Vuelve el horario de invierno a nuestras vidas. El día amanecerá con más luz pero las tardes serán más cortas. De nuevo toca atrasar los relojes (aunque muchos de ellos ya lo hagan automáticamente). En la madrugada que va del sábado al domingo toca levantarse a las tres de la mañana para poner las manecillas a las dos. Lo bueno, que dormiremos una hora más.

Esta medida se toma el último fin de semana de octubre de cada año y en Europa la llevan a cabo todos los países menos Bielorrusia y Rusia. El pasado mes de marzo el Parlamento Europeo respaldó la abolición del cambio de hora en el año 2021, aunque son muchos los gobiernos que no tienen claro si quieren adherirse a esta propuesta.

La Eurocámara es partidaria de terminar con el gesto de adelantar o retrasar los relojes el último domingo de marzo y el último de octubre. Consideran que la razón por el que fue instaurado en los años 70, a raíz de la crisis del petróleo y para ahorrar energía, es insignificante e irrelevante. Según Bruselas, los ahorros energéticos son mínimos hoy en día, de entre el 0,1% y 0,2% del consumo eléctrico anual y este ha dejado de ser un argumento válido.

Los eurodiputados son partidarios de que el último cambio de hora para aquellos países que opten por quedarse de forma permanente con el horario de verano tenga lugar en marzo de 2021. Mientras, los países que prefieran mantener el horario de invierno podrán cambiar los relojes por última vez en octubre de 2021.