Los hijos de Jennifer Lopez fueron los testigos preferentes de la boda de la actriz y cantante que ha formalizado su recuperada relación con el actor y cineasta Ben Affleck. Ya desde meses atrás, Jennifer se deshacía en elogios hacia su rescatado amor y lo elevaba a mejor padre del mundo. La vida ha dado un giro para ambos desde que hace más de un año volvían a reencontrarse y a descubrirse.

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La boda se ha celebrado el sábado por la noche en Las Vegas, revelada por la diva a sus seguidores y la ceremonia se celebró tras obtener la pareja la licencia del estado donde se ubica la ciudad del juego, Nevada, haciendo cola con otras parejas.

Tenían la oportunidad de que Elvis oficiara la ceremonia, pero el figurante estaba descansando en una habitación y la pareja prefirió no molestarle.

La íntima ceremonia, con la madre y los hijos de ella, se celebró en la capilla Little White Wedding y la pareja se ha fotografiado en un descapotable rosa donde se aprecia el vestido de bordados y transparencias, perteneciente a una película, de la deslumbrante artista y su amado posa con esmoquin blanco y pajarita.

"Nos casamos. El amor es hermoso. El amor es amable. Y resulta que el amor es paciente. Paciente de veinte años", proclaman tras haber tenido en esta oportunidad de volver a conocerse.

Jennifer López y Ben Affleck, en un estreno juntos.

Aseguran que fue un impulso: "volamos a Las Vegas, hicimos fila para obtener una licencia con otras cuatro parejas, todos haciendo el mismo viaje a la capital mundial de las bodas". "Hemos declarado nuestro amor al mundo a través del antiguo y símbolo casi universal del matrimonio", han comunicado los enamorados ídolos.

Han querido vivir una boda de película romántica, improvisada, sencilla, sin protocolos ni privilegios, con la marcha nupcial sonando por escasos segundos. "Fue la mejor boda posible que podíamos haber imaginado. con la que soñamos hace mucho tiempo y que hicimos realidad", subrayan.

Jennifer se vistió en la sala de descanso y Ben en el servicio de caballeros de la capilla. El deseo íntimo de muchas parejas de casarse de improviso, sin pensar y con el encanto de lo cutre cuando pretendidamente se busca que así sea.