La NMAC muestra sus 20 años de arte en 'La naturaleza como atelier'

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Fundación Montenmedio Contemporánea edita con Siruela el catálogo ilustrado de su colección

"La máxima siempre ha sido que los artistas trabajaran con la provincia como punto de partida", afirma Jimena Blázquez

Jimena Blázquez, directora de la NMAC. / Aragón Pina

La familia de Jimena Blázquez adquirió, en el cambio de siglo, lo que fueron terrenos de propiedad militar para poner en pie una iniciativa que entonces era extraterreste: un centro de intervención artística al aire libre. La que sería directora de la Fundación Montenmedio Contemporánea tenía un doctorado sobre Rehabilitación de espacios abandonados y sus usos culturales y había viajado por distintos países en busca de espacios de intervención en la naturaleza, con la idea de reproducir una iniciativa semejante en la provincia gaditana. Conceptos como ecosofía, transformación ecosocial, que ahora suenan a moderno pero, hace veinte años, sonaban a otro idioma. De ese recorrido en el que, afirma Blázquez, nunca esperó llegar tan lejos, surge La naturaleza como atelier: un catálogo de edición especial publicado por Siruela.

Desde los inicios del arte, comenta la propia Jimena Blázquez en el prólogo del volumen, al que da brillo el trabajo fotográfico de Daniel Schaefer, “la naturaleza ha supuesto una fuente de creatividad e inspiración para los artistas desde el origen de la humanidad”. Los delicados osos de ámbar, las focas talladas, los gamos que saltan en las paredes iluminadas por el fuego. Nunca hemos salido del todo de aquello, ni siquiera cuando se produce el “gran giro del arte, el de la abstracción”, que se toparía muy pronto, cerrando de momento el círculo, con las obras de “intervención dentro del paisaje, modificándolo y adaptándose a él”. Precisamente, la premisa bajo la que nació, hace más de 20 años, la Fundación Montenmedio Contemporánea. “En el primer intento, cuando llamé a los primeros nueve artistas que queríamos que colaboraran, contestaron los nueve –cuenta Blázquez durante la presentación del título, un encuentro en el que estuvo acompañada por la periodista Mabel Caballero–. La verdad es que creo que siempre hay necesidad de hacer cosas nuevas”.

Punto fundamental fue también sido la creación de un programa de Residencias de Artistas, subvencionado por el Ministerio de Cultura y Deporte. Mediante estas becas, los creadores son invitados a residir y trabajar en la Dehesa Montenmedio durante un periodo de tres meses.

También ha contado, desde luego, la necesaria suerte. Blázquez recuerda por ejemplo el caso de Marina Abramóvic, la fotógrafa que ahora todo el mundo conoce pero que, al ser contactada desde Montenmedio, estaba en un limbo tras haber dejado su trabajo y empezaba a crear su carrera en solitario: “También para nosotros es muy importante ese momento de saber apostar y ayudar cuando se presenta la oportunidad”, añade la directora.

“Para mí –continúa– estos más de veinte años son sobre todo un premio a la constancia. Una firme creencia en el apoyo de los artistas y en la posibilidad de embarcarnos en proyectos ilusionantes”.

Uno de los principios que ha mantenido el proyecto era el tener a la provincia como punto de partida: “El mínimo común divisor era que todos los artistas llevaran a cabo sus creaciones con la provincia de Cádiz como atelier. Esto conlleva –continúa Blázquez– el involucrar a la industria cercana, y si los artesanos de aquí no sabían cómo hacerlo, pues se les orientaba, porque desde luego lo que hay es muchos recursos y mucha creatividad”.

Impresión del cielo, de Gunilla Bandolin. / D.C.

