España

Rajoy está convencido del triunfo

  • Fe. El presidente se encuentra en forma a pesar de las dificultades para plantar batalla y pelear por la victoria el 20-D echando mano de algunos jóvenes valores del Partido Popular

NO está cansado como alguno de sus ministros, explica alguien que trabaja muy codo a codo con el presidente. Tiene buena salud, continúa, hace ejercicio y está en forma. Sin embargo, le entristecen y preocupan los resultados de Cataluña, o que no se reconozca el esfuerzo de su Gobierno para superar la crisis económica, o que el independentismo se haya asentado en un sector de la sociedad catalana y se le haga a él responsable de ese sentimiento, cuando viene de atrás. Y le ha dolido el comunicado de Aznar: "Le ha jodido anímicamente". El propio presidente expresaba su malestar en la entrevista con Gloria Lomana: "A la gente le hablo a la cara, no a través de comunicados".

Pero se encuentra en forma para ganar el 20 de diciembre. Sabe que no lo tiene fácil, pero va a pelearlo. Cree que si se empeña, encuentra los candidatos que cuentan con más simpatía de los ciudadanos, plantea una campaña imaginativa en la que piensa dejarse la piel, y no responde a las provocaciones de sus adversarios, con las que cuenta, puede continuar siendo presidente.

Sabe también que cualquier resultado va a ser peor que el anterior -imposible repetir los 186 diputados actuales- por el desgaste de un Gobierno que ha tomado decisiones muy duras para los españoles, a los que además no se explicó bien la necesidad de tomarlas, y porque además hay nuevos contrincantes, aunque Podemos no le quita un voto al PP. Pero Ciudadanos sí. A Rajoy lo han dejado sus gurús el informe del resultado de Cataluña y un número considerable de votantes del PP se han ido a la formación de Rivera y es posible que en las generales ocurra igual. Aunque esos gurús le cuentan que los votantes no se manifiestan de la misma manera en las generales.

En estos casi tres meses que quedan va a seguir volcado en el partido, como desde que se celebraron las municipales y las autonómicas y comprendió que tenían razón los que advertían que mal le iban a ir las cosas al PP si el presidente no dedicaba más tiempo al trabajo con la gente de Génova. Se siente muy cómodo con el nuevo equipo, cambia impresiones constantes con todos, aunque más con la secretaria general por razones obvias y con Javier Arenas, con quien tiene una excelente relación, de confianza plena, y es una persona que conoce bien las entrañas políticas.

Una de las decisiones que tomará en los próximos días es tender puentes a partidos regionales con los que podrían unificarse listas -no es la primera vez que se hace- tras la experiencia última de comprobar que las rupturas con Unión del Pueblo Navarro, Foro Asturias o el PAR han sido muy provechosas para los adversarios.

El presidente pretende también que tengan más protagonismo los miembros del Gobierno con mayor aceptación social, así como las nuevas figuras de la Ejecutiva. El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, se volcará con Javier Maroto en el País Vasco, donde el PP ha retrocedido de forma alarmante -voces cualificadas reconocen ahora que fue una mala operación relevar a Alonso como portavoz parlamentario: es un hombre brillante que se lleva bien con todo tipo de interlocutores, lo que no ocurre con Rafael Hernando- y se harán muy visibles en la campaña Soraya Sáenz de Santamaría -probable número dos de la lista madrileña aunque también Cospedal aspira a ese puesto-, Ana Pastor, García Margallo o Rafael Catalá, los ministros más valorados. A los que podría sumarse el nuevo titular de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, que ha resultado una sorpresa en positivo por su espíritu dialogante y su sentido del humor.

Eso no significa que el resto del Gobierno vaya a ser ajeno a la campaña, pero en otro plano. Bien porque sus carteras no provocan las mayores satisfacciones en la ciudadanía, bien por su carácter menos expresivo.

El resultado de las elecciones catalanas han sido malos, pero en la Ejecutiva del lunes se intentó poner al mal tiempo buena cara recordando que la previsión de tres meses antes era que el PP, que tenía 19 escaños, no alcanzaría más de 5 ó 6, y sin embargo el cambio de candidato y una campaña con todo el mundo volcado hicieron variar el panorama. Van a intentar que no continúe la fuga de votos a Ciudadanos, pero lo que más le preocupa al Gobierno y sobre todo a Rajoy es el desafío independentista de Mas.

Rajoy no confía en la palabra del dirigente de Convergència. Hasta agosto de 2013 mantuvieron un diálogo más o menos fluido pese a las discrepancias, pero Rajoy había quedado especialmente satisfecho de ese encuentro en La Moncloa porque Mas afirmó que cumpliría estrictamente con la ley y que su proyecto independentista se plantearía con la necesaria serenidad y cuando se dieran determinadas condiciones para plantearlo.

Ésa es la versión de Rajoy, que se vio desagradablemente sorprendido cuando, al regresar a Barcelona, Mas dio una interpretación muy distinta a lo hablado. Desde entonces, Rajoy sólo quiere comunicarse por escrito con el catalán, para que quede constancia de lo que propone y lo que responde a las propuestas de Mas, persona que ha perdido su credibilidad.

A Rajoy le preocupa el papel del PP en Cataluña y cuántos escaños puede aportar al nuevo Congreso, pero lo que considera prioritario es tener una respuesta adecuada a las iniciativas que tomen las plataformas independentistas en Cataluña, un desafío que influirá en la campaña. Para tratar de remontar el declive actual, quiere el presidente dar una vuelta a las listas electorales, los carteles son importantes.

La guerra, como siempre, desazona a un Rajoy que huye de lo que él llama "líos", porque hay que prescindir de personas que se sienten con derecho a continuar, debe tener en cuenta situaciones personales a veces angustiosas, hay que explicar a personas de lealtad incuestionable que es necesario que den un paso atrás, y tener perspicacia y visión política para adivinar quiénes son los nombres apropiados para atraer el voto y llevar adelante el proyecto del PP.

Esta situación se vive en todos los partidos, pero afecta fundamentalmente a Rajoy, no porque sea más o menos sensible, sino porque lleva en el PP desde que tenía 26 años -antes Alianza Popular- y conoce muy bien a todos los hombres y mujeres a los que tanto debe el PP y que ahora deben pensar en la retirada para dar paso a nuevos políticos que ya empiezan a hacerse visible.

Ésta es una generación a la que no pertenece el presidente, quien desde hace meses tiene ciertos nombres en la cabeza para hacerles hueco y que representen a un PP más atractivo, el partido que ha empezado a conformar cuando designó a los nuevos vicesecretarios para empezar la renovación.

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