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Provincia de Cádiz

Y el oído pudo más que el hocico

  • Interminables escuchas telefónicas permitieron al Greco de Cádiz desarticular una poderosa red internacional de narcotráfico que fletó uno de sus veleros en Puerto Sherry

Cerca de Liverpool, en Nueva Gales del Sur, se localiza uno de los principales enclaves mundiales de asentamiento de los perameles, unos marsupiales que tienen entre sus principales características físicas su prolongado hocico, lo que les permite contar con un sentido del olfato muy desarrollado. Y en el mismo Liverpool nació y se localizó también durante cierto tiempo a M.M., un ciudadano británico de 43 años que, gracias a las investigaciones desarrolladas durante más de dos años por los policías nacionales adscritos al Greco de Cádiz, ha dejado de ser el cabecilla de una de las principales redes internacionales de narcotráfico. Paradoja o no, la operación policial cerrada ahora con un rotundo éxito ha llevado el nombre de Snout ("hocico" en castellano).

Pero si el hocico de los malos es prolongado, más lo es la capacidad auditiva de los policías de Cádiz. Interminables escuchas, la intervención de más de 150 líneas telefónicas y el esclarecimiento de un enrevesado y sofisticado sistema de comunicación permitieron llegar hasta la cúpula de la mafia y la detención, en suelos británico y español, de hasta 49 personas de diversas nacionalidades.

Las instalaciones de Puerto Sherry, en El Puerto de Santa María, vieron en 2007 los primeros pasos de esta investigación policial, después de que miembros de esta red delictiva adquirieran y fletaran un velero que levantó sospechas. El interés mostrado en este asunto y la compenetración habida entre la Policía Nacional, el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de El Puerto, Miguel Ángel López Marchena, y la Fiscalía Antidroga de Cádiz que dirige Ana Villagómez, han resultado cruciales para que este lento trabajo de investigación terminara dando sus frutos.

Como ejemplo de la ardua tarea desarrollada valga el dato de que uno de los cabecillas de la banda desarticulada llegó a usar hasta 15 números de teléfono diferentes, sin menospreciar las líneas británicas que eran derivadas de manera automática a otras en España para intentar borrar cualquier huella de comunicación. Grabaciones, correos electrónicas y faxes fueron estrechando el cerco policial muy poco a poco.

Pequeños desembarcos de droga usando contenedores y los diferentes viajes de M.M. a Sudamérica -desde el pasado enero estuvo en Colombia, Venezuela, Bolivia y las Antillas Holandesas, entre otros países- agilizaron el desenlace de una operación policial que, dirigida desde Cádiz, contó con la colaboración esencial de Fuerzas de Seguridad de países como Holanda, Colombia o Gran Bretaña. En este último país, por ejemplo, los agentes del SOCA británico desmantelaron varias redes de distribución de la droga, arrestando a 39 personas e incautándose de más de 3.000 kilos de hachís, 39 de heroína y 500 de cocaína.

En paralelo, y tras pinchar los teléfonos de M.M., el Greco de Cádiz siguió con sigilo la travesía del velero Dolphin Dance desde que embarcó 250 kilos de cocaína en Colombia hasta que fue interceptado días atrás frente a las costas de Galicia.

Piensan los investigadores que éste iba a ser el primero de varios viajes a través del Atlántico para desembarcar grandes cantidades de droga en suelo europeo. Si realmente iba a ser así, ya no se verá. Como tampoco se verá durante mucho tiempo a M.M. y a sus compinches (entre ellos a tres españoles igualmente arrestados) viviendo a todo tren en la Costa del Sol, conduciendo coches de alta gama, habitando mansiones de lujo y vendiéndose ante la sociedad ficticiamente como empresarios de postín. Porque, como dice el refrán, "al que bebe vino le huele el hocico". Y el hocico esta vez les falló.

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