Observatorio de la provincia

Por las costuras de Cádiz

  • Tres días y 606 kilómetros para recorrer las entrañas de la provincia por medio del transporte público

El panel de la sesentera estación de autobuses de Cádiz parece demostrar con sus horarios y nombres de pueblos que desde aquí se puede llegar a cualquier parte de la provincia. Me asalta una pregunta tonta: “¿Se puede dar la vuelta a la provincia en autobús?”. Me respondo yo a mí mismo: “Sí, claro”. “¿En cuánto tiempo?”, me pregunto. Y yo me respondo, de nuevo, un poco cansado de mi insistencia en el asunto. “En tres días. O menos. Pero sí, en tres días”. Willy Fogg debió pensar, como yo, que debería haberse callado cuando soltó que daría la vuelta al mundo en ochenta días, y eso que dar la vuelta al mundo en ochenta días, incluso entonces, estaba chupado. Dar la vuelta en autobús a la provincia tres días no es tan sencillo, al punto que les avanzo que perdí la apuesta.

Hay muchos condicionantes. El primero está en que la provincia es como es, que no es decir nada, ya lo sé. Me explico. Hay muchas provincias de Cádiz en la provincia de Cádiz, como demuestra que se mantengan reivindicaciones de crear novenas y décimas provincias. Y hay muchos elementos individuales que son la provincia de Cádiz porque así queda delimitado en una división administrativa. Hay zonas olvidadas, agujeros negros, separaciones imposibles. No, no es un todo compacto. De hecho, es un todo bastante disgregado. Esto es teoría, naturalmente. La práctica la vamos a encontrar cuando nos situemos el lunes 19 de octubre a las once de la mañana delante del antiguo snack bar de la estación de autobuses de Cádiz esperando el Comes que nos va a llevar hasta Rota pasando por El Puerto de Santa María. Digo lo del snack bar porque es la guinda de esta estación que conserva sus bancos de madera, un aire retro que se vendería bien en las tiendas kitsch de la zona chipén del Rastro de Madrid. Este Snack Bar quedaría niquelado en el salón del ático de un excéntrico arquitecto, alguien que hubiera transformado una central eléctrica en viviendas sociales o algo así. A lo que vamos, sale el Comes, puntual. Empieza el camino. Por delante quedan, exactamente, 606 kilómetros.

Esta es la crónica de un viaje que se inicia en la estación de Cádiz y que tiene en Rota su primera parada. Desde la localidad roteña, con la urbanización de Costa Ballena protagonizando el paisaje, a Chipiona y su sorprendente estación. El viaje por la Costa Noroeste continúa con la llegada a Sanlúcar y con las dificultades para alcanzar desde esta localidad Trebujena, lo que supone un paso obligado por Jerez, el centro neurálgico de la provincia en lo que a autobuses se refiere. Después de la costa, toca la sierra. De Jerez a Villamartín, pasando por Ubrique, antigua capital de la piel y ahora ahogada por el empuje del mercado asiático, según cuenta uno de sus habitantes. La gira por la sierra tiene continuidad en la visita a Puerto Serrano, una de las pequeñas localidades que se esconden en las cumbres gaditanas. La llamada Ruta de los pueblos blancos conduce hasta Alcalá del Valle, Setenil, el Gastor y de nuevo Ubrique para hacer noche antes de emprender la recta final del viaje. Jimena será la puerta de entrada a la Comarca del Campo de Gibraltar antes del regreso a la capital. Tras el paso por Tarifa, regreso a la Bahía de Cádiz vía Vejer y Conil. De Conil a Chiclana y allí directo a Cádiz en un concurrido viaje. Atrás quedan 606 kilómetros y más de tres días de viaje para conocer de primera mano las entrañas de la provincia.

Y aquí llegamos pasando por la cervecera, telegrafía, las piscinas, el balneario, la plaza de toros, lugares todos ellos inexistentes pero que alimentan la ficción de un pasado inmutable, como un deseo de detener el tiempo. Así es. Bajo del autobús. Snack Bar. Como Charlton Heston ante la estatua de la libertad. Snack Bar. Llovizna en Cádiz.

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