Provincia de Cádiz

La agonía de los corrales de Rota

  • La intervención de tres administraciones públicas diferentes para ordenar el uso de esta enseña histórica de la costa roteña se ha convertido paradójicamente en un lastre para conservar este Monumento Natural

Los corrales de Rota son unos muros semicirculares de piedras situados en la costa en los que quedan atrapados los peces cuando baja la marea, lo que ocurre dos veces al día, aunque la falta de un plan de uso y gestión pone en peligro la continuidad de esta milenaria forma de pesca.

La intervención de hasta tres administraciones -dos consejerías de la Junta, el Ministerio de Medio Ambiente y el Ayuntamiento- para ordenar el uso de los cinco corrales está suponiendo un lastre para su conservación, a pesar de que desde 2001 fueron declarados Monumento Natural de Andalucía, según han coincidido en señalar políticos locales, ecologistas y asociaciones de corraleros.

También perjudican a los corrales la pesca masiva en el Golfo de Cádiz y las capturas indiscriminadas de los turistas en verano, motivo por el cual se han editado folletos para pedir al público que no voltee las piedras ni destrocen el delicado ecosistema del entorno.

El objetivo inmediato del Ayuntamiento de Rota es hacerse cargo de los corrales, que ocupan 110 hectáreas y pertenecen a la Dirección General de Costas aunque tiene concesiones a particulares, como ocurre desde hace siglos, para luego fijar adjudicaciones y una guardería ambiental que permita las capturas sostenibles.

Así lo reconoce el alcalde, Lorenzo Sánchez Alonso (Roteños Unidos), que insiste en la necesidad de evitar que los corrales "se sigan destruyendo" porque son un "referente histórico" con "grandes valores naturales y ecoculturales", según ha declarado.

El plan de uso y gestión se debate desde hace ocho años y, mientras se aprueba, los corrales se mantienen con la actividad de las dos asociaciones de corraleros -Unimar y Acor- que son las que hacen las capturas para propiciar la rotación de especies y arreglan los muros tras los temporales.

"La pesca está embrutecida", resume el concejal de Medio Ambiente de Rota, Antonio Alcedo, para explicar la bajada en las capturas de los corrales, que en el siglo pasado servían para apoyar el sustento de los agricultores o "mayetos".

Este concejal recuerda cuando su abuelo lo enterraba hasta el cuello en algas cogidas en los corrales, lo que le permitía aliviar su sinusitis crónica, "eso que ahora llaman talasoterapia y que cuesta unos 300 euros", apunta con ironía.

Los muros de piedras porosas están encalladas entre sí, y la argamasa para unirlos se compone de un conglomerado de moluscos, valvas de ostras y algas marinas, por lo que el hormigón empleado en algunas zonas en su reconstrucción impide la renovación de las especies marinas y las corrientes marinas entre corrales, según denuncian ecologistas y corraleros.

En su interior se capturan fundamentalmente chocos, lisas y pulpos, y el investigador Alberto Arias, en su libro 'Corrales de Rota', contabilizó en un año, entre abril de 2001 y marzo de 2002, la captura de 2.615 kilos de peces, 291 de pulpos y 334 kilos de choco.

En la orilla, los muros tienen medio metro de altura y conforme se adentran en el mar alcanzan 1,5 metros, mientras que la anchura se mantiene en un metro, y entre ellos se comunican con caños que se deben limpiar regularmente y que tienen rejas para evitar la fuga de los peces.

El agrónomo gaditano Lucio Junio Moderato Columela describía en el siglo I este sistema de pesca, aunque sin citar el lugar en el que estaban instalados, y la primera referencia escrita de los corrales de pesca "de Rota" data de 1399, cuando Pedro Ponce de León dona "los corrales de pesquería" al convento religioso de Regla, según el investigador.

En Rota existe la creencia popular de que los corrales, que también existen en la cercana Chipiona y en el Atlántico francés, son de origen romano, y algunos historiadores remontan su construcción a la época fenicia, cuando aprovechaban pozas naturales para colocar a su alrededor piedras y aumentar las posibilidades de capturas.

Un impuesto romano gravaba esta modalidad de pesca, una práctica que se prolongó durante siglos y que en la actualidad ya no existe, desde que en 1986 se hizo cargo de estas instalaciones la Demarcación de Costas, según David Campos, un concesionario de tercera generación y vicepresidente de Acor.

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