Freddy Ginebra. Mecenas cultural

"Los caribeños somos muy teatrales a la hora de amar"

  • Es uno de los hombres más populares de la República Dominicana y de todo el Caribe. Escritor, presentador de televisión y eminente publicista, en 1974 montó la Casa de Teatro en plena dictadura de Joaquín Balaguer.

Freddy Ginebra (Santo Domingo, 1944) es uno de los hombres más populares de la República Dominicana y de todo el Caribe. Escritor, presentador de televisión y eminente publicista, en 1974 montó la Casa de Teatro en plena dictadura de Joaquín Balaguer. Por este lugar han pasado a a través de exposiciones, conciertos y conferencias todas las personas que tienen algo que decir sobre la cultura del Caribe y han surgido algunos de los grandes talentos del merengue, el jazz y la fotografía de esta parte del mundo.

-Ha sido usted de todo.

-De todo de todo, no. Es verdad que he trabajado hasta en un banco. Pero no he sido periodista, que era lo que me hubiera gustado ser, porque mi padre decía que periodista lo era cualquiera.

-Cuánta razón tenía su padre. Y resulta, no sé lo que le parecería a su padre, que acabaría siendo el mecenas de Santo Domingo.

-Bueno, en todo caso de mi Santo Domingo, que es muy especial porque me lo he construido alrededor mío. Construí un bar, un teatro, una biblioteca... Esa locura quijotesca de crear pequeños paraísos.

-Creó una Casa de Teatro en 1974 que ha tenido sus réplicas en otras ciudades como Medellín, se habla de Barcelona...

-Tal y como lo pone parece que he propuesto una cadena de supermercados... Mi idea era sencilla, ayudar a talentos a que encontraran su verdadera vocación. Es cierto que otras ciudades han reproducido ese lugar de encuentro para la creación.

-Unos cuantos personajes notables empezaron allí, en la casa de Santo Domingo.

-Sí, recuerdo a un jovencito Juan Luis Guerra, Michel Camilo, un pianista que es uno de los grandes jazzistas de nuestro tiempo... En una casa tan pequeña han pasado tantas cosas y han salido tantos talentos... Grandes compositores, pintores consagrados. No todos son buenos, es verdad, pero muchos son los llamados y pocos los escogidos.

-Tal y como lo cuenta, la Casa era como La Factoría de Andy Warhol, pero sin drogas.

-Pero con ron. Mucho cariño por el ron, que también hace lo suyo.

-¿Cómo le dio por ahí?

-Porque siempre he pensado que el de artista es el oficio que más se acerca a Dios. Dios fue el primer artista. El artista es un privilegiado. Lamentablemente, cuando hay necesidades, y siempre las hay, el arte ocupa la peor posición de todas, aunque el arte es lo que nos puede hacer cambiar nuestros estados de ánimo, actuar sobre nuestros sentimientos.

-Al dictador Balaguer no le haría ninguna gracia este asunto. Algo tan peligroso que actúa sobre los sentimientos.

-Eran años difíciles. Los que pensaban de manera diferente podían pagarlo con la vida. Muchos lo pagaron, de hecho. La Policía golpeaba a nuestros artistas y recibíamos amenazas discretísimas, algún cuídate mucho. La persecución a los comunistas y a los que no lo eran fue  brutal. Recuerdo que montamos en la Casa un concierto con Víctor Manuel, Ana Belén y Mercedes Sosa. Para nuestra sorpresa se autorizó, pero debió ser por el error de un funcionario. Fueron siete días de música en libertad. Cuando se enteraron, nos cerraron la Casa un tiempo.

-Pero usted nunca ha sido comunista.

-No, he querido ser buen cristiano, que es más difícil que ser comunista. Vivo en el intento.

-La Habana es casi como su segunda casa.

-Todos somos caribeños. Las afinidades culturales nos acercan. Y no hay lugar del mundo donde haya más y mejores músicos que en Cuba.

-Pero la vida bajo el castrismo tiene que ser agobiante.

-Por mi posición, yo sólo hablo de cultura. Como le he dicho, nunca he sido comunista. Lo cierto es que en el Caribe estamos muy cerca del imperio, que succiona las culturas, nos uniforma con su manera de crear. Está su música, que está muy bien, su cine, su televisión, pero tenemos que sostener y mantener lo que somos y lo que fuimos. Porque ahora está este imperio, pero dentro de poco el imperio será el chino y todos seremos chinos. Para no ser todos iguales, cada cultura tiene que abrirse a otras culturas pero también proteger sus raíces.

-Es inevitable que esa cercanía afecte a sus costumbres.

-Indudablemente, muchos de los nuestros viven allí y la influencia gringa está ahí, sí, es inevitable. Estamos muy penetrados culturalmente. Pero nos defendemos. Por ejemplo, en Santo Domingo se habla el mejor mal inglés de todo el mundo, se lo puedo asegurar. Nuestro mal inglés es un lenguaje universal. 

-¿Qué le hace enamorarse de las ciudades?

-Las ciudades me parecen muy hermosas, pero sólo las amo cuando conozco a su gente. Creo en los momentos, en los abrazos, en los besos, no en los escenarios por muy bellos que éstos sean. Por si no lo sabe, yo soy el hombre que más abraza del mundo.

-Todo esto que me cuenta es muy del Caribe.

-El Caribe tiene un folclore y se transmite a través del amor. Somos muy teatrales en nuestra forma de amar. Trasladamos el merengue y la bachata a los sentimientos. Los caribeños somos muy cariñosos. Estamos enamorándonos todo el día. 

-Qué estrés, ¿no?

-No crea. Cuando uno se acostumbra...

-Haití es el Caribe, es su misma isla, y es dolor.

-Es una parte de nosotros que nos duele mucho. Un país abandonado por el mundo, lo que nos obliga a asumirlo. Pero nosotros no podemos asumirlo porque somos un país pobre. Un millón de haitianos pasean por nuestras calles.

-¿Qué les separa?

-Una frontera, otro idioma, otra tradición.

-¿Y de España qué les separa?

-Pues somos muy proespañoles. No nos queda más remedio. Casi todas las grandes fortunas dominicanas tienen procedencia española.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios