Llegan los calabreses
Crimen organizado
La policía teme un aumento de la infiltración de la ‘Ndrangheta, la mayor organización criminal de Europa, en nuestro país y muy especialmente en Málaga y Cádiz
El pasado 15 de agosto la Policía detuvo en Ibiza a tres prófugos a los que la justicia italiana reclamaba por tráfico de drogas y organización criminal. Los tres, en la treintena, provenían de Calabria, una de las regiones más pobres de Europa, y eran miembros de la ‘Ndrangueta, que significa ‘hombría’ en calabrés. La policía italiana los tenía fichados dentro de la operación Anemone, por la que se había desarticulado meses atrás un grupo dedicado a la logística de trasladar la cocaína desembarcada en puertos de Algeciras y Rotterdam a Roma y Turín.
La noticia no tendría que tener mayor importancia. Todos los días se detiene en España a gente vinculada con mafias internacionales. Tampoco que les encontraran documentaciones de identidad falsa de alta calidad, estupefacientes, 35.000 euros en metálico, joyas de valor incluidos dos relojes valorados en más de 120.000 euros o sofisticados dispositivos móviles. El verdadero ‘tesoro’ de los registros fue otro: información. Las notas manuscritas que fueron requisadas son un filón para entender los planes que esta organización tenía para España. “Es la punta del iceberg de una estructura que está en fase de moverse por nuestro país”, dijo una fuente policial. No es tampoco novedad la presencia de miembros de la ‘Ndrangueta en España, pero a lo que se refería la policía era a algo más.
San Luca
Cada cierto tiempo en una sala del santuario de la Madonna de Polsi, en el pueblo de San Luca, situado en el empeine de la bota del mapa de Italia, se reúne el Crimine, donde están representados los patriarcas de las principales familias de la organización calabresa. Allí se hace balance de cómo le van los negocios a cada cual. Y los negocios ya no son los de hace cuarenta años, cuando a la ‘Ndrangueta se la consideraba la más tosca y pobretona de las tres mafias del sur de Italia, dedicada al secuestro y otras actividades criminales primitivas. Ahora la ‘Ndrangheta es la primera organización criminal de Europa con una facturación estimada entre los 50.000 y los 60.000 millones de euros al año, lo que la situaría como la cuarta mayor empresa de Italia, opera en cuarenta países y cuenta con unos 30.000 efectivos/empleados, todos calabreses.
El auge de los calabreses se produjo a principios de los 90 por los errores de sus dos máximos rivales y tras haberse matado entre ellos en una guerra intestina que dejó unos 600 cadáveres. La Cosa Nostra siciliana reaccionó a las revelaciones de Tomasso Buscetta, el primer gran arrepentido de la mafia, convirtiéndose en una organización antiestado, cuando durante toda la I República había formado parte de él. Los asesinatos de los jueces Falcone y Borselino, ordenados por el capo de los capos, Toto Riina, supusieron su declive definitivo y el proceso Manos Limpias puso al descubierto todas sus conexiones con la corrupción política. Por su parte, la actividad de la Camorra quedó al descubierto gracias a la infiltración del periodista Roberto Saviano. Su libro Gomorra destripó a la mafia napolitana.
Por esas grietas se coló la nueva generación de calabreses, que había estudiado en las mejores escuelas de negocios, firmado la paz y que supo ver su oportunidad en tres frentes. Por un lado, se arrimó al nuevo poder, personificado en la figura del magnate Silvio Berlusconi, al que entregó su paquete de votos; por otro, salió de su cueva y extendió sus tentáculos por el norte de Italia; por último, se asoció con los productores de cocaína sudamericanos de Bolivia, Colombia y Perú. Los productores los consideraron más fiables que a los sicilianos o los napolitanos para llevar su mercancía al muy lucrativo mercado europeo. La ‘Ndrangheta se presentaba como una estructura mucho más sólida donde la delación era improbable por los estrechos lazos familiares de sus componentes y por una liturgia anticuada, pero que generaba un fuerte vínculo identitario. De su organización no saldría un Buscetta, ni ningún Saviano podría infiltrarse.
