La vida y alboroto que vive el centro durante cualquier sábado por la mañana se vio alterado ayer mismo. Entre el jaleo habitual de los tenderos de la plaza y el bullicio de La Placilla se escuchaban de fondo palmas y el compás del taconeo.

El bailaor y profesor Víctor Raposo comenzaba a impartir en la calle la primera de las tres clases que estaban organizadas por las academias de baile para celebrar el Día Internacional del Flamenco. El objetivo de este evento, en el que han participado también los alumnos de su escuela, no era otro que acercar este arte a todos los interesados. “El flamenco hay que vivirlo, no saberlo”, explicó la también profesora Carmen Morales durante la presentación del evento. Y Víctor, con su paciencia, lo ha conseguido.

La mañana fue de menos a más. La primera de las clases comenzó a las 11:30 horas en La Placilla, donde Raposo dio las primeras lecciones. Que si taconeo por aquí, que si la mano por allá. Pero siempre disfrutando. La fiesta continuó en la calle Luna, donde sí se apuntaron más participantes y el público aumentó gracias a los curiosos que pasaban por la calle y se paraban a mirar. Ahí ya más de uno sí que se animó a dar algún que otro pasito por su cuenta, fuera del grupo y solo ante el peligro. Pero ya el colmo fue el final de fiesta, en la plaza de La Herrería donde, acompañados por un guitarrista, muchos extranjeros se animaron a participar.No se puede tener más arte. Y El Puerto ayer lo demostró. Tal y como dijo Raposo al final: ¡Viva el flamenco y olé!