El sector pesquero acusa a Junta y Gobierno de “dejarnos morir”
La Federación Nacional de Pesca Artesanal denuncia que “las administraciones venden millones de euros en ayudas, pero menos del 3% va destinado a proyectos de pescadores o sus embarcaciones”
FENAPA reclama la suspensión del plan andaluz contra el alga asiática por excluir al sector pesquero artesanal
Barcos amarrados y motores enmudecidos. Rostros curtidos por el sol y la sal que reflejan agotamiento y rabia. Desde Huelva hasta Almería, el sector de la pesca artesanal andaluza atraviesa la que probablemente sea su peor crisis en décadas. La causa tiene nombre japonés: Rugulopteryx okamurae, un alga asiática que ha colonizado los fondos marinos con una virulencia inusitada, bloqueando caladeros, atascando redes y asfixiando la economía de cientos de familias que viven del mar.
Pero la culpa no es únicamente del alga. La auténtica indignación brota, como el alga, desde el fondo: la desidia institucional, la falta de respuesta, el olvido sistemático. La Federación Nacional de Pesca Artesanal (FENAPA) ha alzado la voz en un durísimo documento de denuncia contra la Junta de Andalucía y el Gobierno central, a los que acusan de “dejación de funciones”, “abandono” y “vacío absoluto de gestión”.
Diez años de algas… y de silencio
La Rugulopteryx okamurae llegó a nuestras costas en torno a 2015. Diez años después, la federación pesquera asegura que no hay ni una sola medida efectiva en marcha para proteger al sector artesanal. El alga ha invadido los caladeros tradicionales, afectando a las especies objetivo de los pescadores, obstruyendo las redes y haciendo impracticable faenar en muchas zonas.
La Junta de Andalucía aprobó el pasado 23 de julio un Plan de Gestión del Alga Rugulopteryx okamurae. Pero lo hizo —según FENAPA— sin consultar ni a los pescadores ni a la comunidad científica, ni a la Dirección General de Pesca, ni a ningún órgano representativo del sector. Un “procedimiento opaco”, critican, “que obvia cualquier principio básico de participación pública y que desoye a quienes sufren el problema cada día”.
Desde 2019, FENAPA viene reclamando reuniones, alternativas de pesca y una estrategia coordinada. A pesar de cartas, escritos y encuentros con la propia Universidad de Málaga, el silencio ha sido la única respuesta. “Ni una convocatoria, ni una solución. Solo propaganda y marketing político”, lamentan.
El documento hace un repaso demoledor de la situación actual. Según FENAPA, el sector artesanal se encuentra al borde del colapso. “Nos están desmantelando. Dejándonos morir”, aseguran. Los caladeros están inutilizados por toneladas de algas que, lejos de retirarse, se acumulan día tras día. Las pérdidas económicas son ingentes, y la incertidumbre sobre el futuro, total.
Para mayor agravio, las ayudas públicas que supuestamente debían aliviar la situación han sido, en palabras de los pescadores, “un engaño”. Los fondos FEMPA (Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura), canalizados a través de los GALPA (Grupos de Acción Local del Sector Pesquero), han terminado —según denuncian— financiando “proyectos turísticos, paseos marítimos y empresas sin relación con la pesca profesional”.
“La Junta vende millones de euros en ayudas, pero menos del 3% va destinado a proyectos de pescadores o sus embarcaciones. ¿Cómo puede ser?”, se preguntan con indignación. Mientras, las cofradías pierden peso frente a nuevas organizaciones de productores que, según el sector, no representan ni comprenden la realidad del oficio tradicional.
Un plan que llega tarde y mal
La federación reclama la suspensión cautelar del plan de gestión aprobado en julio. “Ha nacido viciado de origen, sin participación ni consenso”, aseguran. Y proponen empezar de cero: una mesa de trabajo con todos los actores implicados, especialmente con los pescadores, y un plan específico para la pesca artesanal del litoral andaluz.
Pero no se quedan solo en las críticas. Proponen medidas concretas: Establecer alternativas de pesca en función del grado de afección de cada puerto; autorizar, por ejemplo, la recolección de la propia alga como recurso biológico (opción contemplada en la Ley de Pesca 5/2023);apostar por especies alternativas, como los bivalvos (almejas Venus Nux), cuya pesca experimental ya se practicó con éxito durante más de una década;flexibilizar el acceso a especies de valor, como el atún rojo o el pez espada, priorizando a los barcos artesanales con históricos de captura.
Además, exigen que se establezca un protocolo de retirada de la biomasa en todos los puertos andaluces, considerándola como recurso valorizable, con gestión coordinada entre Junta y Estado.
Una de las acusaciones más duras del documento es la aprobación del plan en pleno verano, sin avisar al sector, y como si de una resolución menor se tratase. Para FENAPA, se trata de una vulneración de las mínimas garantías jurídicas, ya que no se siguió el procedimiento administrativo adecuado ni se contó con informes científicos independientes.
Y ponen nombres: el consejero de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural, Ramón Fernández-Pacheco; el director general de Pesca y Acuicultura, Carlos Aldeguería; y la secretaria general de Pesca, Isabel Artime. A todos ellos se les achaca haber ignorado las peticiones urgentes y haber aprobado un documento “en el más absoluto secreto, con actores que nada tienen que ver con el sector”.
La federación habla incluso de posibles responsabilidades patrimoniales por daños y perjuicios al sector, además de la ya mencionada “dejación de funciones”.
Uno de los capítulos más polémicos del documento es el referido a la gestión de los fondos europeos para pesca. Según FENAPA, los GALPA han desviado sistemáticamente las ayudas a proyectos ajenos al sector. Citan, entre otros, ayuntamientos que han recibido subvenciones pesqueras para urbanizar calles o paseos marítimos, así como empresas turísticas que poco o nada tienen que ver con faenar en el mar.
La denuncia es clara: “Los fondos deberían estar sirviendo para modernizar la flota, mejorar la seguridad, la eficiencia energética, la maquinaria... Pero no están llegando. Y quienes deberían recibir el 100% de apoyo según la legislación europea —la pesca artesanal— están siendo ninguneados”.
Más allá de los números, el informe desprende un tono de profunda tristeza. Se está perdiendo algo más que empleos: una forma de vida. Oficios, tradiciones, conocimientos heredados. “La gente de la mar no puede seguir esperando”, advierten. “El mar no cierra por vacaciones”.
Aseguran que la falta de interlocución con las autoridades es total. La Universidad de Málaga, que colabora con FENAPA a través de un convenio con el Instituto Andaluz de Biotecnología y Desarrollo Azul (IBYDA), también ha sido ignorada. Ni siquiera se ha atendido a sus aportaciones jurídicas y científicas.
FENAPA ha solicitado formalmente la convocatoria urgente de una reunión para rediseñar el plan de gestión y adoptar medidas inmediatas. Pero, a fecha del 31 de julio de 2025, ninguna respuesta.
Lo que empezó como una alga exótica se ha convertido en una metáfora de algo más profundo: un sector que agoniza, atrapado entre redes vacías, promesas incumplidas y resoluciones que llegan tarde. La pesca artesanal andaluza, que durante siglos ha dado de comer a generaciones enteras, hoy se siente traicionada por quienes deberían defenderla.
“Que no digan que no lo sabían. Que no digan que no se les advirtió. Lo hemos dicho todo y lo hemos dicho claro. Solo queremos que nos escuchen. Y que actúen. Antes de que no quede nadie a quien salvar”, comenta a este medio la presidenta de FENAPA, Carmen Díaz.
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