El botellón del centro, sin salida
Autoridades, vecinos, comerciantes y hosteleros se quejan de su ubicación en el parque Calderón · El Ayuntamiento, que busca una alternativa, aún no ha encontrado un lugar idóneo para el traslado
El botellón sigue siendo un quebradero de cabeza para muchos -comerciantes, vecinos, hosteleros, autoridades públicas-, a pesar de la entrada en vigor, hace ya unos años, de la denominada 'ley antibotellón'. Tras la puesta en marcha de aquella ley, el Ayuntamiento se vio con la potestad de elegir las zonas donde se permitirían las reuniones de personas al aire libre para consumir bebidas (alcohólicas o no), y así lo hizo: parque Calderón y paseo José Luis Tejada, junto a la playa de la Puntilla.
Con la nueva normativa se han evitado muchos perjuicios, sobre todo en aquellos lugares donde el descanso de los vecinos era prácticamente nulo durante los fines de semana, como ocurría en la plaza del Castillo. De hecho, este verano se han puesto más de 130 multas a jóvenes que consumían en la vía pública fuera de las zonas autorizadas.
Sin embargo, la reunión de cientos de jóvenes durante las noches del fin de semana, sobre todo en verano, en el parque Calderón no satisface a nadie, salvo a algunos de los que hacen botellón.
El principal problema lo padecen los artesanos que tienen sus puestos en verano en medio del parque. Y es que, como apunta Israel, encargado de La Pontona (junto al mismo parque Calderón) la imagen que ofrece este lugar durante los fines de semana "no es la más adecuada para una ciudad que vive del turismo", debido a la suciedad que genera. No es bueno, a su juicio, que se mezclen de esa manera los jóvenes que hacen botellón con los visitantes que pasean o cenan por la zona. Y peor es cuando el parque no está realmente habilitado, al no tener servicios adecuados, como sostiene Javier Martínez, responsable de La Ronería (en la plaza de la Herrería).
Lo que no admiten en la mayoría de estos bares de copas es que el botellón les repercuta directamente en el negocio, ya que, según aseguran su clientela es más mayor, y a apenas hace botellón. Sin embargo, hay otros locales, como el Barsito, en los que sí que notan que los jóvenes llegan más tarde, bien entrada la noche, una vez han acabado con su botella de licor. Por todo esto, el equipo de Gobierno del Partido Popular, desde un principio, ha tratado de buscar una alternativa seria a esta ubicación.
En varias ocasiones, el alcalde, Enrique Moresco, así como el concejal de Juventud, Francisco Aguilar, han anunciado la intención de trasladar el botellón del parque Calderón al otro lado del río, en los terrenos de Autoridad Portuaria que quedan junto a la antigua lonja. Esta idea estaba relacionada directamente con la propuesta de creación de una pasarela peatonal que cruzara desde el parque hacia la zona en cuestión. Una propuesta que, según advertía el propio alcalde hace unos días, no era bien vista por Autoridad Portuaria.
Así, esta alternativa aún está en el aire, y sobre todo, porque el puente peatonal todavía depende de la aprobación definitiva del Plan Especial de Puertos, que vendría a planificar todo el suelo urbano que pertenezca al organismo portuario (márgenes del río y otras zonas costeras).
De todos modos, el cambio del botellón al otro lado del río tampoco convence a la mayoría. Los jóvenes ven que esa zona no tiene ningún atractivo para la movida nocturna y, aunque se eviten las molestias a los comerciantes de la zona, tras el botellón, la mayoría se desaplazaría hacia la zona de copas del centro en coche o moto, creando problemas de seguridad en el tráfico.
Como explican desde el colectivo Nexojoven, la alternativa que se proponga debe ofrecer alicientes como para que los jóvenes permanezcan en dicho lugar sin tener que desplazarse después de beber: "que el botellón no sea un simple tránsito para pasar luego a los bares de copas", apunta su coordinador Rafael Portela. Para este colectivo, la idea del 'botellódromo' es "aberrante, que forma parte de una política farisaica, con la que se busca esconder el problema allá donde no moleste".
Incluso, algunos jóvenes que practican el botellón lo ven de la misma manera. Para David Otero, mediador juvenil de 27 años, el botellón es algo "espontáneo", y la solución del problema depende más que nada de llevar a cabo campañas de concienciación. "Hay que trabajar con los jóvenes para llegar a un entendimiento". Otros, como Roberto M.L., estudiante de arquitectura, sostiene que "cuando se habilitan zonas concretas para el botellón, la gente al final no va, como ya ha ocurrido en Sevilla". Las alternativas que se ofrezcan deberían tener servicios adicionales, como vigilancia, aseos, iluminación, e incluso zonas de ocio con futbolines o escenarios para conciertos.
En eso coincide Melisa, responsable del Barsito, quien apoya la existencia de los botellódromos, siempre que estén controlados en todo momento, y en los que se instalen contenedores para vidrio.
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