La furgoneta-bomba (una Citroen Berlingo) con la que ETA destrozó la casa cuartel de Legutiano fue robada en Francia el pasado 16 de abril. La organización terrorista habría tenido por tanto un mes para preparar el potente explosivo, amonal, según confirmó ayer Interior, en una cantidad aún no se puede precisar aunque podría alcanzar los 300 kilos y que buscaba una masacre aunque sólo acabó con la vida del guardia civil Juan Manuel Piñuel.

Los investigadores atribuyen el atentado al comando Vizcaya, que recibió el vehículo listo para explosionarlo. De momento, siguen intentando identificar a los autores. El coche que los terroristas abandonaron en su huida puede resultar un auténtico filón. De momento, se han hallado en el vehículo (un Peugeot 306 que debía ser destruido por un dispositivo incendiario que no funcionó) las llaves de la furgoneta-bomba y el pasamontañas que usó el autor material del atentado para evitar ser identificado por las cámaras de seguridad del cuartel.

Otra baza de los investigadores está en las cámaras de videovigilancia de la casa cuartel de Legutiano, que no resultaron dañadas por la explosión y que registraron la secuencia del atentado.

La furgoneta-bomba estalló apenas un minuto después de que fuera colocada, impidiendo al agente asesinado cualquier otra actuación que avisar a los servicios operativos, según fuentes de la lucha antiterrorista, aunque otras fuentes señalaron que al etarra mencionado le habría acompañado una mujer.

Los investigadores esperan que los restos de saliva del pasamontañas que hayan podido quedar en su interior sirvan para la identificación definitiva del autor material del atentado.

Asimismo, agentes del Grupo Especialista en Desactivación de Explosivos de la Guardia Civil desplazados desde su sede en Valdemoro (Madrid) han recogido restos de tierra del cráter que produjo la explosión, de casi tres metros de diámetro y unos 90 centímetros de profundidad.