Juan de Dios Borrego en el 40 aniversario del yacimiento

“En el Teatro Romano de Cádiz lo acuciante sería intervenir en conservar el graderío visible”

  • El arqueólogo que ha realizado las últimas excavaciones en el yacimiento habló sobre la evolución del conocimiento del coliseo de Gades en el ciclo de conferencias que lo conmemora en el Museo

Teatro Romano de Cádiz.

Teatro Romano de Cádiz. / Julio González

Vinculado al Teatro Romano de Cádiz desde hace cerca de 15 años, desde que comenzara a preparar una tesis que el juicio del tiempo ha ido corroborando punto por punto, el arqueólogo Juan de Dios Borrego fue el protagonista de una nueva cita en el Museo de Cádiz con los 40 años del descubrimiento del gran monumento de Gades. Cuatro décadas en las que nuestro pensamiento sobre el yacimiento que se levanta frente al Paseo del Vendaval ha cambiado, ha evolucionado, por ello, el cordobés lo pone, nos pone, frente al espejo – como reza su conferencia–del tiempo para mirar al Teatro Romano cara a cara.

“Después de 40 años de investigaciones toca hacer un poco de introspección y contar cómo ha ido evolucionado la idea que se ha tenido del edificio. Cómo en los comienzos no se tenían datos ninguno, después se pensó como un teatro latino, después como uno helenístico para, por último, volver a la idea inicial de tener un Teatro Romano tipo, perfectamente conformado”, adelantaba antes de su intervención el arqueólogo que acometió esta labor a través de una serie de instantáneas, sobre todo, de la planimetría del yacimiento, mostrando cuatro plantas del edificio, más otra complementaria, deteniéndose sobre todo en el último dibujo que tenemos de este coliseo de finales del siglo I a. C. para solidificarlo con los datos arqueológicos que han arrojado las últimas intervenciones.

Trabajos que han sido realizados por Borrego –intervenciones para el drenaje de la galería, la excavación del vomitorio en la crujía sur de la Posada del Mesón y, la última realizada, en 2017, las Caballerizas en la Posada del Mesón y el área que quedaba por liberar del graderío y orchestra–, además de anteriores intervenciones como la de los pozos del Centro de Interpretación –realizada por Francisco Alarcón en 2009– y las excavaciones hechas por la Universidad de Cádiz en 2011, que confirman la monumentalidad de un coliseo de 400 pies de diámetro (118 metros de fachada a fachada) marcado por el diseño de la orchestra, de 100 pies (29,57 metros que incluyen la proedria, el balteus y la orchestra propiamente dicha), y con 30 metros de altura, en el que se podrían dar cita unas 10.000 almas.

Infográfico realizado por Miguel Guillén (Diario de Cádiz) sobre el Teatro Romano de Cádiz. Infográfico realizado por Miguel Guillén (Diario de Cádiz) sobre el Teatro Romano de Cádiz.

Infográfico realizado por Miguel Guillén (Diario de Cádiz) sobre el Teatro Romano de Cádiz.

Así, por ejemplo, descubrimientos como el del aditus (la entrada principal al Teatro) –que fue hallado por Borrego en la excavación de las Caballerizas donde también se reveló el frons pulpiti (el muro que sirve de límite del escenario)– ha determinado otra manera de concebir el acceso y la circulación del público. Así, si antes se pensaba “que esa entrada tendría que comunicar de algún modo con la galería anular (la galería visitable que todos conocemos)”, el hallazgo del aditus nos habla de un camino especial que comunicaba directamente el exterior del teatro con la orchestra, un acceso sólo transitable para los grandes mandatarios y magistrados que se sentaban en la proedia (el lugar más privilegiado del coliseo). “Ni siquiera una clase adinerada como la de los equites (caballeros) entraba por ahí”, explica Borrego sobre esta entrada que, supuestamente, iba desde la plaza de Fray Félix al centro del Teatro y, por el lado contrario, prácticamente desde el Arco de los Blancos.

Hallar el aditus no fue fácil, recuerda, sobre la última intervención en el Teatro “bastante complicada” puesto que, de partida, empezaba en una excavación que en 1997 realizaron Francisco Sibón y Ramón Corzo. Una campaña que se dejó sin terminar “quedando muchas estructuras a distintos niveles y aisladas unas de otras” por lo que se tuvo que actuar para homogeneizar el espacio y poder hacer una excavación en extensión”, recuerda Borrego que tuvo que desmontar un aljibe del siglo XVII que rompía estructura romana y excavar muros de época medieval hasta llegar prácticamente al muro del aditus donde, también otra gran revelación en estos trabajos, se encontró una necrópolis del siglo IV, “un periodo del que prácticamente nada se sabe de la ciudad”, compuesta por un recinto cerrado de 8 tumbas aunque sólo una había sido utilizada.

Esta necrópolis tuvo que ser superada para llegar al suelo del aditus donde esperaba “la sorpresa” de un muro de sillería de 2’30 de altura que “compensa, de algún modo” la falta de sillería que tenemos en el graderío” expoliado para su reutilización en la muralla y oros edificios. “Cuando tú bajas te encuentras un muro que te sobrepasa y con una imponencia tan grande que es fácil imaginar la proyección del graderío de un teatro enorme”. Un graderío del que ya se tiene también visión completa (desde el frente escénico a la zona superior) al hallarse en muy buen estado dos filas más de gradas, las primeras filas de la ima cavea que, a su vez, iba precedida de un escabel (reposapiés) cuya orilla terminaba en el praecinctio (pasillo).

Un graderío para el que el arqueólogo reclama atención en el nuevo proyecto que está a la espera de licitación: “No sé muy bien las pautas que se seguirán, pero creo que la intención es intervenir en la Posada y darle mayor espacio tanto expositivo como administrativo al Centro de Interpretación, pero lo realmente acuciante sería intervenir en conservar el graderío que está visible. Personalmente, yo priorizaría más la conservación de lo que existe a seguir ampliando el área abierta al público. Eso no quiere decir, lógicamente, que no se intervenga en la excavación, por ejemplo, de las Caballerizas, que todavía queda por finalizar, pero la prioridad sería conservar lo que ya hay expuesto al aire libre por la propia materialidad del teatro pues las capas de mortero se van disgregando poco a poco con el tiempo”.

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