Sainete

Filtrado el discurso de Ramón Tamames, queda la representación en un acto de la devaluación de la moción de censura

Ramón Tamames y Santiago Abascal, ayer, en el Congreso de los Diputados.

Ramón Tamames y Santiago Abascal, ayer, en el Congreso de los Diputados. / Javier Lizón · Efe

LA filtración del discurso que Ramón Tamames tiene previsto pronunciar en la moción de censura que Vox ha planteado a Pedro Sánchez, y que se debatirá en el Congreso de los Diputados el martes y miércoles próximos, es el remate increíble al sainete que ha montado el partido político de Santiago Abascal. Ya ni siquiera la celebración tiene el sentido de saber qué dirá el candidato.

Desde su misma presentación la iniciativa parlamentaria está guiada por el esperpento, la burla al mecanismo, de carácter constructivo, que la Constitución prevé para sustituir a un Gobierno sin que medien elecciones cuando éste pierde la mayoría parlamentaria.

La elección del candidato, un casi nonagenario de extracción ideológica muy distinta al partido promotor, la seguridad de que no está soportada no ya por una mayoría sino apenas por los diputados de Vox (aunque a la vista del contenido del discurso todo es posible y quizás ni sume eso) y el verdadero objetivo político de la iniciativa componen un fraude de ley que minusvalora nuestra democracia. 

La moción sólo busca censurar la nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y reforzar a Pedro Sánchez en su peor momento como presidente del Gobierno. Vox y Sánchez se necesitan para intentar disminuir la alternativa segura que, según todos los sondeos, es ahora el PP de Feijóo. 

Pero la moción es tal esperpento que probablemente sea una censura a la utilidad de Vox en la conformación de la gobernabilidad.

Sánchez y el PSOE siguen empecinados en la estrategia del miedo a la ultraderecha. No han aprendido nada del resultado electoral del 19 de junio pasado en Andalucía. Su estrategia de señalar la tibieza del PP respecto a Vox por abstenerse en la moción lo reafirma. Es un error para sus intereses. Alimenta la misma desazón en el votante moderado que entonces, que sólo veía una opción para cerrar el paso a Vox hacia el Gobierno: asegurar una mayoría suficiente al PP.

Éste hace bien en abstenerse. Debe ser duro contra Sánchez en su intervención, porque motivos para la censura no faltan, pero también ha de dejar claro que Vox no es el camino para asegurarse que sale de la Moncloa el presidente que ha pactado con los herederos del terror y que es sumiso con los separatistas hasta hacer desaparecer el delito de sedición que cometieron.

El sainete está escrito ya. En 33 folios. Sólo queda la representación en un acto de la devaluación de la moción de censura. Ojalá al menos sirva para comprender que las mociones de censura necesitan tener el requisito previo de contar con una mayoría para cumplir con su función y poder formalizarse, como sí ocurre en los ayuntamientos.

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