España

"Es una bomba, una explosión de alegría"

  • El pensamiento más extendido entre los habitantes de Rota es que la llegada de miles de estadounidenses es una buena noticia porque los consideran un sinónimo de trabajo y prosperidad

A Manolo, el Huevo frito, una institución en Red Square, que era como llamaban los americanos de la década de los 70 y 80 a la plaza de Jesús del Nazareno de Rota por los night clubs que rodeaban el lugar y que eran propiedad de orientales, entre ellos el Tokyo, el más grande, le tocó hacer unas semanas atrás una carrera con el cantante Joaquín Sabina, que veranea por aquí. "Pues se lo dije, no se lo voy a decir... Que tanto piar, tanto piar...". "Perdón... ¿piar?", le contesta Sabina. "Sí, sí, los de la ceja, que si la guerra y que si tal cual y ahora estamos con tres guerras. ¡Tres guerras, Sabina!" Me quedo con la misma cara que se quedaría Sabina. "No entiendo". "Los americanos, amigo, los americanos. Son nuestros aliados, los que traen dinero".

Hoy, el que fue el club Tokyo, famoso por sus chicas inglesas, irlandesas y holandesas, es un bar que se llama Taberna Andaluza, pero Manolo, el Huevo frito, sigue en la parada de taxis, como lo estaba hace más de treinta años, "cuando tener un taxi era el mejor negocio de Rota. Un pueblo como el nuestro tenía 76 taxis, ahora sólo somos cuarenta y pico y la cosa va así así".

El pensamiento de este legendario taxista está muy extendido en Rota. La ecuación es muy sencilla. Americanos es sinónimo de trabajo y prosperidad. "¿Y si nos atacan, yo qué sé, los coreanos?", pregunto. "Ja, ja -se ríe otro que comparte tertulia en el antiguo Sussy's, que hoy es una cafetería heladería-, pues si nosotros somos el escudo antimisiles y nos atacan es que los coreanos han ganado la guerra".

"De aquellos 76 taxis, 30 hicieron fortuna y los otros vivieron la vida". Es Manolín, que lleva el taxi número 2, lo que imprime veteranía, un pozo sin fondo de anécdotas de "los buenos tiempos" y buen portavoz, con Juanito 41 (por el número de su taxi), de quienes vivieron más de cerca los años en que los americanos supusieron una lluvia de dólares en una localidad agrícola a la que la fortuna le cayó del cielo. Sostienen entre sus manos el periódico que anuncia el nuevo aluvión americano en forma de escudo antimisiles y Manolín define muy militarmente cómo ha caído la noticia. "Ha sido una auténtica bomba, una explosión de alegría. ¿Tú sabes lo que significan tres mil y pico americanos aquí? Esto no sucedía desde que teníamos el Canopus, que era el barco encargado de reparar los submarinos nucleares, los Polaris. Yo no creo que vaya a ser lo mismo porque aquello fue sencillamente irrepetible. Pero es riqueza, eso sin duda. Los americanos tienen otro concepto del dinero. Gastan".

Otro taxista veterano que prefiere que no salga su nombre relata lo que fueron aquellos años: "Mira, esto era muy sencillo. Eran chavales de veinte años que cobraban por semanas. Salían con 3.000 dólares en la cartera. Nada de tarjetas, todo dinero. Y salían para beber y follar, más para lo segundo que para lo primero. Cuando llegaba el barco (se refiere ala VI Flota), buscaban diversión. Durante muchos años su lugar favorito era el barrio Rompechapines, en Jerez, que eran tres calles repletas de burdeles".

Tras el alcohol y los puticlubs, el otro gran negocio de Rota eran los alquileres. Estamos en la plaza de las canteras, que en su día fue el lugar en el que se concentraban en chalés buena parte de las familias americanas que vivían fuera de la Base. Ahora, tras varias promociones inmobiliarias, es una plaza con pisos para españoles rodeado de bares irlandeses. Es aquí donde nos cuentan que la inversión anunciada por la OTAN puede ser una buena inyección para los propietarios de casas de la localidad, que son muchos los que invirtieron el dinero ganado de los americanos en los buenos tiempos.

Kerry McManus tiene un negocio de alquiler de coches y de seguros al lado de la Base. Fue de los empresarios que recogió los beneficios de la presencia americana y sobrevivió a su decadencia. "Ahora mismo los americanos son sólo una quinta parte de nuestra facturación. Cuando llegué en el 93 vivíamos exclusivamente de los americanos y muy por encima de nuestras expectativas. A partir de 2001 el negocio de la base se hizo insostenible para muchos empresarios. dejaron de anunciarse en el diario local y se fueron marchitando. Otros optamos por intentar retener el escaso mercado americano y diversificarnos. Hemos sobrevivido, aunque nuestro negocio siguen siendo los expatriados de Costa del Sol, de Sevilla... Los extranjeros siempre son un buen mercado".

Junto a la base siguen existiendo concesionarios de coches en los que se define claramente a su clientela: US Military Sales. Entre ellos una tienda de souvenirs llamada SpainArt cuya dependienta, Vanessa, está entusiasmada ante la perspectiva de una llegada en masa de nueva clientela. El reclamo es un cartel con la pintura de una folclórica a lo Lola Flores en el que se lee Gran Festival de Flamenco debajo de la leyenda your name here. "Les encanta personalizar los carteles, las camisetas. Es lo que hace funcionar la tienda. Y compran lo más llamativo para ellos: el toro, la flamenca, la jarra de sangría. Si compran ahora, que no son demasiados, cuando vengan más comprarán muchos más toros y flamencas".

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