Florentino, el joven que esbozó un 'primer' Novo Sancti Petri de Chiclana
Pioneros del turismo (VIII)
El presidente de ACS y del Real Madrid diseñó con 27 años un proyecto turístico en el poblado de Sancti Petri dos décadas antes de que La Barrosa se poblara de resorts
ANTES de ser el hombre que mueve los hilos, al menos los hilos que importan, desde los palcos del Bernabéu, antes incluso de fracasar en la política municipal madrileña y en las aventuras de la política catalana en Madrid y de comprender que el poder no estaba en la política, el presidente del Real Madrid y de una de las mayores constructoras del mundo, ACS, Florentino Pérez, fue un joven ingeniero de Caminos al que le encargaron desplazarse a Chiclana para ver qué se podía hacer con una vieja almadraba situada en un poblado llamado Sancti Petri. Era 1974 y Florentino contaba con 27 años. Su patrón era el que había sido su profesor en la Escuela Politécnica, un ingeniero de origen vasco llamado a ser el último alcalde de Madrid antes de las primeras municipales de la Transición: Juan de Arespacochaga.
Arespacochaga, que también era por entonces presidente de la Empresa Nacional de Turismo y accionista de la privada Fomento Centauro SA -en el franquismo intereses públicos y privados se diluían-, había comprado un año antes por 85 millones de pesetas al quebrado Consorcio Almadrabero el poblado pesquero y encargó a su aventajado alumno que viera qué se podía hacer ahí. Gracias a los planos que el actual alcalde de Chiclana, José María Román, reveló con motivo del 30 aniversario de la inauguración del primer hotel del Novo Sancti Petri a la periodista de El Español Laura Garófano, sabemos que el joven Florentino realizó un trabajo brillante, aunque a Arespacochaga le iba servir de bien poco cuando Defensa tomara prestada su adquisición y frustrara sus planes.
Pero eso no lo sabía el joven Florentino y se afanó en el trabajo que le había proporcionado el hombre que le iba a abrir las puertas del ayuntamiento de la capital. Que era un tipo brillante es indudable. Aunque su proyecto hoy sería rechazado por el informe medioambiental mas benévolo, para la época sus chalés de baja altura con embarcadero, espacio para hoteles y zonas comunes entre los caños y la propuesta de una depuradora, a lo que se añadía un concienzudo estudio de los coeficientes de marea y una imaginativa solución de esclusas, era lo más respetuoso que se había visto por entonces, al menos en comparación con las barbaridades que ya se habían ejecutado en la Costa del Sol.
Lo que tiene de pionero su trabajo es haber sabido esbozar las posibilidades de lo que años después se realizaría a seis kilómetros de allí en otro entorno natural complejo, como era la parte de la playa de La Barrosa que moría en Roche.
Para el Novo Sancti Petri faltaría tiempo y sería el empeño de inversores mallorquines, con Jaime Moll de Royaltour y la familia Fluxá de Iberostar a la cabeza, los que lo sacarían adelante con la complicidad del alcalde socialista José de Mier. Para ello, encargaron al arquitecto Juan Antonio Morro, también mallorquín y que había sido el responsable del Sherry Park en Jerez, que viera cómo encajar un grupo de resorts en un paisaje asilvestrado. Las soluciones ofrecidas por Morro sí se hicieron realidad y convirtieron a Chiclana en uno de los principales destinos turísticos del país con sus hoteles del todo incluido y los campos de golf. Otra cosa no, pero los mallorquines de traer turistas a sus negocios saben tela.
Mientras, el proyecto del ‘antiguo’ Sancti Petri de Florenitno se guardó en un cajón. Juan de Arespacochaga murió en 1999 sin ver realizado su ‘Sotogrande’ en Chiclana. Hay que reconocer que el Novo de los mallorquines superó cualquier expectativa que pudieran tener los dos ingenieros de caminos. Los herederos de Arespacochaga vendieron el poblado al Ayuntamiento de Chiclana en cinco millones de euros, que era prácticamente lo mismo que su padre había pagado 30 años antes. Pero en la mente de Joaquín Arespacochaga, que era el que llevaba las negociaciones, no estaba el antiguo poblado de pescadores, sino un negocio mucho más interesante con ayudas públicas a la industria. Aquel caso aún hoy colea y se conoció como Bahía Competitiva, en el que desaparecieron entre 14 y 25 millones de dinero público y nunca más se supo.
Por su parte, Florentino también volvió por aquí. Cambió su mansión de veraneo en el mallorquín puerto de Andratx por otra en El Puerto de Santa María, cerca del que fue su primer trabajo de juventud, cuando nadie sospechaba que se convertiría en uno de los hombres más poderosos de España.
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