Todavía Navidad
El Califa vejeriego de las Highlands
Pioneros del turismo en Cádiz (X)
El hotel El Califa abrió sus puertas en 2001 sobre las ruinas de un almacén de grano adquirido por 200.000 pesetas cuando a un Vejer inmaculadamente blanco no iba nadie
UNA vez fui a Vejer y me crucé, trepando sus cuestas, con Carmen Posadas, la escritora que fue mujer del gobernador del Banco de España Mariano Rubio. La siguiente vez que fui salía de un bar Paul Weller, el que fue líder de los Jam y padrino del brit-pop de los 90. A la siguiente cené en un sitio en el que estaba cenando Jude Law, el Papa de The new Pope. Y a la otra trabé amistad con Paco Algora, que era uno de los personajes de Curro Jiménez y uno de los más valleinclanescos de nuesra troupe de cómicos. Me llevó a la balconada desde la que se ve Tánger para lanzar su grito: “Desde aquí se grita muy bien”, me explicó. Luego fui alguna otra vez a ver a Paco, a llevarle comida. Vivía en la indigencia en el mismo lugar en el que se paseaban la Posadas, el Weller y el Law. En una de ésas me enteré de que había un programa en la tele británica, Home of the sun, que regalaba casas en Vejer como el Un, dos tres... regalaba pisos en Torrevieja.
Cuando Antonio Morillo, el farmacéutico del pueblo, se convirtió en el primer alcalde de la democracia de Vejer a Vejer, encarmado en su peña, no iba nadie. Quién iba a ir. Morillo fue alcalde entre 1976 y 1991. Su eslogan tenía poco que ver con los que se escuchaban por aquella época. No decía voy a poner Vejer en el mapa o a Vejer no la va a conocer ni la madre que la parió. No. El lema de Morillo fue: “Cal hasta abajo”. Era un pueblo blanco ¿no? Pues que fuera blanco hasta sus últimas consecuencias. “Cuando llegaba la fiesta de la patrona en agosto las mujeres encalaban las fachadas y los patios de motu propio de arriba abajo”. Morillo construyó la identidad de un pueblo entre la sabiduría de los jóvenes vecinos que habían ido a la universidad y que no querían un pueblo andaluz al estilo sevillano con más y más color albero y más mosaicos rocieros y la sabiduría de las abuelas.
Sin todo esto no hubiera sucedido lo que sucedió con un surfista escocés que llegó de las Highlands a Los Caños en 1988 y, como por entonces por allí no había ningún sitio donde comer, se adentró hambriento en el pueblo ese del peñasco de arriba y pidió un bocadillo y le dieron uno de lomo en manteca. Su nombre era James Stuart. La cal de Morillo le cautivó.
Volvió los siguientes años, habló de ese lugar mágico en Escocia y dijo que iba a hacer una locura. ¿Pero hay playa en ese pueblo? No. La hizo. Montó una empresa de ciclismo rural y con el dinero que iba ganando se fue haciendo con unas cuantas casas hechas polvo. Cuando en 1999 se hizo por 200.000 pesetas (1.200 euros hoy) con la casa en ruinas de la plaza de España del siglo XVI que había sido un almacén de grano para hacer un hotel boutique sus amigos escoceses admitieron que definitivamente James se había vuelto loco.
Su asociación con una diplomada en Turismo, Regli Álvarez, fue decisiva para la idea que se le pasó por la cabeza. James Stuart había viajado con su padre durante su infancia por todo Oriente Medio, de Arabia al Líbano, y también había trabajado en Marrakech y, por supuesto, conocía Xaouen, la ciudad espejo de Vejer en Marruecos. Vejer, con sus casas encaladas, tenía todo el aroma de la cultura árabe y, al fin y al cabo, para comer lomo en manteca y tortilla de patatas ya había otros sitios. Por eso no tiró por lo bajo y decidió dar a esos escombros el nombre del Califa.
En 2001 abría el hotel El Califa con una pocas habitaciones y su restaurante. La obra de James Stuart era el broche que necesitaba el Vejer que había soñado Morillo. Ir a Vejer se convertía en una experiencia de parque temático sin parque temático. Todo era auténtico, incluido el aljibe de El Califa y sus berenjenas preparadas igual que se preparaban en Alepo. El éxito fue inmediato y el boca a boca funcionó como solo funciona cuando hablas de algo que no te puedes perder, un ‘no te puedes morir sin conocer Vejer. Eso es otra cosa’.
Vejer como uno de los pueblos más bonitos de España, El Califa en los ranking de revistas especializadas, reportajes en los suplementos de viajeros de todo el Reino Unido... Y así fue como Paul Weller y Jude Law llegaron por aquí. Y así fue uno de los éxitos más genuinos del turismo de la provincia de Cádiz.
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