Cultura

Fernández, Caetano y Cortés abren la puerta grande en San Roque

  • Los novillos de Miguelín ofrecen un buen juego y el fuerte viento de Levante desluce algunas faenas de la primera de la novilladas del ciclo de Cajasol

La novillada sin picadores de ayer en San Roque tuvo como protagonista a unos de los peores enemigos de los toreros, después del toro, el viento. No dio tregua el levante a los alumnos de las escuelas que hicieron el paseíllo en el coso sanroqueño, que se las vieron y se las desearon para guardar las formas delante de los novillos.

Como ya ocurrió en Los Barrios el año pasado, los novillos de Miguelín no fallaron. Los cuatro erales de Curro Mateo dieron buen juego y tuvieron como denominador común la codicia, la entrega, y el querer coger siempre la muleta en cada embestida. El caso de los dos añojos fue similar, aunque se podía haber cuidado la presencia por parte de los organizadores, sobre todo por la imagen a la hora de matar. Ver un estoque en un animal tan pequeño es una estampa nada agradable y que puede ser utilizada en nuestra contra por los antitaurinos. Espero que se tenga en cuenta para las próximas novilladas.

La pena fue que el viento que no dejó ver en profundidad a los novilleros con los buenos novillos, pero no se que hubiera sido mejor. Para algunos el viento fue la excusa perfecta para no quedar en evidencia ante los buenos novillos.

El novillero barreño Hugo Iglesias, que abrió plaza con el novillo de mas presencia de la tarde. Faena marcada por la inseguridad propia de estar pendiente de la embestida del novillo y de las embestidas racheadas del viento. Otro caso similar fue el de Esau Fernández, el novillero de la escuela de Camas, que tras un comienzo de faena con muchos muletazos, terminó acoplándose con la noble embestida del de Miguelín y lograr sacar series por ambos pitones. Dejó constancia de estar bastante toreado y que pide el debut con caballos. La actuación de Tulio Salguero en el tercer novillo de la tarde tuvo pasajes de calidad con la muleta, aunque no terminó de romper con el de Miguelín.

Lo mejor de la tarde llegó de manos del francés Vidal Caetano, de la escuela de Ruiz Miguel. Aprovechó el gran novillo para cuajar una gran faena con planteamiento y sobre todo con personalidad, algo que le falta a los novilleros que comienzan. Gaetán la tiene y debe cultivarla.

Cerró la tarde Juan Cortés, de la escuela de La línea, quien dejó constancia de su corte de torero artista en varios lances con el capote y luego con la muleta ante un añojo que también se dejó. Éste es otro novillero que hay que cuidar mucho, tiene pellizco y eso gusta a los buenos aficionados. El debutante José Miguel Luz, de la escuela del Campo de Gibraltar, pasó la prueba, demostró ganas y buen concepto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios