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Cultura

Estreno a los 40 años

  • Danza tendrá por primera vez un centro diseñado específicamente para sus estudios tras cuatro décadas de mudanza en mudanza por varios edificios del casco antiguo

Le llaman la 'clase hongo'. Desde la misma puerta se percibe un intenso olor a humedad que marea. Funciona como clase de música, aunque concentrarse en ella a veces debe de resultar bastante complicado.

La 'clase del hongo' es el perfecto ejemplo del estado en el que se encuentra la sede del Conservatorio de Danza 'Maribel Gutiérrez' de Cádiz. Más bien habría que decir la 'actual' sede, porque en sus cuarenta años de existencia la escuela oficial de Danza de Cádiz ha ido peregrinando de un edificio a otro de la ciudad, siempre de prestado, a veces compartiendo dependencias con otros estudios, pero nunca utilizando un edificio planteado y diseñado para dar clases de baile.

Cuarenta años en el Callejón del Tinte, pasando después por la Torre Tavira y de allí al Colegio del Campo del Sur para terminar, ahora, en otro colegio, Arbolí, ya desaparecido para dar clases de primaria y secundaria y del que heredó un gastado edificio, que a la vez se comparte con el Aula de Mayores.

Su último curso en el barrio de San Juan lo han impartido, hasta ayer viernes, 300 alumnos. De Cádiz, de toda la Bahía y también hay de Jerez, de Ubrique o de Prado del Rey. El año que viene, en la nueva Casa de las Artes, en el barrio de Astilleros, serán cincuenta más. Llevan un crecimiento constante e imparable: hace apenas tres años contaban con 150 estudiantes, la mitad que ahora. Y también la mitad de profesores, 14 frente a los 28 actuales. Todo hace suponer que cuando estén en la Casa de las Artes las matriculaciones experimentarán otro tirón. Allí la capacidad es de 430 jóvenes, por lo que hay espacio de sobra.

"Todos tenemos ganas de irnos. Estamos completamente ilusionados porque para nosotros es un sueño, sobre todo porque las instalaciones (que pudieron visitar en una pasada jornada de puertas abiertas) son espectaculares", cuenta ilusionado Antonio Sillero, director del centro.

"Los arquitectos nos pidieron información sobre los materiales adecuados. Insistimos mucho en el suelo, en las barras y lo cierto es que no solo nos han hecho caso sino que los materiales que se han utilizado han sido los de mejor calidad. Incluso profesores nuestros que han impartido clases en Nueva York me comentan que es el mejor centro que han visto". Lo cuenta Sillero mientras que recorremos el edificio del viejo colegio público, que una vez se marche Danza deberá retornar a manos del Ayuntamiento.

Cuenta la gaditana Maribel Gallardo, una de las grandes bailarinas españolas, que la Danza es sacrificio. Los chicos y chicas, desde los ocho hasta los dieciséis años, que aquí estudian saben lo que es sacrificarse. Junto a lo duro que son estos estudios y el largo viaje que hacen muchos de ellos para acudir a Cádiz desde otros puntos de la provincia, se unen las malas condiciones de las instalaciones que les han acogido los últimos años y que en su día provocó la protesta airada de todos.

Sillero elogia el esfuerzo de trabajar en estas condiciones tanto de profesores, personal de servicio y administrativo y, sobre todo, de alumnos. "Es muy duro para ellos porque tienen que compartir el tiempo con los estudios obligatorios. Los más pequeños tienen menos horas de clases, pero a partir de los once y doce años, éstas aumentan y tienen que venir, algunos desde otras ciudades, dos o tres horas cada jornada", a lo que unen la tarea diaria de sus colegios.

Un sacrifico y unas ganas de aprender que contrasta con un edificio que no invita a ello.

Salas y patios con las paredes caídas, aseos que se atascan cada dos por tres, una vieja instalación eléctrica que aguanta solo por milagro y frío o calor según la época del año. Y más si tenemos en cuenta que el suelo de madera, instalado sobre el viejo encerado escolar, es "piedra en comparación con el suelo que se ha utilizado en la Casa de las Artes, donde casi se flota". O las barras, la iluminación, y la sala para los vestuarios que en Arbolí en una habitación estrecha, siempre hasta los topes, y en Astilleros es una sala inmensa, como todo allí.

Margarita López es la secretaria del colegio. Su hermana melliza es la jefa de estudios. Las dos terminaron sus estudios con Víctor Ullate en Madrid. Su madre fue profesora de danza y presidenta de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos. Es decir, ella y su familia han vivido desde siempre, siempre, la danza y la propia historia del conservatorio gaditano, incluso cuando éste formaba parte del Conservatorio de Músico o cuando estaba adscrito al Conservatorio de Sevilla. Así que han visto todos los cambios posibles y la propia evolución de los estudiantes. "En Cádiz siempre ha faltado disciplina pero junto a ello siempre ha existido también un talento muy especial, que los propios profesores que vienen de fuera lo detectan, especialmente en el campo del flamenco".

El conservatorio gaditano imparte las especialidades de danza clásica, danza española y, desde hace poco, flamenco. Les queda pendiente la danza contemporánea, cuyos estudios han sido solicitados a la Consejería de Educación. Se espera lograrlo en un año, sobre todo ahora que se van a trasladar a las nuevas instalaciones.

La calidad del trabajo de los jóvenes estudiantes, que menciona Margarita López, ha sido destacado por quienes aquí han impartido clases magistrales y por quienes han triunfado más allá de nuestras fronteras, como Sara Baras en el mundo flamenco, y otros nombres de referencia en lo que se refiere a la danza clásica. Ahora, todo irá aún más a mejor en la nueva escuela. La secretaria del centro coincide con Antonio Sillero en los elogios a la Casa de las Artes. "Es una escuela increíble. Vamos a pasar de lo peor a lo mejor. No pedimos más".

Incluso el salón de actos del complejo de Astilleros, que se comparte con Música y Arte, aunque no es un auditorio sí supera todo lo imaginado "sobre todo porque aquí en Arbolí no tenemos espacio alguno para realizar representaciones". También piensan aprovechar el auditorio al aire libre que el Ayuntamiento ha construido en el nuevo parque Celestino Mutis.

La visita que realiza Diario de Cádiz acompañado por el director del centro (profesor de piano del Conservatorio de Música, que acabó dirigiendo Danza donde también hay asignados profesores de música) culmina frente a las taquillas donde los alumnos guardan sus pertenencias. La gran mayoría tienen las puertas destrozadas. Pasó hace un año, el pasado verano, cuando el colegio fue literalmente asaltado. La inminencia del traslado recomendó no gastar fondos, siempre escasos, en la reparación de este mobiliario.

En uno de los pasillos se acumulan cajas de embalaje preparados para la mudanza. En cuanto Educación indique la fecha del traslado al barrio de Astilleros, se pondrán a ello. Ganas no le faltan porque después de 40 años de existencia el Conservatorio de Danza va a estrenar, por fin, su primera sede.

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