manuel vicent
pregonero de la feria
"En cádiz son inteligentes, si no tienen plaza de toros"
"Aceptar el encargo de hacer el pregón es sobre todo una forma maravillosa de ir a Cádiz", contesta a bote pronto, entre toses, y de manera sorprendentemente sincera Manuel Vicent, el rutilante pregonero de la próxima Feria del Libro, al otro lado del teléfono. El escritor castellonense no parecía conocer muy bien los detalles de su participación en el acontecimiento cultural gaditano. "Es el 7 de mayo ¿no?, dónde es, supongo que habrá casetas", decía. El Baluarte de la Candelaria parece conformarle: "Ah, muy bien. Entonces hablaré de libros en la calle, libros al alcance de la mano, que se puedan manosear", avanza.
"El problema-explica- consiste en hacer que un acto que parece algo formal, protocolario, un ritual, con las autorides de turno, se convierta en un acto de verdad, sentido, que sirva para algo, que el que lo escuche o que lo oiga sienta el amor a la lectura. Sobre todo, llevar al público el convencimiento de que la lectura es la forma más barata de viajar, de volar, de subir a las nubes y bajar al fondo del mar, conocer otros países... con un libro en la mano".
Vicent sube en su entusiasmo cuando se le cuenta que la Feria está dedicada a Miguel Hernández: "Naturalmente, celebramos ahora el centenario. Es, aparte de un gran poeta, y de todo el patetismo de su muerte y de su memoria, una palanca muy fuerte para una feria del libro".
Declarado empedernido navegante del mar de Ulises, a Vicent le agrada la idea de dar su pregón en el Atlántico: "Cádiz está volcada hacia el mar, además a un mar que fue punta de lanza, de unión entre continentes, porque el mar es lo que une, no lo que separa. Tiene además todo lo que representa en la historia de la política española, aunque sea solamente como señuelo o como hito. Además, a mí siempre me ha parecido que el Mediterráneo sin el Atlántico no sería posible, el Atlántico es un mar digamos macho, está constantemente alimentando, a través del Estrecho de Gibraltar, llenado el Mediterráneo. Sin él el Mediterráneo se secaría".
Su alegría llega al máximo cuando le damos la noticia de que en Cádiz no hay plaza de toros, militante antitaurino a machamartillo: "¿No, ni cerca tampoco? Pues mucho mejor. Gente inteligente la de Cádiz. Podemos hablar también de eso en el pregón, por qué no". Concede que sí podría hablar de comida, otra de sus pasiones: "Es que todo es cultura, menos la taurina, que no es cultura. ¿Habrá algo que sea más cultura que comer, el acto místico más íntimo que se produce día a día? Porque uno al final es lo que come, a uno se le pone cara de lo que ha comido. Es un acto social, porque comer solo es un acto muy desagradable. Para empezar, compañero significa el que comparte el pan. En la comida, lo que resulta agradable y digestivo son los comensales. Lo primero que hay que procurar a la hora de comer es elegir bien a los compañeros. Y, comiendo, siempre será mejor hablar de libros que de basura".
ajubel
autor del cartel
"miguel hernández merece un cartel sobrio"
Alberto Morales ha imaginado el perfil estilizado de Don Quijote, ha fijado su mirada en la Y de Platero y Yo, ha cultivado sus pinceles para Celestino Mutis, ha recreado el mar de Cádiz, a los voraces lectores... En mil colores, con figuras divertidas, inocentes, algunas, casi infantiles. Y es que van "diez u once", dice el creador. Diez u once carteles para la Feria del Libro de Cádiz. Y ahora, en este 2010, en este veinticinco aniversario de la fiesta de las letras gaditanas, Alberto Morales, Ajubel, pega una vuelta de tuerca a su estilo desenfadado. "Miguel Hernández merece un cartel sobrio", cuenta, contento y satisfecho, con una obra tan descriptiva como simbólica.
"Creo que la intención está clara al primer vistazo. El poeta murió por lo que pensaba y por lo que decía, por eso he colocado como su boca esa navaja que, además, creo que es un elemento muy español", explica el autor del cartel que opina que "gráficamente" ha reflejado bien "quién era Miguel Hernández" y sus maneras "sin tapujos" de expresar su opinión.
"Es cierto que mis carteles anteriores han sido, quizás, más festivos pero esta fecha, la del cumpleaños del poeta, me inspiraba hacer una gráfica de este tipo", continúa. Un cartel de fondo azulado donde cobran protagonismo "tanto la boca como los ojos". Una boca convertida en navaja con los colores de la bandera española y unos ojos "profundos que en cierta manera también te cortan como navajas", valora.
De todas formas, Ajubel deja ahora la decisión en manos de los gaditanos. "Una vez que un cartel sale a la calle ya no es sólo tuyo, es de la gente. Ellos serán los que juzguen y los que aporten más significados, si quieren, aunque es cierto que esta vez he dejado poco margen a las interpretaciones", reconoce.
Esta vez, dice, porque el creador cubano afincado en este país desde hace muchos años es el habitual artífice de la imagen de la Feria del Libro gaditana. "Siempre es un honor. Es estupendo que sigan contando conmigo y, sobre todo, a mí me encanta porque recuerdo todas mis vivencias en Cádiz, las buenas experiencias que pasé viviendo allí y los amigos que aún tengo por la ciudad", rememora con un aire entre alegre y nostálgico.
Ajubel regresa, de alguna manera, a la ciudad con un cartel que te mira desafiante. La mirada inteligente, triste y siempre digna del poeta honesto y de palabras afiladas. Una interesante invitación al milagro de volver a beber de sus palabras eternas.
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