El legado que durante años han ido dejando los grandes coreógrafos y bailarines a la historia de la danza española sigue siendo algo vivo, capaz de adaptarse a los nuevos tiempos con sus mejores galas y brillar de nuevo encima del escenario. La Escuela Bolera, una de las grandes representantes de la danza de castañuelas y zapatilla, fue anoche la apuesta central del Ballet Nacional de España para su nuevo paso por el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, donde volvió a acaparar algunos de los mejores comentarios por parte del público.

Dirigido con maestría por José Antonio, que firmaba también algunas de las piezas que se pudieron ver en el Teatro del Generalife, el Ballet recuperó varias coreografías de grandes como Ángel Pericet, Victoria Eugenia, Antonio Ruiz Soler o Mariemma para revolucionar con un aire fresco y contemporáneo lo mejor de nuestra tradición. Seis sonatas para la Reina de España -con arreglos de Miguel Ángel Coria sobre música de Domenico Scarlatti-, Chacona, Zarabanda y un Mosaico andaluz integrado por las piezas Rumores de la Caleta -para la que se han recuperado los diseños de vestuario originales firmados por Salvador Dalí-, Córdoba, Puerta de Tierra y Eritaña completaron la primera parte de la actuación, que continuó con el espectáculo Danza y tronío, una colección de sonatas que Antón García Abril había recopilado con la intención de ofrecer nuevas estéticas y formas de hacer en la continua lucha entre defensores de lo clásico y del flamenco.

Fue una noche de reencuentros: el de la tradición más española con un Festival que este año mira más que nunca al otro lado del Atlántico, el del Generalife con un Ballet que ya en 2005 se encargó de que su reapertura brillara aún más a ritmo de El Café de Chinitas y también el de José Antonio con una ciudad que siempre ha aplaudido sus grandes apuestas.