Obituario

Único (a la memoria de Ignacio González)

Ignacio González.

Ignacio González.

Al despertar, sobre el alféizar de mi ventana, estaba posado un pájaro de singular belleza. Un pájaro de bondadosos ojos que, por un momento, me dedicó un simpático saludo. Quise captar con la cámara uno de esos instantes únicos que te regala la vida, pero, antes de que me diera tiempo, me observó, entre alegre y divertido, y de manera majestuosa alzó el vuelo hacia una de las mañanas más despejadas y hermosas que hemos tenido en lo que llevamos de primavera. Casi como un presagio de lo que iba a suceder en El Puerto minutos después. Porque uno de nuestros paisanos más queridos también ha alzado el vuelo esta mañana de viernes hacia la Gloria, a ese lugar reservado para los limpios de espíritu y de corazón. Hoy ha fallecido Ignacio González, Ignacio 'el de la Bodeguita', aquel que tejiera a su paso por esta vida un hermosísimo lienzo con su humor, amistad sincera y afecto hacia el prójimo.

Ignacio no hizo otra cosa que repartir cariño entre sus paisanos y entre todos aquellos que tuvimos la fortuna de conocerlo. Hay muchos -por supuesto, con mayor conocimiento que yo- que podrían hablar durante horas de las bondades de Ignacio, pues muchos fueron bendecidos con su amistad. Yo tuve la ocasión de hacerlo gracias a mi padre. Fueron tan buenos los momentos que compartí con él que sólo llego a imaginar lo dichosos que pueden llamarse todos sus familiares –mención especial para su esposa, Paqui, sus hijos Nacho e Inma, sus nietos, su hermano Vicente…- y amigos de toda la vida, con quienes compartió este hermoso viaje.

Cómo echaré de menos esas escapadas contigo y con tu hermano Vicente a comprar mosto al 'Agostao' o a 'La Blanquita'; o las reuniones en casa de Enrique Esteban, alrededor de ese Fino en rama que tanto te gustaba, con José Luis Lojo, Pepe “Lupo”, Luis Gatica, el propio Enrique y todo aquel que quisiera pasar un buen rato. Hoy, El Puerto está de luto. Uno de sus hijos más queridos ha alzado el vuelo hacia ese cielo que sólo pueden habitar los elegidos de entre nuestros paisanos, donde abunda la sabiduría y el saber estar de toda una generación de portuenses que, a cuentagotas, con su marcha, nos recuerdan que nunca estaremos a su altura. Procuremos estarlo.

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