Dolor y Sacrificio

El recogimiento se inicia en las Concepcionistas

  • Tras su paso por Carrera Oficial, la hermandad buscó su Barrio Alto

Era antes de lo habitual. No era noche cerrada aún pero la hermandad del Dolor y Sacrificio, la que tiene un estilo más singular de la Semana Santa portuense, se encontraba salía de la Prioral. Algo más de tres horas por delante para realizar un viacrucis en riguroso silencio sólo roto por la horquilla de los manigueteros que marca el ritmo de las andas donde procesionan Jesús Cautivo y María Santísima del Dolor .

Porque, si por algo se caracteriza esta hermandad es por su recogimiento. Así se quiso que fuera hace ya 52 años y así sigue. Aunque suene a tópico, a esta hermandad hay que disfrutarla en pleno Barrio Alto, ya entrada la noche. Pero, desde el año pasado, hay otro enclave que, si se sigue manteniendo en sucesivos años, se puede convertir en una de las estampas más bellas de la Semana Santa.

Se produce pocos minutos después de la salida procesional, en la calle Nevería. A su paso se abren las puertas del convento de las Madres Concepcionistas (este año permaneció cerrada la capilla neogótica de Las Carmelitas). Ante ella, esperaban un año más sus hermanas, que vuelven a dedicarle tanto al Cautivo como a la Dolorosa unos cantos.Un detalle diferenciador más para una hermandad que se sale de los cánones a los que acostumbran las hermandades en la baja Andalucía.

Minutos más tarde, el guión de la cofradía (es de las hermandades que aún siguen manteniendo esta insignia propia de la Semana Santa portuense) llegaba al palquillo de toma de horas de la Carrera Oficial. Había que hacer el paso obligado pero el cortejo ya comenzaba a tomar rumbo hacia su barrio. Un paso previo por la casa de hermandad, por la que no se pasó el año pasado, para callejear hasta Cervantes. A partir de ahí, a buscar sus calles como Zarza, Espelete o Cruces.

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