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Director de cine

Ángel Gómez Hernández: "He vencido a mi propio hombre del saco"

Una imagen de Ángel Gómez Hernández .

Una imagen de Ángel Gómez Hernández . / Manuel Fiestas

Tras su aclamado debut en el largometraje con Voces, Ángel Gómez Hérnandez (Algeciras, 1988) lleva a los cines el origen español del mito de El hombre del saco, una cinta que lo hace virar desde el cinéfilo “de estómago duro” que es, como se pudo comprobar en su opera prima, hacia el género de cine juvenil con alta dosis de miedo y aventura. Ese con el que también se crió y al que tanto respeta. Pero la cabeza de este gaditano no para de dar vueltas y ya está levantando varios proyectos como el sueño acariciado de hacer un largo de su premiado cortometraje Behind o la posibilidad de adaptar al audiovisual algunas de las novelas de su padre, el escritor y crítico Ángel Gómez.

–¿Cuántas veces le dijeron de pequeño eso de “que viene el coco” para terminar haciendo una película a el hombre del saco?

–La verdad que, como objeto de amenaza, no muchas (ríe) Pero sí, sí, desde pequeño he estado al corriente de esta figura porque he vivido en una casa muy afín al género de terror. Mi padre, además de gran cinéfilo, es un estupendo escritor de relatos y novelas de terror, así que todo lo que tuviera que ver con monstruos, ya fuera desde la ficción o la leyenda, ha estado muy presente en mi vida.

–¿Cuál es el motivo, entonces, para enfrentarlo en su segundo largo?

–Pues son varios factores. El primero es que esta película está cercana al encargo, fueron los productores los que pensaron en mí para contar una historia que hablara del origen español del mito del hombre del saco. Pero si acepto es porque ya había pensado en lo extraño que era que nunca antes se hubiera hecho esta película. Es que siendo un ser tan rico, tan mitológico, tan internacionalmente conocido, pero a la vez tan nuestro, una película sobre él ya tiene una campaña propia de marketing desde hace 100 años. Es muy tentador presentar a un monstruo nuevo que, paradójicamente, todos conocen.

–Lo que era menos conocido, o esa es mi impresión, es su origen español

–Efectivamente. Esta leyenda parte de un suceso real que ocurrió en Almería, en Gádor, el asesinato en 1910 del niño Bernardo González a manos de Francisco Leona. Yo, como andaluz, me quedé alucinado de que este ser legendario tuviera su anclaje en un acontecimiento real en nuestra tierra. Pero es que, además, eso me pareció una pieza interesante para explorar en la película, para referenciar, recurrir a ella, que sirviera como punto de partida a la maldición pero también como cierre y solución a los problemas... El origen de la leyenda tiene y en sí atributos muy cinematográficos.

–El monstruo, a veces, también es la máscara para contar algo más. ¿De qué nos quiere hablar usted?

–Yo quería hacer una película de terror juvenil, de aventura, de fantasía, que la historia deambulara por momentos trepidantes, divertidos, de susto , pero también necesitaba que la cinta tuviera cierta alma, un mensaje de base. Ahí es cuando me senté con el guionista Juma Fodde y hallamos algo muy interesante, el tema de la transmisión de la culpa, de los miedos ...

–Explíqueme

El hombre del saco fue, es y será por excelencia el monstruo de los niños, por eso nuestra película se enmarca desde las perspectivas de los niños, pero, paradójicamente, vincula a los adultos. Los niños llegan a Jason porque ven una película; los niños llegan a Drácula o Frankenstein porque descubren que hay unos libros maravillosos con estos personajes; los niños llegan a Slenderman porque en internet se cuentan historias sobre este ser... Pero los niños han llegado siempre al hombre del saco porque en un momento de sus vidas un adulto les habló de él. Ya sea de un modo jocoso o como herramienta aleccionadora, son los padres los que transmiten a este ser, les da el poder. Esa vinculación me parecía indispensable contarla en esta película: la transmisión de los padres a los niños de los miedos, de la culpa, las necesidades de perdonar, la importancia de la comunicación como solución a los problemas antes que la reprimenda y la vía fácil de la amenaza de que un monstruo vendrá a por ti.

–¿A qué universo está más cercana, a ‘Los Goonies o a ‘Una pandilla alucinante’?

–A la pandilla, sin duda. Es la referencia, de hecho. Es curioso que hay gente que me refiere a Stranger things, y es lógico porque cada uno somos víctimas de nuestra época, pero ni siquiera la he visto. Es Una pandilla alucinante la que me he visto hasta la saciedad.

–¿Qué es lo mejor que le dio ‘Voces’?

Voces es mi primer largometraje, será siempre mi película más especial. Para mí hay dos proyectos capitales en mi trayectoria que son el corto Behind y Voces . Si habláramos de mi vida profesional como un guion, esos serían los puntos de giro de mi historia. Son los proyectos que propiciaron que llegaran las cosas con las que había soñado toda mi vida. Behind me puso en el mapa y gracias a eso pude hacer Voces. Y Voces, con todos los defectos que pueda tener, con todas las cosas que hoy cambiaría, es el debut soñado, es la película que yo quería hacer sí o sí, es la historia con la que yo quería entrar, definitivamente, en esto. A mí me gusta mucho el cine de terror con ese aroma asiático, a su vez, duro, y era la película perfecta para enseñar quién soy yo como cineasta.

–¿A qué le tiene miedo?

–A muchas cosas, a la pérdida, por ejemplo, pero aprendo diariamente y rápido. Y si me hubieras preguntado esto hace tiempo te hubiera dicho que al fracaso pero, con el paso de los años, me he dado cuenta qué subjetivamente crueles somos al entender esto como un fracaso o un éxito y cuánta importancia le ponemos al peso de la opinión de los demás. Ese es uno de los aprendizajes más bonitos que he hecho en mi vida, sentirme orgulloso de lo que hago y sacar todo lo bueno de aquello que afronto, porque el éxito o el fracaso también está en cómo has vivido tú las cosas, qué te han aportado y qué te ha hecho crecer. No sé a qué le tengo miedo ahora mismo, pero sí sé a qué le he ganado la batalla. He vencido a mi propio hombre del saco.

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