Cultura

Eterna pintura sin tiempo

  • La artista gaditana Carmen Bustamante ofrece durante estos días una doble exposición, en Santa Catalina y en Benot, que conduce por los atractivos juegos formales de una pintura absoluta y total

Galería BENOT.

Castillo de Santa Catalina

Cádiz

Su nombre forma parte de la historia artística más inmediata de Cádiz. Su clarividencia pictórica, su pulquérrima escenografía y, sobre todo, su lenguaje particular e intransferible, hacen de Carmen Bustamante una de las referencias más importantes que existen en Andalucía. Su personalísima manera de interpretar la realidad, la serenidad en la representación, el perfecto entramado plástico, la adecuada y exacta estructuración pictórica y las formas indiscutiblemente equilibradas en fondo y forma, patrocinan una pintura tan personal que podemos llamar, sin caer en modos exagerados, en una pintura a lo Carmen Bustamante.

En este Cádiz del Bicentenario era, por todo lo anteriormente manifestado, necesaria una exposición de esta artista, nombre significativo y afortunado de la actual escena pictórica gaditana. Por eso, me parece oportuno, sin lugar a dudas, la doble comparecencia de la Bustamante en la programación artística dentro de los acontecimientos conmemorativos del segundo centenario de aquella Constitución firmada en Cádiz en 1812. No obstante, debo decir que dada la importancia de la artista que se presenta y la trascendencia de su pintura, no hubiera estado nada mal que hubiesen sido los nuevos espacios del ECCO gaditano los que hubieran acogido la muestra que se presenta en el Castillo de Santa Catalina. Pero este criterio, a todas luces subjetivo, no debe desmerecer -ni en ningún momento lo hace- la gran comparecencia que tenemos la oportunidad de contemplar en los antiguos recintos cuartelarios y en la galería de Fali Benot, su sala natural de siempre.

A Carmen Bustamante su pintura la define como artista. Ella ha roto con las diferencias innecesarias que tanto daño han hecho al arte de este siglo. Con ella la modernidad y la tradición han perdido sus fronteras estancas para patrocinar una única realidad, la del arte total, la de la creación y la obra absoluta donde no existen entidades diferenciadoras. Su pintura es tan de hoy como eternos son sus postulados. Es una obra sin tiempo, sin edad y, mucho menos, sin complejos. Por eso, su pintura atrapa la mirada, asume la suprema realidad que ilustra y abre nuevas perspectivas, especialmente emocionante.

El paisaje tan maravillosamente estructurado, sin falsos virtuosismos epidérmicos, sino sólo mediante los bellos registros compositivos salidos de un portentoso dominio técnico, dejan en suspenso la primera mirada y transportan al espectador por un universo de diferentes sensaciones. El ojo se complace en una visión extrema y sin desvirtuaciones de la realidad; no existen interferencias extrañas que impidan la relación total con la obra. El que la contempla se siente invadido por una espiritualidad que patrocina serenidad, emotividad, inquietud y expectación.

La pintura de Carmen Bustamante no deja indiferente; impacta por los modos y por las formas, atrapa el contenido y el continente y abre los máximos horizontes en una contemplación que te hace sumergir en nuevos esquemas de esa realidad que ella tan bellamente estructura.

Los mínimos elementos del paisaje cercano a Cádiz, la escueta espuma sobre la arena mojada, el espacio eternizado de las dunas, las diferentes emociones que produce el mismo lugar a distintas horas, la realidad abocada a un abstracto contenido en la plasmación de un minúsculo rincón playero, la esencialidad del gesto, la abrumadora exactitud de una pincelada… Asuntos todos que llevan a emocionarnos ante una pintura que define a una artista, creadora de un estilo personal: la pintura a lo Carmen Bustamante.

Por todo esto, la doble exposición gaditana, apasionante juego de máximos y máximos, de serenidad, emotividad y espiritualidad en la forma creativa en el castillo y en la galería de Fali Benot, nos conducen por los atractivos y, a veces, imposibles juegos formales de una pintura absoluta y total y nos confirman que una exposición de la Bustamante dentro de los acontecimientos programados para la Conmemoración del Bicentenario es una segura apuesta por el arte grande; por una pintura, sin tiempo, sin edad y, mucho menos, sin complejos.

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