Provincia de Cádiz

"Hay que ser fuerte para estar 20 horas postrado en la cama sin nada que hacer"

  • El preso jerezano de 35 años en huelga de hambre relata su día a día en la cárcel de Tetuán

Los 49 presos con pasaporte español que cumplen condena en la cárcel de Tetuán no forman una piña. "Cada uno va a lo suyo y se busca la vida", explica Sergio Paradas, el jerezano de 35 años y portavoz de los diez reclusos que cumplieron ayer su tercer día en huelga de hambre para pedir que se respeten sus derechos y que se agilicen los traslados a España. El polémico indulto concedido por el rey de Marruecos a 48 presos españoles desató la indignación entre este grupo de presos españoles, que piden reglas de juego comunes para los presos españoles y prioridad a casos excepcionales, como el del camionero enfermo grave trasladado el martes.

Paradas, condenado a siete años de prisión por tráfico de drogas, no tiene queja del trato por parte de los funcionarios ni de las autoridades marroquíes. "La huelga no va dirigida contra ellos, sino contra nuestro país, porque el Ministerio tiene que velar por nuestros derechos", explica el preso jerezano, quien define su estancia en la cárcel de Tetuán como "lo más parecido a un infierno", del que dice estar "a sólo dos peldaños por lo cuesta arriba que se hace el día a día sin sentirte protegido por tú país".

No son las instalaciones, que dejan mucho que desear, el problema. Ni los funcionarios ni los presos marroquíes. Las horas muertas tampoco son el problema, pues "hay que ser muy fuerte psicológicamente para aguantar veinte horas postrado en una cama dándole vueltas a la cabeza y no derrumbarte".

El recluso jerezano expresa así su indignación ante el desconocimiento de los derechos que asisten a los presos españoles en las cárceles marroquíes, donde, por ejemplo, no se les permite asistir a los talleres que se imparten en prisión. "Hay cosas que fuera pueden parecer una tontería, pero las dos horas del taller aquí dentro te pueden dar la vida", relata el portavoz de los presos, quien dos años después de su ingreso ha logrado el reconocimiento de su insolvencia necesario para su traslado.

"Lo primero es saber cuáles son nuestros derechos y luego agilizar los traslados", reivindica Paradas. En Marruecos hay dos requisitos para pedir el traslado: "No tener ningún juicio pendiente, es decir, que la sentencia sea firme, y haber pagado la multa por tu delito, que en mi caso asciende a ocho millones de euros", señala el preso jerezano, quien lamenta los dos años de trámites con el consulado español para conseguir el papel que acredita su insolvencia.

"Lo malo es que ahora tendré que esperar otro año para el traslado y lo incomprensible es que hay algunos que se hacen en siete u ocho meses, mientras que a otros se les concede cuando les queda sólo un mes para salir en libertad. Entiendo que es por dejadez o por desinterés del Gobierno español, pero no tiene ningún sentido", explica Paradas en alusión a las trabas que encuentran los presos españoles para cualquier trámite. De ahí su intención de no abandonar la huelga, siempre que las fuerzas resistan, hasta que haya "un compromiso público o por escrito de algún responsable del Ministerio".

Paradas no elude su culpa: "Me cogieron con 1.200 kilos de hachís, ¿cómo voy a pedir que me perdonen? Asumo las consecuencias de lo que hice, de mi error, el mayor de mi vida, y tengo que pagar por ello, pero España en lugar de facilitarnos las cosas nos las pone más difíciles".

Con todo, se siente privilegiado en comparación con otros. "Yo duermo en una cama, pero hay compañeros que duermen en el suelo en una celda de 60 metros junto a otros 80 presos". La cárcel de Tetuán sufre problemas de hacinamiento. "El patio se ha quedado pequeño, las celdas también, las instalaciones son precarias y hay cero higiene. Para un módulo de 500 o 600 presos sólo hay veinte duchas; te duchas una vez a la semana", indica Paradas, quien no obstante insiste en que "no hay maltrato a los españoles".

Las familias juegan un papel fundamental en el ánimo de los presos, que buscan la proximidad geográfica para sentirse más arropados. "Ninguno de los que estamos aquí tenemos antecedentes y no queremos ser un papel metido en un cajón, porque detrás de cada uno de nosotros hay una familia que nos necesita", manifiesta Paradas, que rompe a llorar al acordarse de su hija, de la que lleva separado desde que tenía apenas ocho meses.

Ex camionero, Paradas recurrió al tráfico de hachís al quedarse en paro y no poder pagar la hipoteca y mantener a su familia. "No venía para hacerme millonario. Sabía que me la jugaba, pero más fuerte era la necesidad", explica.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios