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Obituario

Adiós a la poeta y sus versos

  • Eduarda Vázquez (Arcos de la Frontera 1930, Madrid 2021)

Eduarda Vázquez (en el centro con un bolso) y a su lado, la autora del artículo, Blanca Flores. En la imagen, tomada en 1997, aparecen Antonio Luis Baena, Carlos y Antonio Murciiano, Juan de Dios Ruiz Copete, José Antonio Hernández, Aurelio Sánchez Mariscal, Cristóbal Romero y Carmen García Tejera.

Eduarda Vázquez (en el centro con un bolso) y a su lado, la autora del artículo, Blanca Flores. En la imagen, tomada en 1997, aparecen Antonio Luis Baena, Carlos y Antonio Murciiano, Juan de Dios Ruiz Copete, José Antonio Hernández, Aurelio Sánchez Mariscal, Cristóbal Romero y Carmen García Tejera.

“Hace pocos días, y en unas cuartillas para estas mismas páginas, señalábamos la manifiesta atracción que por los ríos andaluces siente el alcaraván, al que dejamos ‘abiertas sus alas en sostenido vuelo’: más nunca creímos que tan pronto iba a emprenderlo para dar nuevo testimonio de esa su predilección”.

“Y he aquí, que en este reseco Agosto, en el lugar donde el Guadalete, con más historia que agua, recibe al Guadalcacín, con más agua que historia y tan humilde y modesto que en vez de usar su nombre, –de la estirpe árabe que enseñorea entre los ríos andaluces–, se hace llamar por el tosco sobrenombre del Majaceite: en este punto, donde con la ayuda ajena, el Guadalete, oteando cartujas y presintiendo la salina pulsación de las mareas, comienza a ensanchar, ufano, sus riveras en las que pobladas y umbrosas, se enmaraña la zarzamora con el taraje y la adelfa; en este punto, repito, hemos visto al ‘Alcaraván’” (Pérez Mayolín, número XI de ‘Alcaraván’).

Fue en el verano de 1949 cuando Julio Mariscal propuso a varios muchachos de su pueblo la idea de agruparse, a raíz de sus experiencias vividas en Cádiz con los chicos de El Parnaso (el grupo que precedió a Platero). Así y en un Arcos de la Frontera dibujado y perfilado por José de las Cuevas como “fenómeno literario puro”, por su peculiar fisonomía, y “frontera entre la realidad y el sueño” para Gerardo Diego se gestó la creación del grupo. En el ‘taller literario’, donde lo difícil es no escribir o pintar, surge un nuevo colectivo para la “escuela de Arcos” (Murciano, Antonio y Carlos: Antología de los poetas de Arcos de la Frontera. Colección Alcaraván, número 5. Ayuntamiento de Arcos de la Frontera, 1958. El prólogo de esta antología fue redactado por el arcense y también escritor José de las Cuevas; las referencias citadas se encuentran en las páginas 11 a 16 de dicha antología).

Eduarda Vázquez nació en Arcos de la Frontera en 1930. Fue la única mujer que perteneció al grupo fundador de Alcaraván. Sus aportaciones aparecieron en los primeros diez números de la revista. Estudió magisterio, carrera que ejerció hasta el año 93. Su primer destino a Puerto Real le hicieron desligarse del grupo, no obstante colaboró con el grupo Madrigal y en La Voz del Sur. Su posterior matrimonio y destino a Ceuta, le apartaron de los grupos poéticos, como solía ocurrir con todas las poetas, como ocurrió con Pilar Paz Pasamar.

Sin embargo, Eduarda me confesó que guardaba gratos recuerdos de aquellos años de los comienzos y que nunca había dejado de escribir, que en sus libretas íntimas había escrito todos los días de su vida y que cuando la jubilación anticipada se lo permitió, le dedicó más tiempo a su afición preferida, escribir. Eduarda, que tuvo dos hijos y le gustaba veranear en Cádiz, vivía en Madrid y como poniéndose de acuerdo con otros poetas del 50, nos ha dejado en este mes de mayo, quizá sea para fundar quién sabe dónde otra revista literaria.

Alcaraván

Julio Mariscal y Antonio Murciano llevaban ya muchos años a vueltas con los versos. Antonio, desde su primera infancia en una habitación alta de la casa –abierta la ventana a la piedra gris del Cañuelo, a la primavera, temblando en el jardín del Castillo– copiaba a los clásicos en una libreta rayada, con una tinta extraña, color de tierra, y le leía sus versos a Manolo Manzano, su fiel dibujante, para que se los ilustrara con lápices de colores en unas anchas hojas de papel de barba.

Por otro lado, Antonio Luis Baena y Cristóbal Romero comenzaban ya a ensayar la canción tímidamente, disfrazando en ocasiones con una sonrisa, con una broma, su clara vocación que desde unos meses antes y en secreto habían puesto en práctica.

Juan de Dios Ruiz Copete y Carlos Murciano llegaron al verso de repente, con sincera sorpresa para todo lo que habían estado viendo desde fuera, ajenos a la inquietud que ya les rondaba la cabeza.Los seis decidieron unirse y formar el grupo al que posteriormente se añadirían Manuel Capote Benot y Eduarda Vázquez –la única mujer escritora del grupo–, ausentes del primer número de la revista pero presentes en el inmediato.

Alcaraván: La palabra sonora venía del Marinero en tierra de Alberti –“¡A volar!”–, porque entonces sentían al poeta cerca de ellos.

Las olvidadas y silenciadas. Un elevado número de mujeres de la generación del 50 pasaron de puntillas por las revistas literarias de la época y por nuestra Historia de la Literatura Contemporánea. La mayoría dejaron de estar presente en la vida cultural al contraer matrimonio y tener hijos. Por el imperativo contextual de aquellos años se vieron obligadas a abandonar sus carreras literarias. Sin embargo, entre las páginas de las publicaciones de la época han quedado los nombres de las que firmaban los pocos poemas que hemos podido rescatar y que hoy reivindicamos y recordamos: Carmen Conde, Pura Vázquez, Pino Ojeda, Lucrecia Gallé, Pilar Paz Pasamar, Carmen Guasch, Susana March, Celia Viñas, Carmen Ontiveros, Dolores J. Merino, María de los Reyes Fuentes, Flavia Seldom, Ana María García Gómez, Ángela Figuera Aymerich, Mercedes Chamorro, Luz Pozo Garza, María Antonia Sanz Cuadrado, Jean Aristeguieta, Conie Lobell, Anja Hegeman y Eduarda Vázquez.

‘Ella’“Rayo nacaradosu cuerpo de espuma;castillos de airesus sueños de luna;mar embravecidosus dos esmeraldas;despiertos sus besosque pierden y abrasan;corales en mármolsus labios divinos;tinieblas de nochesen sus negros rizos”.

(Vázquez, Eduarda: “Ella”. Alcaraván, n.2, 30 de mayo de 1949, pág.4.).

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