué una discoteca y por qué el color rojo?
-A decir verdad la discoteca apareció antes que la obra. Gerardo Vera me encargó escribir una obra para la sala Princesa y esta es una sala muy pequeña que da la sensación de bajar a una sala de fiesta, produce sensación de estar escondido cuando te encuentras en ella. A partir de ahí fueron viniendo las conexiones de la noche, la gente, la fiesta y todo lo demás. El color rojo…no sé, me gusta, es un color vivo, erótico y venía muy bien con el tono de la obra. La historia transcurre en un tiempo, la noche, un espacio, la discoteca y una situación en la que las personas se encuentran. La noche hace que nos desinhibamos y que dejemos que la identidad se abre sin ponerle límites. Por eso es una discoteca y por eso es rojo.
-¿Por qué le produce tanta intriga el tema de la identidad de las personas?
-Desde pequeños nos educan para que nos definamos como personas, para que elijamos cómo somos. Pero luego piensas y te das cuenta que la vida avanza y que estamos en un sitio pero podríamos estar en otro, que podemos cambiar y por tanto que nuestra personalidad es mutable o múltiple. Creo que la identidad de una persona es como un universo del que no conocemos los límites y del que el ser humano aún no se ha decidido a iniciar el camino hasta su conocimiento.
-¿Es una obra apta para todos los públicos?
-Sí, ¿por qué no? Quizá es recomendable para mayores de 16 años por la temática que puede resultar complicada para los más jóvenes, pero no hay un límite de edad para que el público vaya a verla.
-Usted hace un teatro con temas que hacen reflexionar al público, en este caso, ¿sobre qué quiere que los espectadores piensen al salir del teatro?
-No pretendo que se lleven una idea fija sobre algo que yo piense. Hago un teatro en el que hablo de verdad; en el que me expongo a mi mismo. Pongo mis ideas, mis deseos, mis frustraciones, mis debilidades en el escenario, me pongo en el escenario. La labor del artista es trabajar la vulnerabilidad, llegar a ser capaz de desprotegerse para que el público pueda hacerlo también. Se trata de mostrar la oscuridad que las personas en la vida real no quieren ver o no se atreven a mirar de frente, para que al salir del teatro puedan tener otra visión de la realidad.
-Usa el humor como clave para escribir los textos y hablar de la vida desde los escenarios.
-Para mí el humor es una forma de vida, una manera de pensar. Cuando cuentas la vida con todas sus contradicciones y sus absurdas experiencias, a menudo producen risa vistas desde la lejanía, y esto se debe a que en la vida real estamos llenos de prejuicios que no solemos ver. Dejar al aire esas situaciones en un teatro lleno de personas pendientes de la historia, de los detalles, de las situaciones con las que intento que el público se identifique es algo que no todos pueden permitirse. Utilizar el humor para ello hace que sea más fácil de asimilar y entender.
-¿Cree que el teatro está bien valorado actualmente?
-Me gustaría que el teatro fuese más popular, que lo es, pero más aún. Supongo que es una afición a la que tienes que agarrarte desde que eres pequeño como a todo, si vas mucho al teatro de pequeño terminas aficionándote. A mi por ejemplo me llevaban mucho mis padres cuando era niño. En El Puerto la oferta teatral es mucha y buena. Creo que es necesario que exista mucha cantidad de teatro para poder encontrar calidad en las obras.
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