La Reina recibió ayer el calor popular de centenares de fieles que la recibieron entre vítores y aplausos a su llegada a la basílica madrileña de Jesús de Medinaceli, donde un año más ha cumplido con la tradición de la Familia Real de venerar la imagen del Cristo el primer viernes del mes de marzo.

Hacía seis años que doña Sofía no acudía a este templo para besar el pie de esta imagen, con fama de milagrosa, y que congrega multitudes de devotos a los que no le importa pasar horas, e incluso días, para orar ante él y hacerle peticiones. La Reina, precedida de un importante dispositivo de seguridad, hizo aparición en la famosa parroquia donde se congregaban multitud de fieles devotos. Antes de que su coche oficial llegara a la basílica, la esposa del rey don Juan Carlos bajó la ventanilla del vehículo para saludar a las numerosas personas que esperaban turno a las puertas del templo, que la recibieron con un enorme y caluroso aplauso.

La Reina respondió a tanto cariño con una gran sonrisa de agradecimiento. Tras cumplir con la tradición y besar el pie de la imagen, doña Sofía conversó durante un buen rato con cofrades y los frailes capuchinos, para después abandonar la iglesia. A su salida se han repetido las aclamaciones, que dieron buena cuenta de que la Reina se escapa de la tormenta mediática que estos días soporta su familia. La costumbre de que un miembro de la Familia Real acuda todos los años a venerar el Cristo data de finales del siglo XVII. El año pasado fue la infanta Elena la encargada de mantener la tradición y hace dos años fue el Rey quien pasó por la basílica madrileña.