La flota gaditana abandonó Marruecos por última vez en 2011 con la sensación de una vuelta repentina. Nada más lejos de la realidad, este retorno no se produjo hasta hace escasas semanas y bajo ánimos de crispación. La idea de un regreso rápido se topó de bruces con la enrevesada diplomacia, ávida y hambrienta de reuniones sin consensos.

Por el año 2011, una vez agotado el pacto pesquero con Marruecos de 2007, Europa hizo un intento de prorrogar por un año un acuerdo de pesca que se extinguía, pero a última hora unas cuestiones referentes a escasa rentabilidad e insostenibilidad ecológica paralizaron el visto bueno. Además, también el Parlamento Europeo exigió que Marruecos modificara su política con el Sáhara Occidental. No obstante, el pasado verano de 2013 las partes llegaron a un acuerdo para que 126 barcos de la UE pudieran explotar los recursos del mar marroquí, de ellos 44 eran pertenecientes a la provincia.

La lentitud en la aprobación de los acuerdos por parte de los hemiciclos europeos y magrebíes provocaron retrasos hasta este pasado estío. La firma de Mohamed VI ponía fin a toda historia de desencuentros y el protocolo entraba teóricamente en vigor el pasado mes de julio. Por ello, los primeros barcos gaditanos abonaron las licencias por adelantado, para empezar a faenar en agosto. Pese a todo, no fue hasta la celebración de una Comisión Mixta en Rabat, el pasado septiembre, cuando se emitieron unas licencias que eran reclamadas por los armadores desde el mes de agosto.

La llegada de las licencias, una vez celebrado este encuentro en el que se ultimaban los últimos detalles, no fue instantánea. Tras las protestas de los damnificados, la incertidumbre burocrática dio paso a la inseguridad en la mar. Los barcos de la provincia desestimaron en las últimas semanas acudir al caladero marroquí, a pesar de poseer los permisos, ante las coacciones y agresiones de una parte de la flota magrebí.

En resumen, las autoridades de ambos lados no olvidarán este periodo de tres años de vaivenes que ponen un punto negro a las relaciones euromarroquíes iniciadas en 1988 con el primer acuerdo bilateral.