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Cultura

Entrañable santoral

  • La artista Lita Mora desarrolla en 'Genius Loci' una propuesta contemporánea que bebe de los mitos y símbolos de la antigüedad clásica, basada en la economía de recursos plásticos

Lita Mora, junto a una de las obras expuestas en Benot.

Lita Mora, junto a una de las obras expuestas en Benot. / bernardo sancho

En su ciudad natal siempre es esperada con interés y entusiasmo una exposición de Lita Mora. Y lo es por su dimensión artística, por su particular concepción pictórica, por su lenguaje único relator de iconografías de mediatas mitologías, por su trascendencia creativa de intransferible potestad, por su verdad artística y por su esclarecedora posición ante una pintura personalísima ajena a cualquier situación impostada. Ella es una artista de larga trayectoria que ha dejado muy buenos argumentos en un arte de la provincia de Cádiz cuyo nombre ha llenado de importancia páginas de una historia en la que la obra de Lita Mora protagoniza, con toda la razón, un estamento lleno de fortaleza y personalidad.

En la línea de manifestar esa característica pasión por lo simbólico que anima la pintura de esta artista, por dar sentido a unas formas que son únicas y por crear una galería de mitos, signos y símbolos salidos del infinito pozo creador de Lita Mora, en el espacio expositivo de la avenida Ramón de Carranza se nos despliega un apasionante episodio artístico en el que los elementos definitorios de la pintura de esta autora suscriben una realidad mediata que transporta a pasajes de un tiempo eternizado protagonizado por esa particular iconografía que Lita suscribe con una especie de santoral formado por unos dioses de los lugares domésticos, lares de unas casas que en las pinturas de la artista gaditana pierden su identidad divina para alcanzar una feliz inmediatez. Series de "difícil fácil" conformación, de absoluta economía de medios plásticos, de gran sutileza pictórica, de fina línea dibujística y de sabias estructuras compositivas que recrean un estamento representativo donde todo es posible desde la suprema capacidad ilustrativa de esta artista para desarrollar una realidad simbólica con breves y escuetos trazos llenos, al mismo tiempo, de contundentes y explícitos gestos de exactas grafías aderezadas con una limpia disposición cromática.

Junto a los entrañables duendecillos familiares, Lita Mora nos presenta una serie de festiva idea protagonizada por simples platos de comida extraídos de publicaciones pretéritas que, para la ocasión, suscriben una realidad que, también, dejan en suspenso su primitivo concepto para alcanzar un sistema de bellas y volubles sensaciones, planteando parecidos registros y esquemas formales y ahondando en un sistema representativo resuelto desde el sabio y característico lenguaje de una artista convencida y convincente.

De nuevo, nos encontramos con la felicísima obra de Lita Mora. Otra vez nos acerca su universo donde el mito alcanza máximas posiciones; allí donde los signos, los símbolos, las emociones y los parámetros de un pasado eterno encuentran sutil eco en una escenografía de mínimos formales y poderosas y bellas estructuras significativas.

Lita Mora llega a su Cádiz natal como siempre, con las alforjas llenas de pasión creativa, de esencia pictórica, de fórmulas interpretativas personales e indiscutibles. Accede a la galería de Fali Benot con su marcada voz modulada en bellos tonos que la hacen única. Tenemos el privilegio de reencontrarnos con una Lita Mora, como siempre, feliz autora de una pintura sin reveces, portadora de los eternos postulados de un arte sin tiempo ni edad.

Lita Mora nos vuelve a situar en su bella iconografía que hace eternos los símbolos, los mitos, lo duendes -también la gastronomía- de unos lugares donde lo mediato se hace felizmente cercano.

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