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España

La UE diseña en Córdoba su nueva diplomacia tras limar asperezas

  • Los ministros de Exteriores respaldan a la Alta Representante Catherine Ashton tras las últimas críticas. El debate sobre los efectos del Tratado de Lisboa capitaliza el encuentro.

Lo dijo el ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, en los días previos a la cumbre de cancilleres europeos: "Córdoba es el lugar idóneo, por su historia, para el diálogo". La frase podía no pasar del tópico más o menos rancio, pero lo cierto es que ayer se convirtió, al menos en parte, en una realidad. Y es que el arranque de la cumbre informal de ministros de Exteriores que ayer y hoy se celebra en Córdoba, y sobre la que se intuían negros nubarrones en los últimos días, estuvo marcada por contra por la cordialidad y por el intento evidente de los cancilleres de limar asperezas ante una de las misiones más complejas que tiene ahora mismo sobre la mesa la Europa de los 27: diseñar una nueva diplomacia europea, cohesionada y sólida, ante el envite histórico que supone el crecimiento de países emergentes como China, India, Sudáfrica o Brasil.

En principio, la agenda oficial marcaba que el tema a tratar en la sesión inaugural por los ministros desplazados a Córdoba sería estrictamente el de la relación con esas nuevas potencias mundiales, pero lo cierto es que el debate, según confirmó tras la reunión el propio Moratinos, trascendió de ese límite tan estrecho y se extendió a lo que muchos barruntaban: la discusión sobre el futuro Servicio de Acción Exterior, o nueva diplomacia europea, que tiene que definir la UE según los acuerdos del Tratado de Lisboa.

A todo ello contribuyó la presencia en Córdoba de la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Ashton, que en algo más de cien días en el cargo ha tenido que apechugar con numerosas críticas por, por ejemplo, su tardanza en acudir a Haití o su ausencia en actos de máximo nivel como la cumbre de ministros de Defensa de Palma de Mallorca o la toma de posesión del presidente ucraniano, Viktor Yanukovich. A estas quejas por su falta de presencia pública se ha sumado esta misma semana la carta enviada a Ashton por el ministro británico David Miliband, laborista como la propia Ashton, en la que la alertaba del riesgo de que el polémico Servicio de Acción Exterior, que habrá de presentarse en abril, salga trunco desde su inicio por falta de representatividad. Detrás de las quejas se aprecian nítidas las tensiones entre los gobiernos de algunos países miembros y la Comisión Europea, ya que los primeros temen que esta última capitalice el proceso de creación de la nueva diplomacia común.

En este clima enrarecido es como llegaron ayer los ministros a Córdoba apenas pasadas las 15:00 en el AVE, pero lo cierto es que desde su misma llegada al Palacio de Viana se apreció que este encuentro informal, también conocido como tipo Gymnich, no supondría un cuestionamiento sobre la figura de Ashton sino más bien todo lo contrario: un reforzamiento de su liderazgo. A la postre, así fue, al menos de cara al público, y una muestra de ello fue la conferencia de prensa que la Alta Representante y el ministro Moratinos pronunciaron ante el más de centenar de medios de comunicación de todo el mundo que están acreditados.

El mensaje de la Alta Representante fue claro: el Servicio de Acción Exterior saldrá adelante con el consenso de todos y contribuirá a consolidar una Europa "sólida y estable" en un contexto mundial también "sólido, estable y próspero". La que fuese en su día líder de la Cámara de los Lores británica salió además al paso de todas las críticas recibidas en los últimos meses y dijo sentirse bien en su actual cargo, aunque reconoció la novedad que supone para ella compatibilizar "dos gorros", en referencia a su cargo de Alta Representante y al de vicepresidenta de la Comisión Europea. Abundó en ese sentido en su total confianza en que finalmente "todo encaje bien" y se encuentre "una síntesis" en la que se superen las diferencias que puedan surgir entre los gobiernos, la Comisión y el Parlamento europeos. La Alta Representante afirmó además que la carta enviada por el ministro inglés, que tanta polvareda ha levantado en las últimas horas, es una importante "contribución" que se enmarca en la petición de opiniones que ella misma había solicitado a los cancilleres. Por último, restó importancia a su ausencia en algunos actos recientes y señaló que ella debe compatibilizar su labor diplomática en el exterior con los trabajos para la creación de la nueva diplomacia común. Ashton excusó de este modo también su no asistencia a la cumbre entre Europa y Marruecos que comienza mañana mismo en Granada y aseguró que no tenía mucho sentido su comparecencia cuando está previsto que acuda a la misma el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso.

A las palabras de Ashton se sumaron también la declaración institucional del ministro Moratinos o las palabras del canciller del Gobierno Berlusconi, el ex comisario europeo Franco Frattini. Moratinos explicó en ese sentido que la primera reunión de la cumbre de Córdoba supuso un fuerte respaldo a la labor de Ashton, de la que dijo que es "una trabajadora incansable por el bien de los europeos". "En su agenda no tiene un solo minuto de descanso", afirmó. Franco Frattini se mostró por su parte convencido del papel que desarrolla la Alta Representante y la necesidad de que una persona como ella suponga "una sola voz de toda Europa ante otras potencias como Rusia o Estados Unidos". Fue, en fin, la tónica generalizada.

Más allá de la figura de Ashton, los ministros, según explicaron fuentes del Ministerio español, también propusieron otras cuestiones para reforzar la imagen de Europa. Por ejemplo, se sugirió que cuando un canciller europeo visite un país pueda hacer declaraciones en nombre de la UE si se trata de asuntos de política común o, también, que se puedan realizar viajes conjuntos de varios ministros. El objetivo de todas estas medidas, al igual que el de la creación del Servicio de Acción exterior, es el de lograr que Europa no dé una imagen de decadencia sino de solidez en unos momentos en los que la crisis puede provocar una caída de la importancia de su papel en el mundo.

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