En principio, el punto de entrada de la cocaína era el puerto calabrés de Gioia Tauro, que se convirtió en un coladero, pero luego extendieron sus redes a Amberes, Rotterdam y Algeciras. A día de hoy, la Interpol considera que el 80% de la cocaína que entra en Europa -y eso es mucha cocaína- pasa de un modo u otro, a través de alianzas con albaneses o las distintas ramas de la Mocromafia, que son los que hacen el trabajo sucio, por las manos de los calabreses.Sólo en el puerto de Algeciras se decomisaron en 2024 más de 36.000 kilos de cocaína, que será con seguridad una ínfima parte de lo que consigue entrar.
Pero hace tiempo que la ‘Ndrangheta se vistió de formal. Sus conexiones en Roma, Turín o Milán, donde controlan las ‘curvas’ de San Siro, están en multitud de negocios, principalmente la construcción y las obras públicas. Italia se le ha quedado pequeña a esta multinacional del crimen. Por eso no extrañó cuando se descubrió que una sucursal del Crimine operaba en Alemania. Lo reconoció la ministra del Interior alemana, Nancy Faeser, en sede parlamentaria en febrero de 2024: “La ‘Ndrangheta está firmemente arraigada en Alemania con una fuerza laboral de más de 500 miembros activos”. Habían tardado siete años en darse cuenta, cuando el fiscal de Reggio Calabria, Giusseppe Lombardo, les advirtiera e incluso desgranara las actividades que desplegaban los calabreses en su territorio, muy especialmente en Renania del Norte, donde se encuentra el mayor puerto interior de Europa: compra de propiedades, tráfico de inmigrantes, acerías, blanqueo de capital, falsificación de marcas, extorsión, narcotráfico y tráfico de armas. Además, se sabe que en este país cuentan con restaurantes, hoteles, negocios de lavado de coches o supermercados. Ahora, la documentación hallada en Ibiza hace temer a la policía que los calabreses quieran contar en España con una estructura parecida a la alemana. Si es que no cuentan ya con ella. Su sello es la inversión. El dinero ilícito acaba en la economía legítima, como recuerda el jefe de la Interpol, el policía alemán Jurgen Stock.
Costa Nostra
La relación de la Costa del Sol y las mafias italianas es antigua. En su libro La Costa Nostra. Las mafias en la Costa del Sol, el periodista Miguel Díaz se remonta a los tiempos de José Antonio Girón, ministro de Trabajo con Franco y conocido como el león de Fuengirola. Según Diáz, Girón ofreció refugio a los napolitanos y facilidades para invertir y lavar dinero siempre que no montaran escándalos. Nada de ajustes de cuentas. A los napolitanos les siguieron los sicilianos y, por último, los calabreses. Y todos cumplieron su parte del pacto inundando la costa de restaurantes italianos y pizzerías hasta que con Jesús Gil como alcalde de Marbella el ‘santuario’ se extendió a mafias de otras nacionalidades y se desató la violencia.
Las condiciones de Andalucía son ideales para un desembarco de la multinacional del crimen a gran escala. Nos hemos convertido en el lugar ideal para lavar dinero a través de la compra a tocateja de inmuebles en un mercado de vivienda como el andaluz que ha experimentado un crecimiento del precio del metro cuadrado en un sólo año del 15%. Un mero ejemplo del atractivo de nuestro mercado es que la potente inmobiliaria milanesa Dils ha entrado en España comprando la firma dedicada a viviendas de lujo Lucas Fox, muy activa en la Costa del Sol. En el último año en la provincia de Málaga un 38% de las transacciones inmobiliarias totales las hicieron extranjeros.
Pero sin duda Andalucía tiene para los calabreses un potencial logístico de gran interés en su principal negocio. Porque la ‘Ndrangheta es lo que es hoy gracias a la cocaína. Para empezar, el mercado español no es pequeño. Es uno de los mayores del mundo. 13 de cada cien españoles entre los 18 y los 65 años reconocen haber probado alguna vez la cocaína, que es un porcentaje que no sale en ninguna otra encuesta de Europa. En su libro ¿Una rayita? el periodista David López Canales analiza cómo esta droga ha dejado de ser un recreo de elites económicas para ‘democratizar’ un consumo que ni siquiera está mal visto socialmente: “Una nochevieja, un cumpleaños, unas fiestas locales… no extraña que alguien saque una rayita”, dice López Canales. Y uno de los motivos es que mientras los precios de cualquier cosa suben y suben, un gramo de coca cuesta en el mercado negro lo mismo que hace treinta años porque la producción y los consumidores no paran de crecer. Nunca hay escasez.
