Crítica de Teatro

Para los vivos miedo, para los muertos tierra

  • Producciones Glauka y Tras el trapo Teatro llevan a escena en El Puerto la obra 'El Rey del Humo' 

  • Está dirigida por Gaspar Campuzano, de La Zaranda 

Los actores, durante la representación en el teatro Municipal de El Puerto.

Los actores, durante la representación en el teatro Municipal de El Puerto. / D. C.

El pasado sábado pudimos ver en el Teatro Pedro Muñoz Seca, fuera de abono, una pequeña obra dentro de la sección 'Pequeño teatro solo por el formato', producida por Producciones Glauka, de Puebla de la Calzada (Cáceres) y la jerezana Tras el Trapo Teatro. En principio la obra, 'El Rey del Humo', contaba con el aliciente de estar dirigida por Gaspar Campuzano, de La Zaranda.
La obra está escrita por José Antonio Lucía, que también la dirige junto a Gaspar Campuzano, siendo además responsable de la escenografía.
La obra nos remite al teatro del esperpento de Valle Inclán y a su obra 'Luces de Bohemia', pero también al Teatro del Absurdo y al espíritu de Samuel Beckett, que flota en el ambiente de esta fábula sobre la condición humana y nos remite constantemente a lo que hay más allá de lo que vemos.
La función está dividida en dos partes sin interrupción.
En la primera vemos el interior de un burdel decadente y miserable en un suburbio de los bajos fondos de una ciudad cualquiera.La madame, una prostituta y un cliente borrachín se insultan y se echan en cara sus miserias, a la vez que recuerdan a los que se han ido víctimas de la violencia y a sus seres queridos.
En el segundo acto, ya fuera del burdel, los tres personajes buscan en el descampado de esa zona miserable rodeada de chabolas. Incansables remueven la tierra tratando de encontrar los restos de aquellos compañeros y familiares ejecutados por el franquismo durante la guerra y la inmediata posguerra.
Convincentes Lucía Clemente, María Duarte y sobre todo Antonio Lucía. El decorado no es demasiado adecuado, como tampoco las siluetas planas que representan a las prostitutas asesinadas. La obra fue seguida por el público con interés, aunque sin entusiasmo, como se vio en los escasos aplausos al final de la representación.

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