Ozono troposférico: el contaminante viajero que daña al campo gaditano
El ciclo de formación de esta sustancia tóxica hace que esté más presente en zonas alejadas de núcleos de contaminación primaria, como ciudades o núcleos industriales
Prado del Rey, quinto pueblo más contaminado por ozono, tuvo mala calidad del aire uno de cada dos días
Pues, ¿no era bueno el ozono? ¿No era el escudo que nos protegía de los rayos del sol? Y lo es: el llamado ozono estratosférico, que flota en la atmósfera a cincuenta kilómetros de alto y filtra la luz ultravioleta. Otro caso es el del ozono troposférico, aquel que se forma a partir de otros contaminantes, activado por la radiación solar.
Así, explica Ecologistas en Acción, a diferencia de otras sustancias tóxicas como el dióxido de azufre o el dióxido de nitrógeno, el “ozono malo” no proviene de fuentes de contaminación directa, sino que es un contaminante secundario formado a partir del NO y otros compuestos emitidos por el tráfico, la industria y las calefacciones. La reacción química necesaria para que se forme el ozono se produce a través de la radiación solar, por eso primavera y verano son las estaciones con índices de contaminación más altos.
Curiosamente, su concentración suele ser baja en el centro de las ciudades y en los núcleos industriales, ya que los contaminantes directos lo descomponen con rapidez: el ozono es muy inestable y se deshace fácilmente oxidando el monóxido de nitrógeno, y volviendo a reconstituir el dióxido de nitrógeno (NO2) de partida. En cambio, dependiendo de la dirección del viento, la contaminación por ozono es mucho mayor en las áreas rurales, donde sería esperable un aire más saludable, afectando a la población y a los espacios naturales.
EFECTOS EN VEGETACIÓN Y EN SERES HUMANOS
Uno de los datos más preocupantes de este ciclo de generación es que la vegetación sufre especialmente la presencia del ozono, que interfiere con los procesos fotosintéticos y metabólicos y disminuye el crecimiento y la productividad de la planta. Los actuales niveles de ozono tienen responsabilidad directa en la caída de la productividad de cultivos como la patata, el tomate, los cítricos, el melón, la sandía o el trigo que, según lugares y años, puede descender hasta en un cuarenta por ciento.
La AEMA destaca a Italia y España como los dos países europeos con mayores daños de la contaminación por ozono sobre la agricultura, afectando en nuestro país según esta fuente hasta dos terceras partes de la superficie cultivada.
La vegetación natural también sufre los efectos de la contaminación por ozono, aunque hay algunas especies -las más esclerófilas, como la encina (Quercus ilex)- que son más resistentes, al reducir drásticamente los intercambios gaseosos en las horas centrales del día, evitando así la exposición a los niveles de contaminación más elevados.
En lo que se refiera a la salud humana, el ozono es un potente oxidante que ocasiona efectos adversos. Entre las consecuencias a corto plazo se encuentran irritación ocular, dolor de cabeza y fatiga o aumento de los nacimientos prematuros; mientras que entre los efectos a largo plazo tenemos alteraciones cognitivas, afección al desarrollo pulmonar, incremento de la mortalidad en las enfermedades crónicas y mayor riesgo de infarto. Unas dolencias que aumentan la probabilidad de aparecer entre los grupos vulnerables de población (ancianos, niños, embarazadas e inmunodeprimidos).
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