Ya han pasado casi dos meses y nadie se ha hecho cargo del barco que el pasado 10 de abril encalló en la playa de La Puntilla. Desde entonces permanece ahí olvidado, cada vez más oxidado y hundido. Es cierto que su propietario estuvo durante un tiempo custodiando la embarcación, pero esta medida ha resultado insuficiente teniendo en cuenta la gran cantidad de personas que en pocos días se bañarán en la zona, así como el peligro que este esqueleto supone para los niños quienes, ajenos al riesgo, pueden ver en este velero fantasma una potencial zona de aventuras o un improvisado trampolín.
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