Otro de los puntos era tratar la naturaleza siempre como fuente de inspiración y desde el respeto: “Por ejemplo, la intervención de Gunilla Bandolin (Impresión del cielo, el graderío blanco en el que tiene lugar la presentación) estaba concebida para ser mucho más grande, pero es la propia naturaleza la que va dando las coordenadas. El blanco y la importancia del agua como elementos del sur, pero también peculiaridades como la luz intensa de las plazas de los pueblos fueron algunos de los aspectos, comenta Jimena Blázquez, que le llamaron la atención a la artista sueca. El impacto no siempre es el mismo, “hay algunos autores que no han captado el concepto y no hemos podido trabajar con ellos –dice–. Además, tienen que ir haciéndose al sitio, muchos llegan de noche a un lugar en medio de la naturaleza. Pero en general, trabajar tan cerca de África suele ser una inspiración”.

El tema de la luz suele ser una constante y, en el caso de James Turrell, un elemento nuclear que en su propuesta en Montenmedio concibió como un juego de perspectivas. La stupa de piedra de Second Wind refleja el resplandor captado de un trozo en concreto de cielo, al amanecer o al anocher. Verdes y púrpuras de luces del norte cuando fuera tal vez ya ha caído la oscuridad.

Por su parte, Huang Yong Ping trabaja a partir del contraste entre un exterior de búnqueres y un interior de hammam árabe, como un ejemplo de “interacción entre culturas”. Pero la exposición permanente también cuenta con obras como el puente de cerámica de Shen Yuan, las historias de amor talladas en los árboles de Aleksandra Mir o los paneles-colmena de Olafur Eliasson. Así, hasta 22 marcas que recorren el espacio en la linde del Parque Natural de La Breña, además de los trece ejemplos que el catálogo recoge en Belleza de lo Efímero.

Cuando Montenmedio echó a andar, llegar a Cádiz era para muchos como llegar a lo más remoto del mundo. La globalización terminó jugando a su favor. Cada experiencia con los artistas tiene, apunta Jimena Blázquez, su “propia historia” aunque trabajar en Montenmedio conlleva también el plus de ver trabajar a los creadores “fuera de su zona de confort habitual”. La premisa inevitable es que las obras no sean, por ejemplo, donaciones u otros trabajos desgajados del terreno, sino que han de ser trabajos realizados dentro, en, desde, para el entorno.

“Sigue existiendo una falta de conocimiento general respecto a lo que hacen los artistas contemporáneos. En principio, es cierto que el arte contemporáneo es una disciplina que puede echarte para atrás”, reconoce Blázquez. Eso qué es. No lo entiendo. El famoso sobrino que pinta como Rothko. Esa sensación de estar varias galaxias por detrás de donde se supone que deberías estar: “Pero, el hecho de tener esta experiencia en contacto con la naturaleza, de alguna manera –indica la directora de la NMAC–, hace que las barreras se rompan. Aquí no hay nada, por ejemplo, de lo que solemos asociar habitualmente con el mundo del arte. Este espacio no se concibe como un museo para que la gente venga y lo mire desde la distancia”.

Así, otra pata importante es la de la educación, ya que la Fundación entendió desde un principio la relevancia de acercarse a los centros educativos, con el apoyo de la Diputación de Cádiz y lo “necesaria que es la formación al respecto, incluso para el profesorado”.

“Tras todo este tiempo, además –prosigue Jimena Blázquez–, yo misma he ido aprendiendo qué significa contemplar el mundo desde la creación, donde se hacen presentes las distintas formas de leer el medio en el que vivimos”. Un ejemplo, indica, es la misma portada de La naturaleza como atelier, parte de la obra Viga madre, de Jacobo Castellano: “Una figura en principio difícil de entender, pero luego ves que ha querido representar el Palmar de la Breña, el tema de la inmigración... Te hace estar mucho más atento a todos esos otros lenguajes”.

Programación estival de la Fundación NMAC

Además del recorrido guiado, la NMAC organiza hasta el próximo 12 de agosto, visitas guiadas nocturnas bajo la luz de la luna llena. Todos los sábados de julio y agosto, a partir de las 21.30, es posible visitar la secuencia lumínica de la obra de James Turrell. Los fines de semana, hay gymkana familiar y talleres medioambientales; los jueves, talleres creativos para los más pequeños. El 5 de agosto, las instalaciones acogerán la actuación de la agrupación Musgö.

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