La imponente fachada de estilo mudéjar del Teatro Falla se despojó en la tarde noche de ayer de sus ladrillos coloraos. Un camaleónico espectáculo en 3D envolvió el frontal del coliseo entre múltiples ilusiones ópticas que, al son del inmortal Amor Brujo del compositor gaditano, daba comienzo a los actos programados con motivo del centenario del Teatro Falla.

Apenas faltaban unos minutos para que el reloj marcara la ocho de la tarde, cuando la plaza Fragela se tiñó de azul. Un azul intenso proyectado desde el equipo técnico que las empresas Avivar y Estudio Paso Largo situaron en el centro de la plaza. Desde aquí se disparaban las imágenes que, en intervalos de diez en diez minutos, se sucedieron hasta las doce de la noche.

Imágenes que transportaron a los numerosos curiosos que se congregaron en la plaza hasta otros lugares, situaciones y sensaciones que nada tienen que ver con la realidad.

Para empezar, una preludio de luces malvas daban paso al gran cartel virtual que colgó de la portada: GTF, 100 años con nosotros. A partir de aquí, la aleación y fusión de elementos ópticos fue continua. Líneas blancas que trazaban a la perfección cada uno de los elementos de la fachada. Arcos perfilados en medio de una batalla de color. Ni un centímetro más abajo, ni más arriba. Un estudio pormenorizado de las dimensiones del teatro impidió fallo alguno.

Y mientras los memorables fragmentos de El Amor Brujo marcaban las ráfagas de luz, un bonito palmeral se plantó ante los espectadores, antes de fundirse en cientos de burbujas.

Pero no sólo se fundió en burbujas. Sino que también se desmoronó, se despojó de cada uno de sus ladrillos coloraos, para luego enfundarse nuevamente en ellos, convirtiendo éste, en uno de los momentos álgidos del espectáculo audiovisual, junto al repique final de las campanas. Quizás, en un llamamiento a la ciudadanía para participar en los actos de su centenario. Pasen y vean.