La cocaína, que antes entraba por Galicia o Barcelona, hace tiempo que ha encontrado su particular autopista por la misma ruta que el hachís y, principalmente, el Guadalquivir. Las siete toneladas de cocaína encontradas en una finca de Coria del Río el pasado mes de diciembre, el mayor alijo de esta droga transportada en narcolanchas, son el aviso de que la cosa se está poniendo seria y los expertos tienen pocas dudas acerca de quién está en última instancia, en algún punto de la cadena, detrás de esta estrategia.
La presencia calabresa en los clanes de droga del sur quedó patente en la desarticulación de la banda de los hermanos campogibralteraños conocidos como los Castaña. Fue la policía italiana la que identificó el nexo de unión de los narcos españoles con un grupo de 44 ciudadanos italianos en la Costa del Sol. Este nexo era un miembro de la ‘Ndrangheta que residía en Sotogrande y cuyo papel era que el acuerdo entre las partes se cumpliese. Los Castaña habían establecido una alianza comercial por la que el hachís que pasaban por el Estrecho tuviera como destino el norte de Italia. Tras esta operación, en la que fueron detenidos también los socios italianos, hubo que hacer otra en la que se detuvo a varios funcionarios de prisiones de Alhaurín de la Torre que colaboraban con los calabreses presos. A la policía italiana todo aquello no les sonó extraño.
El caso de Mario Palamara fue otro que avala las tesis de la policía española sobre la mayor presencia en la zona de los calabreses. Palamara era un amable italiano que se paseaba en bicicleta por las calles de Fuengirola. Cuando se le detuvo en 2022 era uno de los cien prófugos más buscados por la policía italiana y se le consideraba el cerebro del canal de entrada de cocaína entre Colombia y el puerto de Livorno. Se había zafado de la persecución de la policía de su país y llevaba refugiado en la Costa del Sol desde hacía siete años gracias a la buena cobertura que la ‘Ndrangheta ofrece a sus fugitivos. Aquí hacía poco ruido, pero eso no significaba que estuviera fuera del negocio. Durante su estancia en Málaga se dedicó a operaciones inmobiliarias, a recibir a otros calabreses y a seguir manteniendo sus contactos con Colombia para pactar cargamentos con destino a puertos españoles. Palamara era vecino de otro paisano, detenido el pasado agosto, que contaba con concesionarios de coches de lujo en Torremolinos y Marbella.
De mayor rango era Vittorio Raso, un vangelo, es decir, un capo, detenido en 2020 por la policía española y al que, vaya usted a saber por qué, la Audiencia Nacional decretó su libertad provisional por error. No se le vio más el pelo durante dos años hasta que cayó en un control de la policía local de Castelldefells. Había cometido el error de haber abandonado su ‘santuario’ malagueño para intentar dar el salto a Brasil.
"Todo se divide hoy entre lo que es Calabria y lo que terminará siéndolo”
El sigilo de la organización calabresa ya no le es suficiente para mantener la impunidad que había logrado hace dos décadas. En 2023 más de dos mil policías europeos intervinieron en una macrooperación donde se registraron en ocho países 150 domicilios, entre ellos varios en las provincias de Málaga y Cádiz. Hubo 133 detenidos, uno de ellos en Benalmádena. En Italia, el fiscal antimafia Nicola Gratteri es un martillo pilón y consiguió organizar un macrojuicio contra la ‘Ndrangheta obteniendo más de 200 condenas, pero él mismo reconoce que acabar con la mafia calabresa hoy por hoy es imposible. Es demasiado grande, demasiado líquida, demasiado poderosa.
Mientras, la 'Ndrangheta sigue con su plan. El primer mandamiento de ese plan es hacer el menor ruido posible, que los negocios fluyan y que la ‘junta de accionistas’ del santuario de Madonna de Polsi informe de buenos dividendos. Porque como se capturó en una escucha por la policía italiana a dos capos de la ‘Ndrangheta "todo se divide hoy entre lo que es Calabria y lo que terminará siéndolo”.Y el sur de España es para ellos una buena Calabria.
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