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Laura Corsini | Diseñadora de moda y empresaria

“En moda, hoy se retoma todo lo loco que se hizo antes y se lleva al extremo”

Laura Corsini, en su tienda Bimani de la calle Cuna de Sevilla.

Laura Corsini, en su tienda Bimani de la calle Cuna de Sevilla. / José Ángel García

Laura Corsini (Madrid, 1990), de niña, ya diseñaba y hacía peluches con su madre. Cuando se planteó saltar a la moda, sería para crear su propio taller y que fluyera su talento creativo sin una voz superior que lo condicionara. Con apenas 21 años descubrió un tejido mágico que una modista china trabajaba en un pequeño local de Shanghái y con ese hilo a tejer y tintar sus sueños. Abrió su primera tienda Bimani en Madrid, luego en Barcelona, Valencia y Zaragoza. Y ahora desembarca en Sevilla con un concepto clásico y funcional, pero muy permeable a la calle, al contacto directo con la gente: sabe que las redes, el feedback con el cliente, conforman una herramienta vital hoy.

–Más difícil que ensartar un hilo en una aguja es dar con una idea triunfadora para un negocio. A usted se le encendió la luz en China.

–Fue hace doce años ya, encontré en el mercado de la seda en Shanghái a una modista que tenía un puesto de camisas y trajes de mujer, me encantó su confección y rebuscando me topé con un tejido que no se arrugaba, no hacía falta plancharlo y tenía muy buena calidad para camisas de mujer. Diseñamos juntas en el suelo, redibujamos el patrón e hicimos una primera camisa. Volví a España con esa camisa, su teléfono y un listado de colores, trocitos de tela. Le gustó mucho a mi familia y amigos y así empezó todo.

–Pero esa idea original, tan poética, necesita un desarrollo para darle cuerpo empresarial.

–Claro, estuvimos mucho tiempo haciendo una única camisa, una única prenda de varios colores. Al final me subí al barco del inicio de esas ventas efímeras que son los pop-ups, en Madrid fuimos la primera marca que lo hicimos. Ahí surgieron muchos puntos multimarca que llevaban a marcas jóvenes y tuvimos mucha suerte con eso. También coincidió con el inicio de Instagram y fuimos de las primeras marcas. Una instagramer, Paula Ordovás, vino un día a una venta mía, me dijo que me hiciera una cuenta y fue otro impulso.

–Las redes son tanto...

–En Instagram y Facebook hacíamos mucho ruido, aparentabas ser más grande, nadie sabía que yo estaba en el salón de mi casa decorando las camisas u otras prendas.

–En su ideario habla de “básicos apetecibles”. La gente cada vez tiene menos tiempo para planchar y va en sneakers a todos lados.

–Para ir cómoda, no tienes por qué ir desarreglada. Puedes ir con una camisa determinada y nadie sabe que es porque no se arruga, al final esa practicidad que da el 80% de nuestros tejidos, que no se arrugan, es porque queremos facilitar la vida a la mujer. Es cómoda no sólo porque te siente bien, también porque es muy fácil volvértela a poner, no hay plancha y ni siquiera hay que colgarla cuando la sacas de la bolsa. Básicos apetecibles son prendas como una blusita básica, fácil, que te hace ir arreglada. Ese punto de comodidad elegante.

–Que los jóvenes se cansen tan rápido de todo y necesiten continuos cambios beneficia al consumo, pero ¿no es una estresante carga para los diseñadores de moda?

–Lo es, siempre tienes el miedo de si lo siguiente va a gustar. En Bimani sí que es cierto que no creamos moda de la que rota, sino de la que perdura en el tiempo, y tenemos que seguir haciéndolo. Si se llevan ahora los vaqueros rotos, no vamos a hacerlos. Hay tendencias que son muy efímeras y no creo en ese tipo de moda, nunca la he consumido. Es cierto que los más jóvenes cada vez visten más así y es mi siguiente público. Visto más a una mujer entre 25 y 45 años, pero a la de 18 también tengo que conquistarla próximamente y ahí está el reto, estamos haciendo cápsulas más juveniles bajo el paraguas de Bimani Studio, en la que metemos prendas enfocadas a una clienta de una edad más concreta. Apostamos con esas cápsulas pequeñitas por tendencias que ahora gustan, y se está agotando todo. Esa moda gusta y debo hacerlo.

–Los 80 trajeron hombreras y calentadores, los 90 la ropa anchísima y los colores ácidos… ¿Qué trae esta década?

–Es difícil, todo es eclecticismo. Es un poco la década loca, retomar todo lo loco que se hizo e intentar llevarlo a un extremo mayor, hay demasiada moda y eso al final hace que la gente no sea fiel a nada. Preguntas a alguien qué tipo de moda le gusta y te responde que no lo sabe porque se lleva todo al extremo. Hay exceso de información. Pero la clienta percibe que tiene que tener moda de calidad en su armario y me alegro por nosotros.

–Acaban de abrir tienda en la calle Cuna de Sevilla, en su pleno corazón. ¿Qué le inspira la ciudad?

–Cuando conoces Sevilla, siempre tienes el deseo de volver en cuanto puedas, por esa gran energía que desprende y recibes. Ves a la gente relajada y que disfruta de una calidad de vida, eso se ve. Los andaluces en general sois disfrutones y quienes venimos de fuera nos contagiamos. La mujer andaluza me inspira mucho. Me impone abrir tienda aquí, pues la andaluza, y la sevillana en concreto, viste muy bien, a ver si nuestra moda le gusta. Una andaluza de por sí tiene mucho estilo en su forma de ser, de hablar, en su pelo… Las veo por la calle y me digo “qué mujeres más estilosas”.

–¿Cómo se toma ser influencer, además de diseñadora y empresaria?

–El año pasado cuando me casé, más de 75 mujeres iban vestidas de Bimani a la boda, fue una locura, y a todas les hicimos lo que quería. Sólo por eso me planteé que no me volvería a casar (risas). A raíz de eso hice más modas de eventos y también vi que la gente se metía más en mi vida personal, les divirtió mi boda y mi vida y tal, y creé otra cuenta de Instagram, la de Laura Corsini, y es curioso cómo tengo menos seguidores en esta, 60 o 70.000, pero tengo más público que ve mis stories diarios que los de la cuenta de Bimani, porque al final lo que a la gente le interesa es la vida personal. En la cuenta de Bimani no puedo contar que mi hijo tiene fiebre, pero esa vida que hay detrás de una marca, la gente la valora mucho y valora saber qué es lo que hay. No lo veo como algo malo, yo tengo que contar mi vida porque si no, la gente no entiende cómo lo hacemos en mi empresa.

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