Dogan Tiliç. Periodista

"Lamentablemente los periodistas sienten ahora menos vergüenza"

El periodista Dogan Tiliç.

El periodista Dogan Tiliç. / Daniel Pérez.

-En 1998 escribió Soy periodista aunque me avergüence de ello. ¿Sigue habiendo motivos para la vergüenza?

-Ese libro fue la base de mi tesis doctoral. Realicé 150 entrevistas a periodistas turcos y griegos y siempre había un momento en que me decían "siento vergüenza", "me avergüenzo"... La vergüenza es un sentimiento humano importante. Si hay vergüenza hay esperanza, hay oportunidad para rectificar errores. Lamentablemente ahora se siente menos vergüenza. Los periodistas hacen ahora cosas peores pero no se dan cuenta. Han cambiado los roles. A los periodistas con los que me entrevisté sólo les preocupaba transmitir la verdad y hoy día los ídolos de los jóvenes son estrellas del periodismo que ganan dinero y tienen fama, pero transmitir la verdad y asumir riesgos no es su objetivo.

-O sea, se siente menos vergüenza y hay menos esperanza.

-Correcto.

-En ese escenario, ¿cómo es la salud de la libertad de prensa?

-Históricamente la prensa y los periodistas han estado sometidos a dos amenazas: los gobiernos y los dueños de los medios. Hasta los años 80 los periodistas eran los dueños de los medios, pero desde entonces han entrado otros holdings, grandes empresas de sectores como la energía, finanzas, industria militar, turismo..., que han agregado el periodismo como una actividad más. Es muy difícil cumplir los principios básicos del periodismo teniendo una actividad tan diversa y con tantos objetivos.

-Son un riesgo.

-Claro. En los últimos años, además, ha surgido una tercera amenaza porque hay menos periodistas que respeten los principios fundamentales del periodismo. Los más jóvenes, que no tienen como modelos a periodistas clásicos y tradicionales, tienen la falsa creencia de que el periodismo es repetir sin opinar ni criticar lo que dicen los poderes económicos y políticos. Esa falsa creencia no les da tampoco la oportunidad de sentir vergüenza.

-¿Internet ha sido una ventaja o sólo ha traído ruido?

-Con internet nació una nueva esperanza. Pensamos que se había vuelto a inventar la rueda, que la información llegaría a todos con tremenda facilidad. Sin embargo, hemos visto que no. La brecha entre la población con acceso y sin acceso a la información sigue. Es sólo una tecnología y ninguna tecnología por sí sola es revolucionaria. La utiliza el pueblo y se usó en las primaveras árabes y en el aperturismo de Irán, pero también la utilizan los gobiernos para crear blogs de pago y trolls en contra de esos movimientos.

-Después del intento de golpe de Estado del 15 de julio llegan de Turquía noticias alarmantes para la libertad de prensa.

-Durante los 30 años que he ejercido el periodismo esta profesión nunca ha vivido una época de rosas. En los 90 estábamos en el primer puesto mundial por periodistas asesinados y hoy somos el país con más periodistas encarcelados. La asonada militar ha sido una de las más horribles de la historia de los golpes militares en Turquía. Se utilizaron aviones, helicópteros y tanques contra el pueblo, se bombardeó el Parlamento, el palacio presidencial y comisarías, hubo más de 200 muertos. Para nosotros fue un trauma porque los golpes anteriores no fueron así. Si hubiera triunfado ahora sería horrible. Sin embargo, después del golpe se están haciendo las mismas cosas que hubieran hecho los golpistas si llegan al poder. Hay decenas de cadenas de televisión, radios y periódicos cerrados, han sido detenidos 140 periodistas, además de diputados y alcaldes kurdos. Los arrestados ingresan directamente en prisión y el fiscal pide en los juicios más de 200 años o cadena perpetua. Todas las asociaciones de periodistas turcos dicen que después del 15 de julio se está haciendo una caza de brujas contra todo el que opina en contra del Gobierno.

-¿Cómo valora la reacción de Europa?

-Los turcos estamos sorprendidos porque hemos sufrido un ataque a la democracia y Europa no ha reaccionado de forma rápida y seria. Se ha quedado paralizada.

-¿Atrapada en el acuerdo de los refugiados?

-Es una posibilidad que pasa por la mente de cualquiera. Europa no quiere refugiados porque si vienen a su territorio se va a molestar mucha gente y a cambio de su comodidad y prosperidad se tapa los ojos para no ver qué pasa, aunque sea a costa de no proteger los valores de la democracia, los derechos y las libertades. La tragedia humana de los refugiados no puede convertirse en moneda de cambio. Moralmente es inaceptable.

-¿Se siente el pueblo turco abandonado por Europa y la comunidad internacional?

-El interés y la confianza que el pueblo turco tenía en Europa está cayendo. Ha habido un descenso llamativo en los últimos años y tanto Turquía como Europa se tienen que preguntar por qué. Las dos partes deben hacer autocrítica para saber las razones de esa desconfianza mutua y veremos que es una responsabilidad de ambas partes.

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