Tribuna Libre

El turista portuense merece como regalo una ciudad recuperada

Una de las mayores apuestas que el sector turístico ofrece a los centros históricos es la recuperación y reutilización de su patrimonio arquitectónico y urbanístico, ocasionalmente infrautilizado o abandonado como se aprecia en el centro histórico.

La política local de la última década se ha olvidado por completo conservar un casco histórico en plena decadencia.

La puesta en marcha de un plan de recuperación convertiría a El Puerto en un municipio más próspero, atrayendo el desarrollo. Hay algunos que piensan que los edificios tienen más vergüenza que sus propietarios y tratan de no caerse al suelo por mantener su dignidad.

El turismo que llega para ver aquello que queda, de lo que en su día fue una de las ciudades con más atractivo de la costa gaditana, visitada por la familia real, famosos o artistas, se marcha en busca de atractivos a otros lugares del entorno.

No nos hemos sentido concernidos con el mantenimiento de edificios o monumentos, dejando morir en la desidia nuestro patrimonio. Mientras que no hagamos una reflexión seria sobre lo que queremos legar a nuestros hijos e hijas, esos a los que decimos amar tanto, no habrá solución.

Todos somos culpables del mal que nos afecta. El político de turno tiene la culpa por su nula labor de no creer en esta tierra, pero nosotros, los ciudadanos, somos culpables de abandonar palacios, casas, iglesias, comercios, calles y demás. Somos culpables de abandonar a su suerte a la historia con minúsculas y lo más grave es que lo hemos hecho a conciencia.

En los últimos tiempos está de moda recuperar, descubrir y maravillarse con cosas que han estado siempre ahí, olvidadas por todos enterradas en la tierra. Es imprescindible la pedagogía y la divulgación patrimonial.

Se hace necesaria la creación de asignaturas específicas de patrimonio e historia local en todos los niveles educativos y asociaciones vecinales existente.

La política local tiene una asignatura pendiente al no aprovechar las ayudas públicas para la rehabilitación de viviendas. Pero también existe otra variable, como sería abrir negocios en edificios históricos, que no es una moda ni una decisión baladí. Se lleva realizando desde tiempo atrás y obedece a razones de distinta índole: por la ubicación, prestigio o estética.

Los empresarios que deciden darle un nuevo uso a los espacios que un día fueron lugares con encanto contribuyen a la rehabilitación de edificios o monumentos, como ya pudimos ver en épocas pasadas.

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