España

21-0, fecha para enmarcar

  • Los líderes nacionales de PP y PSOE también se juegan mucho en las elecciones gallegas y vascas. La figura del presidente del Gobierno puede salir reforzada si Núñez Feijóo mantiene la mayoría absoluta

NO insistáis tanto en que va a gobernar Bildu, que la gente coge miedo y va a votar masivamente al PNV para evitarlo", pide un dirigente del PP vasco que evidentemente prefiere que gobierne el PNV a que lo haga la formación tan cercana a ETA. Teme que si se produce un vuelco a favor del PNV con un resultado apabullante de votos, los peneuvistas saquen del cajón su independentismo, que hasta ahora lo tienen guardado precisamente porque no quieren provocar una fuga de los simpatizantes nacionalistas que en ningún caso son independentistas.

Las elecciones del 21 de octubre en Galicia y País Vasco son -una vez más- un reto para los máximos dirigentes de los partidos nacionales, en este caso Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero también los candidatos están "contaminados" por la personalidad y el trabajo de los dirigentes nacionales.

La gestión del presidente de Gobierno afectará al resultado que obtenga su candidato, Núñez Feijóo, como afectó hace unos meses a Javier Arenas; ya nadie discute que si Rajoy hubiera tomado a su debido tiempo las medidas de ajuste que aplazó para no influir en las elecciones andaluzas, Javier Arenas sería hoy el presidente andaluz, el aplazamiento tuvo el efecto contrario al perseguido. El 21 de octubre los gallegos acudirán a las urnas más condicionados por la política de Mariano Rajoy que por la gestión de Feijóo, que puede presentar un balance muy positivo respecto al bipartito. Aunque la ideología interviene, evidentemente, Feijóo puede ser víctima también de los ajustes de Rajoy y, sobre todo, del hasta ahora nulo resultado de esos ajustes. La incógnita está en saber si Rajoy suma o resta. Siempre sumó en Galicia, su tierra, esa es la razón de que Feijóo le haya pedido que participe muy activamente en la campaña, pero en estos momentos también corre el riesgo de convertirse en un elemento de perturbación. De hecho Feijóo solo quiere la presencia de dos miembros del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, la mejor imagen del equipo de Rajoy, y Miguel Arias Cañete, que ha peleado insistentemente en Bruselas para conseguir incrementar la cuota del sector lácteo, fundamental para el sector ganadero gallego. Y estará Ana Pastor, por supuesto, pero no cuenta porque forma parte de los parlamentarios gallegos.

Rubalcaba cuenta con un mal candidato, Pachi Vázquez, al que va a intentar ayudar con todas sus fuerzas a pesar de saber que es mal candidato, la prueba es que hizo intentos, sin éxito, para relevarlo. Pero nobleza obliga. El reto de Rubalcaba es mejorar el resultado anterior y sobre todo impedir la mayoría absoluta del PP. Si no lo consigue sentirá en su nuca el aliento de sus adversarios. No acaba de cuajar como secretario general del PSOE, su equipo de dirección no convence, no ha actuado con energía ante el problema que más preocupa ahora mismo al PSOE, el rumbo del PSC, y entre los socialistas se ha asentado la percepción de que sólo ganarán terreno a base de capitalizar los errores de sus adversarios, no por méritos propios.

La detención del alcalde de Orense -Rubalcaba cometió el error de mandarle nada menos que a Gaspar Zarrías, ex brazo derecho de Manuel Chaves, para tratar de convencerle de que dimitiera porque estaba implicado en un caso de presunta corrupción- no facilita las cosas. Como tampoco lo facilita que, en el caso de que pudiera gobernar Pachi Vázquez porque Feijóo no lograra la mayoría absoluta, los socialistas tendrían que pactar con tres o cuatro partidos para gobernar. Lo que eso significa para unos gallegos que ya expresaron su rechazo al bipartito.

Antonio Basagoiti ha declarado que apoyará la investidura de Íñigo Urkullu si de esa manera impide que gobierne Bildu. Pero no repetiría la experiencia de firmar un acuerdo de gobierno, le separan años luz de los nacionalistas, por eso apoyó a Patxi López a pesar de que no había ganado las elecciones, quería evitar que siguiera gobernando el PNV. Ahora, con la irrupción de Bildu, mejor apoyar a los nacionalistas de Urkullu que a los que tan vinculados han estado ideológicamente a una banda terrorista, aunque el PNV ha radicalizado su lenguaje al introducir Artur Mas el debate independentista. Urkullu ha proclamado que no simpatiza con esa línea sino con alcanzar mayor grado de soberanismo, pero de momento ya se ha pronunciado a favor de que el País Vasco sea una nación de la Unión Europea.

Bildu, por su parte, consciente de que en estas elecciones se juega su futuro pues es su oportunidad de dar el salto definitivo si se hace con el gobierno, ha moderado su lenguaje… y su apariencia. Ha buscado una profesora de universidad y escritora, Laura Mintegui, que aparece en público bien trajeada con perfectamente cortadas chaquetas, y los restantes candidatos han abandonado su aspecto desaliñado para tratar de ofrecer una imagen de gente correcta y fiable. No han condenado a ETA pero insisten en la necesidad de trabajar por la paz y el abandono definitivo de la violencia. El resultado que obtengan el 21 de octubre depende en buena parte de que los vascos den credibilidad a ese mensaje.

¿Y Patxi López? El actual lehendakari no tiene ninguna posibilidad de repetir experiencia, ninguna de lograr más votos que el PNV, y muy pocas de que el PNV cediera la presidencia regional en una hipotética coalición.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios