La afluencia turística incontrolada como hemos vivido este verano en la ciudad es un claro ejemplo de la carencia de una línea política definida hacía dónde queremos qué se dirija el sector en un futuro próximo. El turismo de “low cost” ha generado bastante crispación entre los ciudadanos portuenses, sobre todo por varios factores, la incidencia de contagios alcanzados, el ruido, la suciedad y falta de seguridad.

Lo que podría haber sido una gran oportunidad tras un año de parón en el sector para repensar un nuevo modelo turístico atrayendo nuevas acciones, no se ha llevado a cabo, siendo un fracaso total el planteamiento vivido este verano y es de temer que los próximos seguirán el mismo modelo a falta de un replanteamiento hacía un turismo más sostenible.

La transición hacía otro modelo turístico depende de todo el “ecosistema turístico”, siendo importante la regulación encaminada a generar un turismo beneficioso para todos. Los empresarios deberán replantear su filosofía de empresa buscando más la concienciación y crecimiento humano y no sólo ser un depredador enfocado en lo económico, sino en la calidad del servicio. Que el turismo sea un sector sostenible implica también la colaboración del turista.

La recuperación funcional y versátil de los edificios abandonados cuya reforma beneficiaría notablemente a la economía local y al desarrollo turístico municipal y de la provincia. Acabar con la estacionalidad es el gran desafío qué aún nadie se ha atrevido a modificar a pesar de gozar de una climatología privilegiada. Desestacionar el turismo conlleva viajar de forma inteligente cuidando el planeta, evitándose grandes afluencias a veces molestas y contaminantes tanto para la población local como el medioambiente.

Uno de los elementos fundamentales y vertebradores de la sostenibilidad deben ser los Planes de Sostenibilidad Turística incluyendo la digitalización de los destinos y empresas turísticas, facilitando su acceso a más mercados y turistas cada vez más digitalizados.

Los códigos QR pronto pasarán a la historia al avanzar el sector de la digitalización a pasos agigantados. La tecnología 'blockchain' aporta al turismo uno de sus mayores beneficios a través de contratos inteligentes abaratando costes y reduciendo tiempo. La inteligencia artificial permite al destino y sus empresas entender mejor lo que más valora el turista ofreciéndoles servicios acordes a sus preferencias. Este sistema sirve además para generar pronósticos sobre situaciones futuras y con el ahorro de coste asociado.

Los 'chatsbots', creados para responder a la demanda del turista con rapidez, precisión y de forma personalizada, lo pueden emplear las empresas a lo largo de todo el ciclo de vida de sus clientes, basándose este sistema en la inteligencia artificial. La robotización del sector permitirá liberar a los empleados de carga administrativa pudiendo los primeros dedicar más tiempo a la atención al cliente. La implantación de sistemas loT, los agentes turísticos pueden crear un destino turístico inteligente a través de la interactuación del usuario con el destino en tiempo real. Además dispondrán de datos y automatizar su análisis, ahorrando en trabajo y tiempo.

Como podemos observar son múltiples acciones que pueden ser llevadas a cabo para que no se vuelvan a producir escenarios como los vividos este verano que aún habiendo generado una “pequeña” economía para el destino, esta es de forma limitada en el tiempo y obsoleta. Hay un abanico infinito que se nos viene encima con la digitalización y robotización del sector. Ya hemos perdido muchas oportunidades para ser líderes cómo destino turístico y cómo modelo a seguir. ¿Estará el municipio, empresas y políticos preparados para emprender la evolución?