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Tribuna Libre

¿Para qué los queremos?

  • Proliferan últimamente en El Puerto los chambaos que ocupan plazas de aparcamiento, maceteros que parcelan las aceras y hasta peatonalizaciones ‘low cost’

Una de las terrazas acotadas que proliferan en el espacio público del casco histórico portuense.

Una de las terrazas acotadas que proliferan en el espacio público del casco histórico portuense. / Andrés Mora Perles

Contaba Richard Rogers, laureado arquitecto y urbanista británico, que cuando en un proyecto le sugería a un inversor plantar árboles, la pregunta era inmediata: ¿Para qué los queremos?

Tropecé el otro día con esta anécdota, contada en 1990 en un simposio, y me llevó a pensar que si Rogers hubiera trabajado en El Puerto en aquella época tampoco hubiera plantado demasiados árboles. Argumentaba que lo único que interesaba a los promotores era el metro construido y la garantía de amortización en el menor plazo posible. A fin de cuentas, el objetivo de la empresa no es la búsqueda del beneficio, sino del mayor beneficio.

Esta visión mercantil y cortoplacista fue la que dirigió el desarrollo urbanístico, casi siempre caótico y en ocasiones ilegal, de El Puerto durante aquellos años que hoy algunas personas ya mayores recuerdan con nostalgia. El resultado es una ciudad demasiado extensa, discontinua, con la costa totalmente urbanizada, con caminos sin asfaltar a los que no llegan los bomberos ni el camión de la basura, antiecológica y muy cara de mantener, consecuencia previsible de la política del hágaselo usted mismo. Hernán no fue ningún visionario, pero sí un populista avant la lettre.

Otro ejemplo de invasión de la calzada con una terraza. Otro ejemplo de invasión de la calzada con una terraza.

Otro ejemplo de invasión de la calzada con una terraza. / Andrés Mora Perles

Comento esto porque si han paseado últimamente por el centro de nuestra ciudad habrán podido observar que, poquito a poco, van proliferando chambaos que ocupan plazas de aparcamiento, maceteros que parcelan aceras y peatonalizaciones low cost a través de señales de tráfico. La planificación urbanística dirigida por el gremio de hosteleros: El espacio público es una gran terraza; el ciudadano, un consumidor. Y mucho me temo que esto sea fruto de una visión mercantil y cortoplacista de lo que debe ser el espacio urbano de un Casco Histórico declarado BIC.

Creo que los responsables de gestionar el uso y ornato del patrimonio común deberían preguntarse para qué queremos árboles. Para qué queremos plazas, calles peatonales, bancos o columpios. Porque si no, ¿para qué los queremos?

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