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Grecia irrita a sus socios de la UE

  • Bruselas rechaza las medidas presentadas por Varufakis al considerarlas insuficientes y poco precisas El presidente del Eurogrupo confirma que Atenas se reunirá mañana con la troika

Bruselas reacciona cada vez más atónita al comportamiento de Grecia y considera más que insuficiente la reciente precisión sobre las propuestas de reformas enviada por el ministro de Finanzas heleno, Yanis Varufakis.

En el documento de once páginas enviado al presidente de Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, Varufakis propone las medidas previstas por su Gobierno para recaudar impuestos, reformar la Administración o ayudar a los ciudadanos en medio de la crisis. Una de las propuestas es reclutar a estudiantes, amas de casa o incluso turistas como inspectores fiscales encubiertos.

"Esas nuevas propuestas tienen poco que ver con los asuntos que todavía quedan por resolver", comentó secamente una fuente de la UE. "De las 20 medidas que los griegos tienen que tomar han presentado seis", señaló por su parte Dijsselbloem al diario holandés Volkskrant.

Dijsselbloem, por su parte, confirmó ayer que las nuevas conversaciones entre Grecia y los acreedores internacionales -la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)- se iniciarán mañana. "Estamos de acuerdo que no puede perderse más tiempo", explicó. Las negociaciones más importantes están previstas en Bruselas y paralelamente serán enviados "equipos técnicos" a Atenas, indicó.

Atenas confía en que se allane el camino para la concesión de ayudas en forma de créditos por 7.200 millones de euros. Pero no parece probable que esas esperanzas se cumplan pronto.

También genera malestar la falta de claridad que sigue habiendo sobre el presupuesto del país. Uno de los empleados de la UE explicó cómo recaba información al respecto de la web del think tank europeo Bruegel, en lugar de recibirla de Atenas.

Por otro lado, la idea de Grecia de superar sus necesidades de financiación con la emisión de más títulos a corto plazo (los denominados T-Bills) choca con el rechazo del BCE y la UE. La negativa del presidente de la institución monetaria, Mario Draghi, fue especialmente fuerte.

"El BCE es una institución que cumple las reglas", aseguró. Y entre ellas está la prohibición de imprimir dinero para financiar a un país. Y precisamente sería eso lo que haría el BCE, aunque de forma indirecta, si ampliase el límite para los T-Bills: los bancos griegos comprarían bonos para depositarlos como garantía en el BCE a cambio de liquidez. "No podemos hacer eso", advirtió Draghi.

En tanto, Atenas parece estar perdiendo la última confianza que le quedaba ante sus suministradores internacionales, que piden el pago por adelantado en los pedidos de empresas griegas.

Atenas no quiere aceptar que el resto de los créditos de sus socios internacionales no llegará hasta que ponga en marcha las reformas y lo acordado en la prórroga del programa de ayudas. Como consecuencia, la situación está paralizada. "Se está perdiendo tiempo que necesitamos urgentemente. Eso ya no es comprensible", afirman diplomáticos en Bruselas. Desde que Syriza llegó al poder, no ha pasado un día sin declaraciones desconcertantes de Atenas.

Y ya no queda mucho tiempo. El Gobierno de Alexis Tsipras se enfrenta a graves problemas. Las promesas electorales no son fáciles de mantener, pero el ala más izquierdista del partido presiona, y supone casi un 40% de los diputados. Estos parlamentarios reclaman que, de ser necesario, Atenas llegue hasta el final, es decir, a dejar la zona euro y volver al dracma. Pero según un sondeo del diario Efimerida ton Syntakton, sólo el 27% quiere romper con la moneda común

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