Elena García Pérez ¿Un cafelito?

Retrato a dos caras

Pepe / Monforte

10 de abril 2016 - 01:00

Hay gente que aunque estén las cosas como están, sueña, se atreven a soñar. Elena García Pérez, 35 años, nacida en el hospital de San Rafael, en Cádiz, viene a la entrevista con los ojos de color ilusión. Hay gente que no puede, ni quiere, disimular que está ilusionada. Por eso, para presentar su vieja furgoneta de los años 70 transformada en despacho ambulante de café viene acompañada de toda la familia, de Pablo, su pareja, 35 años, puertorrealeño, montador aeronaútico en Airbus y que también participa en la aventura, y también de Nuka, 2 años, una perrita de agua de pelo gris ensortijao que lleva en la boca, como gran tesoro, una botella de plástico desvencijada.

No hay duda de que Elena García, que también luce pelo ensortijao, es de las "echá palante". Su padre ya se lo dijo: "El mundo es de los valientes". Doctora en Ciencias Ambientales por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, voló hasta Holanda para trabajar y luego probó suerte en una multinacional española… pero no estaba a gusto, así que decidió soñar, cambiar de vida, encontrarse, buscarse las papas por sí misma. A Pablo y a Elena se les cruzó en el camino una amiga, Eme González Campllonch. Les contó que en las bodas la gente pide café bueno, que está harta del "agüichi". Así nació "Coffeeneta", una furgoneta que irá de evento en evento con una máquina de café para que los que lo añoran después de comé se acerquen a la felicidad.

Cogieron una Citroen de las que salían en las películas de Alfredo Landa… de los años 70. Todavía andaba. Pablo, que es un manitas y le gusta lo de los coches antiguos, se ha llevado seis meses restaurando sillones, poniendo aceite en el motor, sacándole brillo al panel de mandos… y la ha dejado niquelá. Hasta huele a nueva cuando te acercas, curioso, a echarle un vistazo.

A la antigua paquetera le han abierto una ventana por detrás. Es obra de Pablo. Esta se abre y se convierte en despacho de cafés, como si fuera un Bar Brim ambulante. Han instalado una cafetera profesional y llevan vasos de los que te lo mantienen calentito. Los avíos los colocan en una mesa cubierta de mantel de acuadritos coloraos y un cartel que se ilumina anuncia la Coffeeneta… el conjunto resulta coqueto, pero no cae en la cursilería.

Lo pueden poner descafeinado, cortito, largo, manchao y solo, el café de los muy cafeteros. También servirán infusiones y entre los planes de futuro está acompañar el cafelito con dulces de Medina… ya sólo falta tener de fondo el mar para acercarse a la felicidad en versión media tarde.

La prueba de fuego la tendrán el próximo 16 de abril en el Minigolf de Puerto Real. Los han contratado para una comunión. Ellos llegarán a los postres, con la furgoneta puesta, por aquello de la sorpresa. Elena sacará entonces su delantal color guinda con el anagrama de la empresa rotulado. Las uñas las lleva pintadas del mismo color y se pondrá a servir cafés a todo el que lo pida… incluso pondrá algún colacao, que la cosa va de niños.

Por el momento se tendrán que dedicar a eventos ya que la legislación española todavía no le ha puesto papeles a estos nuevos negocios de comida ambulante que, por ahora, no pueden vender sus productos por las calles. Esperan que les vaya bien y ya incluso se plantean exportar su idea del café ambulante. A los que quieran poner una Coffeeneta en marcha en otros puntos de España les ofrecen entregársela ya terminada, con la cafetera puesta, una especie de franquicia pero a ruedas.

Pablo espera que el nuevo negocio de la familia, en el que hasta la perrita Nuka parece estar ilusionada, salga bien. Se conformó con que a Elena "le salga igual que le salen sus tartas de queso".

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